Capítulo 8: el tiempo se detiene

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La familia Leclerc llegó primero al Reino de Fuego. Susie y Toto comenzaron con los preparativos para el almuerzo mientras Charles subía a la biblioteca, encerrándose. Sirvió un vaso de whisky del decantador que se encontraba en la mesa de descanso cerca del sillón con vista al jardín. Necesitaba tiempo a solas, aún no comprendía del todo por qué el dragón le había advertido sobre Logan. Le había dicho que no pertenecía ni al Reino de Fuego ni al de Hielo. Charles ya se había dado cuenta de que Logan no era igual a ellos, sabía que no poseía poderes de fuego, ni de hielo, pero sí poseía algo diferente.

La primera vez que Logan manifestó sus poderes fue cuando Charles lo llevó cerca del lago para mostrarle el atardecer. Era un día tranquilo, Logan tenía apenas cinco años. Subieron al pequeño bote amarrado a la orilla y se detuvieron en medio del lago. Charles escuchó un grito y luego todo se volvió lento a su alrededor. Pudo ver el cambio de color en los ojos de Logan a un negro oscuro, que miraban fijamente detrás de él. Charles giró y vio que unas dagas de hielo habían sido disparadas desde el otro lado del lago. En ese momento, vio al hombre que le había lanzado los poderes de hielo y logró esquivarlo. Unos segundos después, el tiempo volvió a la normalidad y Charles hizo que unas manos de fuego surgieran del suelo donde estaba el hombre, atrapándolo. Si se movía un centímetro, se quemaría y solo quedarían cenizas.

Cuando estuvo seguro de que no había otros atacantes, salió del bote con Logan en sus brazos y le hizo prometer que no volvería a usar sus poderes, a menos que estuvieran solos o fuera de extrema necesidad. El niño acercó su meñique a Charles y este sonrió, haciendo lo mismo. Hicieron un pacto.

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La familia Sainz llegó al Reino de Fuego. Al bajarse de las carrozas, notaron que, a diferencia de su hogar, aquí el clima era muy caliente. Acostumbrados al hielo que los rodeaba, se sintieron un poco incómodos. Notaron que los soldados los miraban con desconfianza, pero uno de ellos, que parecía tener el rango más alto, se acercó a ellos. Era un hombre muy atractivo, de piel bronceada, con una voz grave y una sonrisa amable.

—Sean bienvenidos al Reino de Fuego. Esperamos que se sientan como en casa. Cualquier cosa que necesiten, pueden decírmelo y me aseguraré de que se cumpla.Los Sainz agradecieron. Zhou, que escoltaba a los Sainz, bajó la guardia, sintiéndose más seguro. Lewis no dejaba de sonreír mientras los llevó al recibidor, donde ya los estaba esperando el mayor de los Leclerc, Max.

Max, con una sonrisa pícara, se dirigió a Sergio:—Belleza, me alegra verte.Sergio se puso rojo como un tomate cuando Max le saludó con un beso en la mano.

Yuki solo pudo murmurar -"wakala"-, mientras Lando saludaba con un -"hola futuro cuñado".- Max sonrió con orgullo, pero Christian dijo en voz amenazante:
—Ni te atrevas.
Geri tomó del brazo a su esposo y le susurró:—Deja que a Sergio le gusta...
Sergio lloriqueó:—Mamá, papá, no me avergüencen...

En ese momento apareció Oscar e invitó a todos al jardín a tomar algo antes de pasar a almorzar. El jardín era precioso, con enredaderas a lo lejos, flores en cada centímetro y caminos que llevaban a un lago. Toto y Susie ya se encontraban allí, con copas de champagne en las manos.


Los mozos aparecieron con bandejas de cócteles, champagne y aperitivos hermosamente presentados. Yuki y Carlos admiraban el jardín cuando Logan apareció corriendo, seguido de una mujer. Logan llevaba un pequeño arco y una flecha. La mujer se disculpó cortésmente y Logan le entregó el arco y la flecha. Luego, Logan se acercó a saludar a cada uno con un apretón de manos.


Cuando Logan llegó a Carlos, lo abrazó y Carlos se arrodilló para devolverle el abrazo. —Estoy feliz de que estén aquí. Estaba muy aburrido —dijo Logan.


Carlos le preguntó si había visto a Charles, y Logan respondió que probablemente estaba en la biblioteca y que lo llevaría hasta allí. Carlos asintió y tomó de la mano a Logan para entrar nuevamente al palacio. Logan le mostró cada rincón del palacio hasta llegar a una gran puerta tallada con dragones que lanzaban fuego de oro. Logan abrió la puerta y dijo:—Aquí está mi padre. Pasa, Carlos.


Al entrar a la biblioteca, Carlos quedó mudo. Era gigante, con miles de libros. A lo lejos vio a Charles sentado en un sillón cerca de un ventanal, con un vaso de whisky en la mano. Logan saltó a la espalda de Charles, quien lo atrapó y comenzó a hacerle cosquillas. Charles aún no había notado a Carlos.—Pa-pa-pa-ra. Car-los es-tá a-aquí —balbuceaba Logan entre risas.


Charles se quedó estático y luego miró a Carlos, que estaba parado allí, observando la tierna escena. Charles bajó a Logan y le susurró:—¿Por qué no me avisaste antes?


Carlos rió y se acercó a saludarlo. Charles le dijo a Logan:—Oye, pequeño, ¿por qué no vas junto al tío Pierre y cuidas que no esté acosando a los hermanos de Carlos?


Logan asintió y, antes de salir, le dio un abrazo a Carlos. Luego, la puerta se cerró y Charles, aún mudo, miraba profundamente a Carlos. Carlos carraspeó su garganta y se sentó en el sillón junto al que ocupaba Charles antes. Charles le preguntó si quería tomar algo, y Carlos asintió.—Lo mismo que tomas tú está bien.Charles le sirvió un vaso de whisky y se lo pasó, sus dedos hicieron contacto por un momento, era cálido. Ninguno quería separarse, pero tuvieron que hacerlo. Charles comenzó a hablar:—Carlos, antes no creía en la profecía. Ni siquiera tenía fe de que algún día pasaría, pero en esa cueva sentí cosas que aún no puedo explicar.—Yo también —respondió Carlos.Charles continuó:—La profecía dice que algo oscuro se acerca, y sé que es verdad. Desde hace unos años, han habido ataques que la mayor parte del pueblo cree que son por parte de tu reino, pero yo sé que no son ustedes. Ni siquiera son los forasteros, es algo más profundo.Carlos preguntó:—¿Tus padres también lo creen?—He intentado hacer que me escuchen, pero ellos prefieren el cuento de que eran ustedes. Así, el pueblo no tendría miedo.Carlos asintió, comprendiendo. Luego preguntó:—Lo que dijo el dragón en la cueva, sobre que posees algo que no es hielo ni fuego, se refería a Logan, ¿no es así?Charles dejó de mirarlo y desvió la mirada hacia el ventanal, el reflejo del sol iluminaba su rostro.—Sí, se refería a Logan. No sé qué es exactamente, pero es algo que debemos proteger a toda costa.Carlos, sintiendo el peso de sus palabras, respondió con determinación:—Entonces, lo protegeremos juntos, pase lo que pase.

Guerra de dragones CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora