Akaza se separó de Kyojuro, quien tenía un sonrisa adornando su rostro. El flameante marcó más distancia entre él y el menor, quien ahora miraba al suelo avergonzado. ¿En verdad había besado a Rengoku? Sí, se unió con él, con su amigo, el cual, siempre estuvo con él, el que siempre le advirtió, él, que nunca dejaba de apoyarlo.
Tal vez, no era mala idea aceptar los sentimientos del rubio, quizá desde siempre eso habría sido lo mejor. Suspiró, recordando aquel suceso de la noche anterior. Definitivamente nunca volvería a confiar en un demonio, Douma sólo lo utilizó y al final estaba sufriendo otra vez, pero mucho peor.
— Nos vemos luego, Kyo— se despidió Akaza—. Cuídate, yo vengo ahora más tarde.
— Me parece bien— sonrió el mayor—, ten cuidado.
Rengoku realmente estaba muy contento, por fin aquella reciprocidad que tanto anhelo le era concedida y no pensaba arruinar nada aquella vez. El demonio estaba fuera de su camino y podría hacerse cargo del pelirrosa y su futuro hijo, ser él quien recibiera la atención de Akaza, ser él quien recibiera su amor, su afecto, su cuidado... Quería ser el todo del menor y aparentemente lo había estado logrando.
Había terminado la conversación entre ambos y el pelirrosa salió del cuarto. Estando afuera, Akaza, se topó con las miradas preocupadas de los menores en el pasillo. El de orbes ámbar esbozó una sonrisa a boca cerrada, como si tratara de hacerles saber que estaba bien, según él.
Dio vueltas por el bosque, tratando de ubicar el lugar donde todo había ocurrido. Al estar allá el pilar de la brújula comenzó a registrar el lugar, un fuerte olor pútrido se llevaba el protagonismo de la escena al igual que la sangre derramada en todas partes. Decenas de cadáveres regados por doquier y todos eran de mujeres.
Akaza sintió el suelo hundirse y unas ganas de vomitar le inundaron. Con su mano izquierda cubrió su boca luego de haber dado una arcada, se apoyó en un tronco cercano a él y miró de reojo a los cuerpos carentes de vida.
Sin poder soportar más, finalmente vomitó. Recordó su embarazo, había estado tan abrumado con lo de Douma que había olvidado por completo a su futuro hijo. Aquel retoño era el resultado de la violación de aquel demonio. Por un momento deseó que ese pequeño no naciera, y no era porque no lo quisiera, sino, porque no quería que sufriera las penurias de esta vida. La traición, la desesperanza, la tristeza, la necesidad... No quería verlo llorar por la maldad que había en ese mundo y por un momento se alegró de que aún no naciera, aún no conocía que era la vida y la maldad y avidez que había en ella.
De pronto, vio a lo lejos el cuerpo de una jovencita que se le hacía muy conocida: Jun... Akaza cayó al suelo y el miedo, la culpa, el odio lo consumieron, sus ojos se cristalizaron y no sabía qué hacer. ¿De verdad no había sido capaz de cuidar a la jovencita? Miró al suelo lleno de culpa. Cauteloso, se acercó al cuerpo de la fémina dispuesto a examinarlo, no obstante, lo que vio lo dejó completamente consternado.
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¡Maldito Demonio!
Lãng mạn🎴Akaza, pilar de la brújula, un hombre que lleva consigo un gran odio y rencor, en especial a los demonios, pero uno de estos seres se ganará un odio en particular, Douma, luna creciente dos, ellos se envolverán en una serie de conflictos, situacio...