¡Maldito Demonio!

//Claridad//

— Sch.— Lo calló la dama, poniendo un dedo en sus labios y sonriendo.— Mereces ser feliz, y yo quiero contribuir a ello.— Se separó sutilmente y sonrió— Tienes que saber qué fue lo que realmente pasó. Sígueme.— Le extendió la mano y dubitativamente Akaza la tomó. Era guiado en un camino dorado, todo a su alrededor era luz. ¿Dónde estaba?— Tienes que ver la verdad.— Y así pasaron por una especie de portal cegadoramente brillante. El pelirrosa frunció el ceño ante ello e ingresó junto a Koyuki.

— Espera..., acaso...?— Akaza vio a su alrededor y de inmediato reconoció el lugar en donde se encontraba. Estaban en la cabaña en la que se hospedaba el pelirrosa, pero el punto era, ¿qué diablos hacían allí?— ¿Koyuki, qué hacemos aquí?

— Hakuji-san, necesitas ver algo—. Diciendo aquello, la pelinegra penetró el cuarto y allí, Akaza vislumbró al pilar de la llama y a Douma. Su cuerpo se tensó al sólo ver a Kyojuro. Notó que el semblante del de cabellos dorados era de molestia, mientras que Douma se limitaba a sonreír cínicamente.

— Tú— sentenció Kyojuro—, ¿vienes a ver a Akaza no es así?— Kyojuro tenía el entrecejo fruncido, sin embargo, sonaba calmado.

— Así es— su sonrisa se hizo aún más amplia al notar la molestia disimulada del menor—, ¿acaso te molesta?— Encaró a su adversario. Altanero, se acercó al de puntas rojizas y le retaba con la mirada.

El pelirrosa contemplaba la escena un poco inquieto, ya sabía a donde iba a ir toda esa discusión.

— No entiendo como Akaza pudo haber escogido a algo como tú—, le miraba con asco, alzó su frente, en señal de que no tenía miedo—. Ni pienses que te quedarás con él.

— Si mal no recuerdo, yo soy el padre del futuro hijo que va a tener— levantó la cabeza en señal de pelea—. Y dime, ¿quién eres tú?— Musitó cerca de su oído.— En lo que a mí respecta, no eres nada de mi pilar.— Rengoku le empujó y la vena de su rostro se marcó en evidente señal de fastidio.

Akaza puso sus manos en su pecho y suspiró tratando de darse auto consuelo. Ya veía que Kyojuro nunca quiso a Douma, con más razón debió haberse percatado antes del verdadero rostro del Rengoku, como era verdaderamente él.

— No creas que esto se queda así, maldito demonio.— El semblante del de puntas rojizas cambió abruptamente a uno impasible y tranquilo, sacudió su traje de cazador y le dirigió una mirada frívola, y llena de odio a su adversario, algo realmente extraño en el rubio—. Verás que pronto será mío.— Dio media vuelta y se fue, sin permitirle al contrario refutar.

El pelirrosa sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al oír aquellas palabras salir de los labios del pilar de la llama. ¿En verdad aquel hombre era el que alguna vez llamo "amigo"? Porque lo desconocía por completo y en aquel instante sólo sentía miedo por el alguna vez risueño chico de cabellos dorados.

Akaza vio como Douma fruncía el ceño y salía del cuarto a paso rápido. Koyuki y el pelirrosa salieron junto al cenizo, siguiéndolo a un ritmo más calmado. La inquietud seguía abatiendo el corazón de Akaza, sintiendo una constante incertidumbre por descubrir  lo que reamente ocurrió en la noche que quedó decepcionado del demonio.

Pronto la figura imponente de la segunda luna superior se perdió entre el paisaje del vasto bosque. El ojiámbar sudaba frío. ¿Cómo se suponía que iba a saber la verdad si los protagonistas de ella estaban fueran de su alcance?

Sin tener tiempo si quiera de cuestionarse, se vio siendo espectador de aquella escena donde habían decenas de mujeres muertas, tendidas en el suelo, mientras que el demonio y el pilar de la llama se miraban fijamente.

— ¿Cómo terminamos aquí?— Preguntó Akaza, lleno de confusión e inquietud.

— Hakuji-san, fui enviada a enseñarte la verdad, esto ya ocurrió en una distinta línea de tiempo y, como enviada por la diosa Amaterasu, puedo moldearla de tal manera de mostrarte lo verdadero.