Capítulo 9: Un pacto

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Charles y Carlos seguían en la biblioteca hablando. Carlos le contó cómo él y sus hermanos habían estado investigando. Sergio manipulaba a sus padres para sacarles información, Lando sabía todo lo que se hablaba en el palacio y Yuki obtenía información del ejército. Carlos era el cerebro de la operación, infiltrándose en su pueblo para hablar con mujeres, mercaderes, en bares, lugares nocturnos e iglesias. Charles estaba fascinado mientras Carlos hablaba, impresionado por lo serio que se lo estaba tomando.

Luego, Charles le preguntó si había escuchado hablar de los muertos caminantes. Carlos negó con la cabeza y Charles comenzó a contarle la historia de cómo encontró a Logan en medio de cuerpos sin vida. Las heridas que poseían esos cuerpos eran diferentes a las dejadas por fuego o hielo. Eran heridas que dejaban un líquido negro, algo muy diferente a lo esperado: sangre.

De pronto, escucharon unos golpes en la puerta. Charles, con voz grave, dijo:

—Pasa.

Entró Lewis, el caballero que los había recibido antes, y dijo con una sonrisa burlona:

—Charlie, los padres de Carlos están muy preocupados de que su hijo soltero y bello esté solo y sin compañía junto a otro hombre que aún no es su esposo ni su pretendiente oficial.

—Eres un idiota, Lewis —gritó Charles, tirándole un almohadón que estaba en el suelo. Lewis se cubrió el rostro y dijo:

—En serio, eso fue lo que dijeron.

Carlos solo añadió:

—Sí, es típico de ellos.

—¿Puedes decirles que ya vamos? —pidió Carlos.

Lewis asintió:

—Claro que sí, por ti cualquier cosa —y luego apuntó a Charles—. Carlos, ten cuidado con este rompecorazones.

Lewis salió cerrando la puerta, pero volvió a abrirla, metiendo la cabeza por la rendija.

—Solo cumplo órdenes —dijo, y luego se fue.

Charles se tapó los ojos con una mano y respiró profundamente.

—Así que rompecorazones, ¿eh? —dijo Carlos, burlándose.

Charles rió y respondió:

—No creas todo lo que dice ese idiota. Es mi amigo, pero a veces parece más un enemigo.

Carlos reía y dijo:

—Creo que es mejor que bajemos. Mis padres en serio estarán preocupados.

Mientras caminaban uno al lado del otro en silencio, ambos pensaban en cómo resolver la gran incógnita. Para la unión de ambos reinos debía haber una boda, lo que significaba que tenían que anunciar la suya.

—Oye, Carlos, ¿tienes a alguien especial, alguien a quien ames o con quien estabas antes de esto? —preguntó Charles.

Carlos lo pensó un momento y luego respondió:

—No, no tengo a nadie esperando por mí.

Por dentro, Charles se sintió muy feliz de saber que Carlos no estaba atado a nadie.

—Carlos, cuando salgamos por esta puerta, nuestra familia nos preguntará cuándo nos casaremos. Entonces, solo dependerá de ti, porque yo estoy listo.

Carlos cayó en cuenta de que Charles tenía razón. En cierta manera, esa era la razón por la que estaban en el palacio.

—Cuando era adolescente, hice un juramento a mi difunta abuela, quien vivió casi toda su vida infeliz. Juré que me casaría solo por amor, no por un arreglo de conveniencia como lo hizo ella. Es algo que no puedo romper. Creo que todo esto es demasiado pronto. Sé y quiero que el futuro cambie, pero no puedo romper esta promesa. Necesitamos conocernos. No sé nada de ti, tú no sabes nada de mí...

—Entonces quédate a conocerme —dijo Charles, mirándolo fijamente.

Guerra de dragones CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora