49.- Un sorpresivo reencuentro

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Julieta fue despertada por los golpes en su puerta y el constante sonido de su celular timbrando como un maldito pájaro carpintero martilleando su cerebro. Se levantó mareada, debido a que en la madrugada asaltó su frigobar y se terminó tomando todas las pequeñas botellitas por las que estaba compuesto el bar. Eso le ayudo a ya no soñar de nuevo con cosas descabelladas como lo estuvo haciendo anteriormente. Quería adormecer su cerebro para no pensar más en el nuevo sueño en el cual perdía su virginidad como Alizeé.

Como pudo llegó a la puerta, no fue consciente de que solo vestía el bóxer y la sudadera de Esteban. Abrió completamente iracunda por el alboroto.

—¡Cállense por favor, que no saben leer el letrero de no molestar! —gritaba en inglés con la intención de que los empleados le prestaran atención. Se calló de inmediato en cuanto abrió la puerta vio a la persona que osaba perturbar su supuesta paz. Salió y terminó abrazada de Alejandra.

—Pequeña me da gusto de verte también, pero te encuentras semidesnuda en el pasillo. ¿Estás pedita? O se te cayó el minibar de la habitación encima.

—No podía dormir, dejé mis gotas en la casa de Esteban y probé con el alcohol, por lo que te agradecería que no subieras mucho la voz. ¿Cómo es que llegaste antes?

—Primero lo primero cariño. Apestas igual que Esteban. Sé que se separaron, pero al parecer los dos olvidaron las reglas básicas de higiene. —Alejandra reía al ver el estado de su amiga. Estaba hecha un desastre igual que el susodicho causante del problema. La llevaba al baño, mientras hablaba bajito con la intención de no alterarla.

—¿Viste a Esteban? ¿Qué te dijo? ¿Se encuentra bien?

—Pues para haber terminado y estar desilusionada del hombre, te veo muy interesada en su estado.

—No es eso. Es que me siento borracha o cruda, ya ni sé en qué etapa me hallo.

Alejandra llenó la bañera y la hizo entrar. Tomó la ropa que se quitó y llamó al servicio de habitación. Terminó impartiendo órdenes al personal. Pidió un café bien cargado, comida, helado de chocolate, servicio de lavandería y de aseo en la habitación, ya que al parecer Julieta se había atrincherado en el cuarto sin dejar que se limpiara. Por lo que ni tarda ni perezosa aprovecho que su amiga se bañaba, para poder poner orden. Comenzó a levantar la habitación, puesto que se encontraba todo tapizado con papeles, sobres y tres libretas antiguas regadas por doquier. Era importante hacerlo para no correr el riesgo de que el personal de limpieza terminara tirando las cosas pensando que era basura. Con eso evitaría que su amiga sufriera una pataleta.

Abrió las cortinas para que la luz natural entrara en la habitación. Los empleados del hotel llegaron como si hubieran estado a la espera de cumplir las necesidades de Alejandra de inmediato. En el instante que Julieta salió limpia y envuelta en una bata del hotel todo estaba en su lugar. La chica que había terminado de asear la mesa de la habitación pidió permiso para arreglar el baño. Julieta tomó el café de inmediato, así como las dos pastillas efervescentes que le ayudarían a combatir su estado indispuesto. No quiso ingerir nada de alimentos, a pesar de la insistencia de su amiga. Le explicó que se sentía con el estómago cerrado.

—¿Dónde está la sudadera que traía puesta?

—Tratando de volver a la vida de nuevo igual que tú lo hiciste.

—¡¿La mandaste a lavar, junto al bóxer?! No puede ser. ¿Por qué tenías que hacer eso?!

—¿Qué te pasa Julieta? No me digas que te querías poner eso otra vez después de bañarte. Estaba supersucia y apestosa.

—Es que no entiendes, ya no va a oler a él. —Se le derramaban las lágrimas como a una niña chiquita a la que le quitaron su juguete preferido.

—¿Era de Esteban la sudadera?

Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora