Eddward se escabulló a un viejo y alejado ex-salón de clases, que era usado como una gran bodega. El motivo de esto era sencillo, quería un lugar privado y silencioso para beber su ración diaria de sangre. Su entrenador le había sacado el aire y ya era necesario consumir su porción de “vitamina D”. Abrió el pequeño tubo de vidrio y lo olió, hizo una ligera mueca y probó el espeso líquido.
No le gustaba beber sangre fría, preferiría calentarla en casa y echarle un poco de leche, tal y como lo acostumbraron sus padres cuando cumplió ocho años.
Volvió sus labios al vidrio cuando de pronto escuchó la puerta abrirse de golpe y cerrarse tan rápido como fue abierta. El tubo se deslizó por sus dedos y cayó en el suelo, la sangre se extendió en el suelo y el cristal se transformó en miles de partículas imperceptibles.
Edd asomó su cabeza y descubrió a Kevin en el suelo, respirando con fuerza y secando su sudor con un pañuelo a la par de que volteaba su cabeza a ambos lados.
—¿Hay al-alguien aquí?
La respuesta fue un antipático gruñido que le hizo erizar sus cabellos. El de gorro negro maldijo y saco un pañuelo para limpiar aquello y no dejar evidencia, por las dudas. Cogió una caja vacía y colocó ahí el pañuelo con los residuos de su “ración diaria”.
El rechinar de varios zapatos, llamó la atención del de gorro. Volvió a asomarse y miró al pelirrojo, quién cubría su boca y se hacía cada vez más pequeño.
—¡No pudo haber ido muy lejos!
—¡Ese enano no se saldrá con la suya!
—¡De seguro salió por esa ventana, capitán!
—Es una gallina, de seguro fue en busca de los guardaespaldas de Goldberg.
—Muévansen, no quiero que se vuelva a escapar.
Después de dos minutos el silencio reinó en el pasillo. El joven Grells se quitó su gorra y limpió sus lentes empañados.
La malévola risa de Eddward Marion le provocó un micro infarto al pecoso.
—¿Eddward?— apretó su propio pecho y exhaló con fuerza.
—Patético como siempre, Pumpkin.
El nombrado se colocó sus lentes y miró con fastidio al más alto.
—¿Qué haces aquí?
—Vine por mi propia voluntad, no por estar huyendo de esos papanatas— contestó burlesco y se aproximó hacia el pelirrojo, mismo que se puso de pie y puso su mano sobre la manija de la puerta.
—No me enorgullece, era eso o tener que darles crédito en el trabajo grupal en el que no hicieron absolutamente nada— se defendió y giró la perilla sin darle la espalda al de gorro negro.
El más alto rió ante la respuesta del miope, siempre le gustó aquella valentía altanera de Kevin, era algo que irritaba a los verdaderos bravucones, quiénes al no poder defenderse verbalmente, recurrían a los golpes.
Tras varios intentos de abrir la puerta sin ver, el de gorra roja se volteó e intentó con más fuerza girar la perilla.
—¿Le pusiste seguro?— escupió Eddward antes de apartar al de pecas. —Eres un idiota— bufó y tiró con todas sus fuerzas del objeto oxidado, su sed le estaba consumiendo. —Tengo que salir de aquí cuánto antes— su mandíbula estaba tensa y sus colmillos comenzaron a crecer.
—No hagas eso, lo empeorarás— replicó Kevin y con el deseo de detener a Edd, no hizo mas que ayudarlo a terminar de sacar la parte interna de la perilla de la puerta. —Yo podía arreglarlo— le reclamó, molesto. —¿Y yo soy el idiota, eh?— jaló la manga del más alto y recibió una de las peores miradas que Eddward Marion le había dedicado en toda su vida.
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« ʀᴜᴍᴏʀᴇs » •ℜ𝔢𝔳! 𝔎𝔢𝔳𝔢𝔡𝔡
FanfictionEl lindo pueblito de Peach Creek está lleno de leyendas y creencias que afirman la existencia de criaturas mitologías que habitan entre los ciudadanos. Te invito a conocer cada uno de estos ℜ𝔲𝔪𝔬𝔯𝔢𝔰 ...