Capítulo 39

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Me pierdo en este día lluvioso, las gotas se desploman impetuosas haciendo que el ruido por momentos sea ensordecedor, la ventana se empaña y mis dedos dibujan figuras sin sentido dictados por alguna parte de mi mente que no está bajo mi control.

La textura lisa y resbalosa del vidrio es agradable al tacto, desde niña me gustó hacerlo, esa tierna época en la que era feliz con tan poco, a medida que creces todo se complica... ¡demonios! Se supone que estoy haciendo lo correcto, pero llevo tres días y nada parece decirme que tengo la razón, sigo teniendo este tremendo vacío que incrementa mi ansiedad y es ese no saber lo que me jode.

Vuelvo a beber de mi taza de café parsimoniosamente saboreando la suavidad, veo el reloj y me cercioro que es una hora razonable para llamar, sí, ¿por qué no?, solo quiero saber qué fue ese beso, ¿por qué me dolió tanto?, me siento igual que ese día en la iglesia, como si estuviera renunciando a ella, ¿pero cómo puedo renunciar a algo que nunca ha sido mío? porque así siempre ha sido, he tenido su amistad, su piel, sus ganas, pero nunca su corazón.

No comprendo qué impulsó a Nayeon a besarme, si tan solo ella supiera cómo logra desestabilizarme, aghh no, debo detenerme, no es bueno agitar más mi pobre alma, se supone que tomé una decisión, debo ser consistente.

—Amor, ven a la cama —me dice con voz somnolienta, sus ojos a medio cerrar esperan mi respuesta, asiento mientras dejo la taza en la mesita de noche, levanto las cobijas y me adentro, colocó una mano en el respaldo de mi cabeza mientras mis ojos apuntan al techo— ¿Estás bien? —Volteo a verla y dibujó una pequeña sonrisa, lo suficiente para que se tranquilice y no siga preguntando, descansa su cabeza en mi hombro y vuelve a quedarse dormida, solo debo tratar de calmar esta maldita ansiedad, y todo estará bien.

—Amor, ven a la cama —me dice con voz somnolienta, sus ojos a medio cerrar esperan mi respuesta, asiento mientras dejo la taza en la mesita de noche, levanto las cobijas y me adentro, colocó una mano en el respaldo de mi cabeza mientras mis ojos a...

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—No entiendo tu afán de querer empacar ya te dije que solo puedo irme cuando termine de reestructurar los hoteles... Además tengo encima el proyecto de remodelar algunos y eso toma tiempo. 

Desde que se levantó está como loca por todo el apartamento, buscando cajas y tratando de convencerme que no hay nada de malo con ir empacando, Jihyo se comporta como si tuviera miedo de que me retractara, cómo sí el irnos a vivir a New York estuviera en riesgo, no comprendo sus miedos.

—Lo sé, pero... nada se pierde con ir guardando las cosas que ya no vas a necesitar —contesta con una mano en la cintura y la otra en su mentón, ni siquiera me ve a los ojos, ya está asustándome, no la entiendo, sé que algo anda mal con ella, he intentado ignorarlo, pero no sé hasta qué punto hacerlo es buena idea— Ya sé, lo mejor es empezar con el estudio, total no creo que lo utilices muy seguido —Me ve levantando las cejas, solo asiento pesadamente.

—Está bien, será como tú digas... ya te alcanzo —Le hago señas para que siga, me resigno, lo mejor es permitirle algo que calme su desasosiego.

Vuelvo a ver la hora, las manecillas siguen su curso normal, pero me siento en una jodida cuenta regresiva, ¿de qué? no tengo la más mínima idea, de nuevo la ansiedad se apodera de mí, necesito escuchar su voz, solo eso, marcó su número y me dirijo a la cocina buscando un sitio alejado que me permita un momento de calma con ella.

La promesa || 2Yeon +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora