Jeongin

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20 de noviembre 1994.

Yang Jeongin había, por extraño que parezca, tomado la decisión más importante de su vida. Irse de casa.

Y no una despedida con globos, abrazos cariñosos y un cartel con un vuelve pronto. No, no hubo lágrimas de mamá, promesas de volver para navidad o siquiera hubo una despedida verbalizada. Nada de eso hubo, solo fue algo tan simple, certero y doloroso. Sus padres se quedarían sin su único hijo y eso no les importaba. No cuando su hijo era una vergüenza para ellos, un inmoral, un enfermo, no cuando lo habían hecho tanto de menos. Y Jeongin estaba harto de eso. Harto de los gritos, de los reproches, de los malos tratos, sus padres dejaron de ser sus padres, y no en el momento en que se fue, sino desde aquella tarde de mayo.

Ya no había desayuno en familia, o siquiera un rato más de dos minutos los tres juntos, ya no había tiempo para ser la familia feliz, no se podía, la familia Yang estaba rota, herida, jodida, en máximas palabras, la familia Yang, dejó de ser una familia, y no por el corazón roto de Jeongin, sino porque, ellos fueron los causantes por tantos perjuicios.

Jeongin tomó sus maletas, dos solamente, miró a sus padres quienes no lo miraron un segundo más, y salió por la puerta de su casa; más que sentir miedo y tristeza, sintió paz, libertad. Era libre, con todo lo que la libertad podía traernos.
Jisung, su amigo fiel lo esperó en la puerta y Minho, les protegió, no de en balde practicaba boxeo.

Si es que había estado ahí tantos meses después de aquella mañana en que dejó de verlo, con toda esa mierda en la espalda, es porque inconscientemente tenía la ilusión de que él volviera, una fantasía tonta a la que se aferraba para poder levantarse de la cama todos los días.
Jeongin lo esperaba, sentado en el jardín, lo esperaba algunas veces, mientras le pedía a la luna que le diera poco más de fuerzas para continuar, para sobrevivir. Y es que el primer corazón roto se sentía malditamente mal, estúpidamente mal, porque se siente mortal, inhumano, es un dolor fuerte, de ese que corta respiraciones que te hace doblar las rodillas, dar bocadas fuertes de aire, ese dolor que se siente físico por más emocional que sea, el primer corazón roto, cuando se ama de a de veras, es el más horrible de afrontar. El primer corazón roto se siente como peso de plomo en el estómago.

Rebobinando un poco, hace ya seis meses, cuando todo pasó, esto fue una mierda entera para Jeong, con emociones, rechazos, todo nuevo, todo tan explosivo, los malos comentarios en el colegio, la tristeza que abundaba su alma, eso sentía, fueron largos días de sentirse como el demonio.

La primera semana no fue nada fácil, Jeongin había llorado como un niño en su habitación y ni siquiera había salido a recibir comida a la puerta. Un adolescente enamorado era tan subestimado. Porque tontamente invalidan sus sentimientos, restándole importancia a lo que también siente, pero es que somos unos ilógicos, porque realmente, cuando somos adolescentes y amamos, es el amor más puro que podemos dar, sin un interés de por medio, solo amor, solo sentir, los invalidamos demasiado cuando es en la edad en la que más bonito se ama, más puro, más real.

Jeongin pasó siete días en su cama, alguno de esos no lloró, solo abrazaba sus piernas, miraba a la ventana, con la esperanza de que aquel mismo cielo, bajo este mismo, por lo menos, ellos dos estaban juntos, juntos bajo el mismo cielo a pesar de toda la distancia. Entonces se aferraba a las sábanas y olía a la colonia de Chan que estaba impregnada en la tela, después se hacía bolita en la cama, como si de esa forma pudiera proteger un poco más su dañado corazón. Su madre ni siquiera lo fue a ver un solo momento, y su padre menos. Ni siquiera cruzaban a ese lado de la casa, dejando solamente la charola de comida afuera de la puerta y luego, tres horas después regresaban por ella con la noticia de que Jeongin no había comida nada.

Para un corazón roto, los amigos son la mejor medicina, el problema errade en qué, Han Jisung tenía prohibido pisar siquiera la calle de Jeongin. Y en toda la semana por más intentos que el menor hizo por ver aunque sea un poco a su amigo, esto le fue imposible. Hasta que un día, cuando la mamá de Jeong no estaba presente, el papá de Jeongin lo interceptó, queriendo o no preocupado por su hijo, al saber que no comía se tenía o peor. Un gesto mínimamente humano.

Modern Love ✢ ChaninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora