Capítulo: La Visita del Joven Dragón
Año 162 d.C. Diez años habían pasado desde que el joven Viserys había dejado atrás la infancia y comenzado a forjar su propio destino en un mundo de guerras y traiciones. Ahora, con 15 años, Viserys era un joven valiente y determinado, siempre bajo la atenta mirada de su bisabuela Rhaenyra y con el peso de su linaje sobre sus hombros.
Rhaenyra, con 65 años, seguía siendo una figura central en la lucha de los Negros. Aunque la edad había comenzado a dejar su huella en ella, su espíritu seguía siendo fuerte y su mente aguda. Su conexión con Viserys era profunda, y en él veía reflejada la valentía y el ansia de conocimiento que una vez definieron a su hija Rhaela.
Rhaela, ahora con 49 años, se había convertido en una figura fría y calculadora. La pérdida y el dolor la habían endurecido, y su amor se limitaba a sus hijos y dragones. Su matrimonio con Aemond, de 52 años, era una alianza de respeto y deber más que de amor.
Los hijos de Rhaela y Aemond habían formado sus propias familias y, en muchos casos, perpetuado la compleja red de alianzas y traiciones.
Aelor, con 34 años, y Alys habían tenido 12 hijos, consolidando su linaje.Lyra, de 26 años, se había casado con Daeron, el ex esposo de su difunta hermana Alia, y juntos tenían seis hijas.Lyanna, de 20 años, estaba casada con Larys Strong, de 71 años, con quien había tenido cuatro hijos, de los cuales solo dos habían sobrevivido.Daera, de 18 años, estaba casada con Ser Criston Cole, de 80 años, el ex comandante de la Guardia Real y mano del rey. Juntos tenían dos niños y una niña.Visenya, de 17 años, y Maegor, de 15 años, seguían solteros, aún explorando sus propios destinos en un mundo en constante cambio.
La guerra entre los Verdes y los Negros seguía siendo feroz, con batallas y traiciones marcando el curso de los eventos. Alicent, tras varios intentos de hacer daño al joven Viserys, había sido encerrada en sus aposentos. Su locura y desesperación habían llevado a esta medida drástica, y la corte respiraba un poco más tranquila sin su influencia destructiva.
Viserys, decidido a enfrentar sus propios miedos y esclarecer su confusa relación con su abuela, decidió visitarla. La visita estaba cargada de tensiones y recuerdos dolorosos, y Rhaenyra no permitió que fuera solo. Estaba rodeado de guardias, para asegurarse de que Alicent no pudiera hacerle daño.
El joven Viserys se adentró en los oscuros y silenciosos aposentos de Alicent, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La figura de su bisabuela, ahora una sombra de lo que una vez fue, se alzaba ante él. Sus ojos, aún brillantes con una chispa de locura, se fijaron en él con intensidad.
Viserys: "Abuela... He venido a verte."
Alicent levantó la mirada, una mezcla de sorpresa y desdén en sus ojos.
Alicent: "¿Vienes a burlarte de mí, niño? ¿A recordarme lo que he perdido?"
Viserys dio un paso adelante, tratando de mantener la calma.
Viserys: "No, abuela. Vengo a entender. A entender por qué..."
Alicent rió, un sonido amargo que resonó en la habitación.
Alicent: "¿Entender? ¿Qué hay que entender? Los Targaryen sois un nido de víboras. Traición, muerte, y fuego... Esa es vuestra herencia."
Viserys sintió una punzada de compasión, pero también de determinación.
Viserys: "Puede que eso sea parte de nuestra historia, pero no tiene que definirnos. Hay más en nosotros que solo oscuridad."
Alicent lo miró con una mezcla de curiosidad y desprecio.
Alicent: "Eres joven. No entiendes el verdadero peso de nuestra sangre. Pero algún día lo harás."
La conversación continuó, llena de tensiones y verdades dolorosas. Viserys sintió que, aunque la locura había consumido a su abuela, había destellos de la mujer que alguna vez fue.
Rhaenyra observaba la escena desde la entrada, su corazón pesado por la situación de su familia. Veía en Viserys una esperanza, una posibilidad de redención y renovación para su linaje.
Cuando la visita terminó, Viserys salió de los aposentos de Alicent con una mezcla de emociones. Había visto la locura de cerca, pero también había sentido una chispa de comprensión. Rhaenyra lo recibió con un abrazo, sintiendo en él la fortaleza que su familia necesitaba.
La guerra continuaba, y con cada día que pasaba, las alianzas y traiciones seguían redefiniendo el destino de todos. Viserys estaba decidido a enfrentar lo que viniera, sabiendo que el peso de su linaje y la valentía de sus ancestros lo guiaban.
La tensión en el reino era palpable, y cada movimiento de los dragones y sus jinetes tenía el potencial de cambiar el curso de la historia. El joven dragón Viserys estaba preparado para enfrentarlo todo, con la determinación de forjar un nuevo destino para los Targaryen.
[...]
Después de la tensa visita a los aposentos de Alicent, el joven Viserys se retiró a sus habitaciones, su mente llena de pensamientos confusos y emociones encontradas. Más tarde, Rhaenyra decidió hablar con él, sabiendo que su bisnieto necesitaba apoyo y orientación. Lo encontró sentado junto a una ventana, mirando hacia el horizonte con una expresión seria.
Rhaenyra se acercó y se sentó a su lado, poniendo una mano reconfortante en su hombro.
Viserys, ¿qué es lo que te atormenta? - comenzó con suavidad, pero con la firmeza característica de su voz.
Viserys levantó la mirada, sus ojos reflejando tanto la confusión como la determinación.
Abuela... Es difícil entender todo esto. La locura de Alicent, el dolor que arrastra nuestra familia. No sé cómo procesarlo - admitió, su voz temblando ligeramente.
Rhaenyra lo miró con intensidad, su mirada llena de fuego y compasión.
Escucha bien, Viserys. Nuestra familia ha conocido la gloria y la tragedia, la luz y la oscuridad. Pero no estás destinado a repetir los errores de quienes vinieron antes. Tienes en tus venas la sangre del dragón, y con eso viene una fuerza que pocos pueden comprender.
Viserys frunció el ceño, aún luchando por comprender.
¿Pero cómo puedo ser diferente, abuela? ¿Cómo puedo superar esto?
Rhaenyra tomó su rostro entre sus manos, sus ojos fijándose en los suyos.
Al aceptar nuestra historia y aprender de ella. No permitas que las sombras del pasado definan tu futuro. Tu abuela Rhaela siempre mostró una valentía increíble, y veo lo mismo en ti. Tú tienes la oportunidad de forjar tu propio camino, uno lleno de justicia y compasión.
El joven Targaryen asintió lentamente, comenzando a sentirse más seguro.
Quiero ser alguien que pueda hacer una diferencia, alguien digno de nuestro nombre.
Rhaenyra sonrió con orgullo, apretando su mano con firmeza.
Y lo serás, Viserys. Porque tienes un corazón fuerte y noble. Nunca olvides que, sin importar los desafíos que enfrentes, siempre tendrás a tu familia para apoyarte. No importa lo que enfrentes, siempre encontrarás la fuerza dentro de ti para superarlo.
Viserys sonrió débilmente, sintiendo el calor y la seguridad en las palabras de su bisabuela.
Gracias, abuela. Significa mucho para mí.
Rhaenyra lo abrazó con ternura, susurrando en su oído.
Recuerda siempre, mi valiente dragón, que a pesar de las sombras de nuestro pasado, eres la luz que guiará nuestro futuro. Y siempre estaré aquí para ti, en cada paso del camino. Somos Targaryen, Viserys. La sangre del dragón arde en nosotros, y con ello, superamos cualquier adversidad.
La conexión entre ellos se hizo aún más fuerte en ese momento. Ambos sabían que, sin importar lo que el destino les deparara, enfrentarían juntos los desafíos, con amor y coraje, manteniendo vivo el legado de los Targaryen.
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El último dragón: La casa del dragón
TeenfikceEl último dragón: La Saga Targaryen ofrece una mirada profunda a las complejidades de la política familiar, el amor y el poder en la casa Targaryen. A través de los ojos de Rhaena, la novela explora la tensión entre el deber y el deseo, la lealtad y...