Capítulo 58: La Prueba de Fuego

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Capítulo: La Prueba de Fuego

Con el sol levantándose sobre el horizonte, Viserys se preparaba para embarcarse en su primera misión fuera de las tierras de los Targaryen. El joven príncipe, con apenas quince años, sentía el peso del legado sobre sus hombros mientras abordaba el majestuoso barco Velaryon. La misión era peligrosa: enfrentarse a piratas y recuperar a Kitty, la dragona rosa de su madre, Alia.

Mientras el barco navegaba por aguas traicioneras, Viserys se mantuvo en la proa, observando el horizonte con determinación. La tripulación, compuesta por experimentados marineros y guerreros, lo observaba con curiosidad y respeto. A pesar de su juventud, su porte y su mirada reflejaban la grandeza de su linaje.

Al caer la noche, avistaron las velas de los piratas en el horizonte. El capitán Velaryon se volvió hacia Viserys.

Príncipe Viserys, es hora de demostrar de qué estás hecho - dijo, su voz firme pero alentadora.

Viserys asintió, desenvainando su espada con decisión. El combate fue feroz. Los piratas atacaron con furia, pero Viserys, a pesar de su falta de experiencia, se movía con una gracia y destreza innatas. Sus golpes eran precisos, su valor inquebrantable. Con cada pirata caído, el joven príncipe ganaba el respeto de la tripulación y forjaba su propio nombre en el fuego de la batalla.

Cuando la última de las naves piratas fue hundida y la calma volvió al mar, Viserys se permitió un momento para respirar. Pero la misión no había terminado. La parte más peligrosa y crucial aún estaba por delante.

El barco ancló cerca de una isla rocosa, y Viserys, acompañado por un pequeño grupo de hombres, se dirigió hacia una cueva escondida entre los acantilados. La cueva donde Kitty, la dragona rosa de su madre, había hecho su nido.

Al entrar en la cueva, el aire se volvió denso y cargado de una energía antigua y peligrosa. Las llamas de las antorchas danzaban en las paredes de piedra, proyectando sombras inquietantes. Al fondo de la caverna, los ojos brillantes de Kitty los observaban con una mezcla de curiosidad y amenaza.

Viserys se adelantó, alzando la voz en alto valyrio.

Mēre jorrāelagon, kessa mazverdagon iā sīmonā daor (Madre amada, te encontraré y no estaré solo) - cantó con una voz suave pero firme, recordando la nana que su madre solía cantarle.

Kitty avanzó lentamente, su enorme cuerpo rosa moviéndose con una gracia peligrosa. De repente, lanzó un rugido ensordecedor y se abalanzó hacia Viserys, sus fauces abiertas listas para atacarlo. Sin embargo, Viserys no retrocedió. Siguió cantando, su voz resonando con fuerza y determinación.

La dragona se detuvo a escasos centímetros de él, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y reconocimiento. Lentamente, Viserys extendió una mano hacia ella, sin dejar de cantar. Kitty inclinó la cabeza, permitiendo que su joven jinete la tocara. La conexión entre ellos se selló en ese instante, una promesa de lealtad y protección mutua.

Ñuha drāghūlītsos, iā rūs, iā aōhen (Mi pequeña dragona, a ti, a tu casa) - susurró Viserys, acariciando las escamas rosadas de Kitty.

Cuando salió de la cueva montado en la dragona, la tripulación vitoreó, maravillados por la valentía y el logro del joven príncipe. La misión había sido un éxito rotundo. Viserys había demostrado que, a pesar de su juventud, era digno de su nombre y herencia.

Regresaron a casa victoriosos, con la figura imponente de Kitty surcando los cielos. La noticia de su hazaña se extendió rápidamente, y Rhaenyra, al enterarse, sintió un profundo orgullo por su bisnieto. El joven dragón había superado su prueba de fuego y estaba listo para enfrentarse a cualquier desafío que el destino le pusiera en su camino.

[...]

Se va acercando el final, tras varios capítulos. Podría alargar la historia pero no quiero que sea aburrida, me gustaría hacer otras historias.

El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now