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Rainelys descubre que su madre había escondido la herencia de su padre durante años, y cómo si esto no haya sido suficiente escándalo, al leer el documento se dan cuenta de que había una casa a nombre de uno de sus hijos. Que lástima que se le haya olvidado especificar a cual de los dos.
Una fuerte rivalidad se desata entre los hermanos, cuyo único objetivo era no dejar que el otro consiguiera la casa. Así que su madre decide tomar cartas en el asunto.
¿Que mejor manera de decidir quién se queda con la casa que conociendo a las parejas de cada uno? Deberán pasar el verano en la casa de verano de la familia, aguantar presión y aguantar presión, solo para ver cual de las dos parejas está más estable.
Lo chistoso aquí es que Rainelys no ha salido con nadie desde la secundaria. Pero gracias a sus increíbles poderes de convicción (y la rivalidad recién formada con su hermano) su madre piensa lo contrario.
Aquí es cuando Jonessy, su mejor amiga, entra en acción; pues resulta que la única persona que se le pudo ocurrir a Rainelys para tener una relación falsa era ella. ¿Pero y quien no? Con esa mirada penetrante, piel tan suave como seda, y voz dulce y embriagadora, sería muy difícil siquiera pensar en alguien más.
Jonessy accede a ayudarla porque después de todo, sólo es una farsa. Es un teatro montado para su familia en dónde los sentimientos son sólo parte de la actuación.
Pero todo se empieza a salir de control cuando Jonessy empieza a confundir sus sentimientos, al igual que Rainelys. Lo único que mantiene Jonessy en esa casa es el simple hecho de que solo tiene que aguantar dos meses. Una vez se cumpla el tiempo podrá largarse de ahí y hacer como que nada nunca pasó, tratar esa experiencia como desarrollo de personaje y nada más.
De no ser que algo cambie en el camino por supuesto...
