ZELFORTRET

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Esa cafetería. En mi mente, donde las ideas se esconden, un recuerdo luminoso emerge, como un sol que comenzaba a ascender. Ella, sentada en la silla, con la cabeza apoyada en la ventana, entre sus manos un capuchino, mientras el amanecer se despliega. Las 6:00 A.M. El sol se levanta desde el oriente iluminando su rostro terso, como una obra de arte que se revela. Sus ojos color marrón, profundos y misteriosos. Una bufanda que cubre sus labios. Pero no puede ocultar su belleza; los imagino suaves, como una flor que se abre en la primavera. Un carmesí o rouge, que resalta con su piel blanca, un contraste que me deja sin aliento. En ese momento, todo se detiene, el tiempo se congela y ella, cada segundo, en mi mente se revela. No me deja concentrar. ¿Qué estaría pensando? ¿Qué hacía en aquella cafetería? ¿A dónde iría? ¿A quién esperaba? No pude responder estas preguntas yo mismo por la constante presión de poder arruinarlo, de que no fuera ni el momento ni el lugar para conocerte. ¿Y si sí esperaras a alguien? Quedaría como un bufón en esa relación, la gente tendría una mala perspectiva de mí. Uno de los más grandes escritores de la época siendo opacado por una solitaria mujer en una cafetería; eso de seguro saldría en los periódicos. "ESCRITOR PIERDE SU COMPOSTURA FRENTE A UNA DESCONOCIDA", en primera plana.

Necesito descansar y despejar mi mente. ¿La volveré a ver?

-¿En serio vas a seguir sobrepensando?

-Es que si la hubieras visto...

-Ven, necesitamos hablar.

-Claro.

Stephen se levantó de la silla de su escritorio y caminó hasta el otro lado de la habitación, pasó por la ventana y de paso abrió las cortinas, dejando que la luz solar ilumine la fría habitación. Llegó al otro lado para quedar cara a cara con el autorretrato de Vincent van Gogh de 1889.

-Dime.

El cuadro cobra vida, como un susurro que se despierta en el aire, las texturas se agitan como un río que cambia de curso. Mientras los colores permanecen, el autorretrato de Vincent mueve su boca y ojos, como un ser que se despierta de su profundo descanso donde los colores y texturas se fusionan en un abismo. Todo esto sucede frente a la profundidad de los ojos de Stephen. Vincent suelta un par de palabras con un tono grueso pero suave que invade el espacio.

-A veces conviene ir hacia el mundo y frecuentar a los hombres, pues uno se siente allí obligado y llamado, pero el que prefiere permanecer solo y tranquilamente en la obra y solo quisiera tener muy pocos amigos, es el que circula con más seguridad entre los hombres y el mundo.

-Creo que ya llevo mucho tiempo solo.

-¿Y tienes la seguridad de que si conoces a alguien y te abandona estarás igual?

-Claro...

-¿Seguro?

-Tú conoces mucho la soledad, pero estos son tiempos distintos, y lo que necesito ahora es con quién reír, festejar, necesito hacer cosas nuevas, no sé, como tomar una copa de vino en París de noche, cosas así para variar...

-¿Ya la superaste?

-Claro...

-¿En serio?

-¿Cómo voy a superarla...?

-Dejando de cerrarte al mundo y creer que eres el mejor en lo que haces.

-Pero yo soy el mejor.

-Continúa mintiéndote solo, ya no importa...

-Jamás entenderías mi fama...

VINO TINTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora