❤️‍🩹 Capitulo 8🫂

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Chuuya

El parque estaba prácticamente vacío a estas horas, con solo el susurro de las hojas y el crepitar ocasional de las ramas bajo el peso de algún ave que se movía por los árboles.

El sol, ya en el horizonte, tenía el cielo de tonos cálidos, mezclando naranjas y púrpuras, mientras el aire fresco de la tarde mecia las copas de los árboles.

Sentado en un banco solitario, me encontraba con la vista perdida en la lejanía, intentando ignorar la presión constante que martilleaba en mi sien.

Encendí un cigarrillo y dejé que el humo llenará mis pulmones antes de exhalar lentamente, observando como se disipaba en el aire.

El sabor amargo y la sensación de quemazón en la garganta eran un tipo de consuelo extraño, pero efectivo. Necesitaba algo que mantuviera mi mente ocupada, algo que apartará los pensamientos que se arremolinaban agitando el ya presente dolor de cabeza.

Pensé en Sam, desde que lo vi en acción supe que tenía potencial, no era malo, a pesar de demostrar su constante valentía todo el rato, enviarlo a esta misión no fue una decisión tomada a la ligera, pero necesitaba ver cómo se desenvolvía solo ante situaciones muy feas.

La situación con esos bandidos había escalado rápidamente, más de lo que cualquiera de nosotros esperaba, modificaciones genética, esa basura...no era común, ni siquiera en nuestro jodido mundo de poderes.

Recuerdo cuando los informes comenzaron a llegar, los tipos a los que nos enfrentamos tenían habilidades fuera de lo común, la combinación es de poderes que no deberían existir en una persona.

Chasquee la lengua frustrado, si esos malnacidos estaban siendo alterados genéticamente, significaba que alguien con suficientes recuerdos y conocimientos estaba jugando a ser dios.

Mis pensamientos repentinamente vagaron como solían hacerlo, hacia el. Maldita sea, incluso en los momentos más jodidos su recuerdo siempre encontraba la manera de filtrarse en mi cabeza.

Lo odio, ese maldito bastardo de vendas con su estúpida sonrisa burlona y esos ojos castaños burlones que tanto detestaba, no había pasado más que un par de días desde que dormí con el, después peleamos, guvimos medio una tregua y volvió a huir y yo lo dejé irse.

Sacudí la cabeza intentando alejar esos recuerdos, ya que había cosas más importantes en juego ahora, como averiguar dónde estaba ese maldito laboratorio o instalación donde esos bandidos estaban siendo modificados.

Esa era la prioridad, quise consultarlo a Nikolai, el único con la mente torcida lo suficiente como para entender porque hacían estos experimentos, pero Nikolai, parecía estar pasando un infierno desde que Fyodor murió

No tenía pruebas, pero había algo en toda esa historia que no cuadraba, Fyodor no era alguien que muriera fácilmente, y si alguien podría estar de estas modificaciones, bien podría ser el.

Pero, ¿Como coño le dices eso a Nikolai?, el hombre estaba destrozado, apenas mantenía su fachada habitual de bromas y sonrisas, y cada vez que mencionaba a Fyodor era como si su alma se fracturars aún más

No podía simplemente aparecerme y decir

Ey Nikolai ¿y si tú querido dos-kun sigue vivo jodiendo al mundo desde las sombras?

Solté un bufido, no tendría que encontrar otra manera de verificar esa posibilidad, por mi cuenta, sin embargo eso no cambiaba el hecho de que Nikolai había sido un gran amigo estos dos años.

Fue el quien hace un par de meses me había dicho con una sonrisa ladeada dándome las pastillas que las iba a necesitar, aunque sus ojos no compartían la misma alegría, fingía.

Bajo el Manto del OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora