Bella Miller no era una chica de lo más social, extrovertida ni nada por el estilo. Desde muy pequeña pasó por un montón de cosas, las cuales marcaron su vida por completo.
Jaden Walker era todo lo opuesto. La definición exacta de él sería un chico...
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—Bella, un café cortado en la mesa siete
—Voy
Me apresuré a llevar el pedido en la mesa correspondiente. La cafetería estaba bastante llena, por motivo del aniversario de su apertura. La Sra. Philips había decidido rebajar un poco el coste, otras simplemente eran gratuitas.
Estaba algo desubicada de lo normal, mi mente reproducía esa escena con Jaden una y otra vez, varias veces intenté pensar en cosas más importantes pero me era imposible.
Qué locura, faltó poquito para que me acostara con él. Una tentación de la cual, logré salir de una pieza.
Los clientes ya estaban todos atendidos y degustando de sus pedidos. Suspiré y me encaminé al mostrador, estaba algo sofocada, sentía que la respiración me fallaría en cualquier momento.
Sacudí mis palmas cerca de mi rostro, tratando de no perder el control, no podía montar una escena en éste preciso momento.
—Oye ¿Ese no es el chico buenorro del otro día? —comentó Scarlet, provocando que mirara en frente.
Jaden
Acababa de entrar al café y venía acompañado de un tío de cabello negro, cuyas puntas estaban teñidas de azul. Justo detrás de ellos venía ¿Hollie? sujetaba del brazo a Jaden con una confianza del otro mundo.
Se sentaron en una mesa que se encontraba cerca del gran ventanal. El sol descendía lentamente en el horizonte, teniendo en el cielo de colores rojizos y anaranjados, en perfecta armoñía bajo los faros y las luces del local dando un ambiente acogedor y agradable.
Solo por ésta ocasión mamá me permitió quedar hasta tarde, aparte de eso nos aumentarían el salario por las horas extras. Scarlet me dió unos leves golpes en el hombro, sacándome de un sin fin de pensamientos.
—¿Me estabas escuchando acaso? —hizo una mueca.
—Lo siento, no sé dónde tengo la cabeza —me excusé, ella pareció entender y esbozó una sonrisa.
—Está bien. Si no quieres puedo ir yo ¿Vale? —me agarró de los hombros.
—Para —sonreí —. Lo haré yo, no te preocupes.
Me levanté y tomé la libreta de apuntes. Caminé en dirección a la mesa, mis pasos seguros y sin pizca de sudor en mis manos.
El chico de cabello azul no paraba de hablar, mientras que Jaden y Hollie reían a carcajadas.
—Bienvenidos al dulce paladar —mostré mi mejor sonrisa —. ¿Hay algo que quieran pedir en especial?
