Capítulo 22, Mimi, relax.

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Chloe

Me mordí el labio hasta que la llama estiró mi piel, abriéndola y haciéndola sangrar.

Una puerta se abrió en el segundo que tardé en cubrirme el antebrazo.

— ¡SUELTA ESO AHORA MISMO! — Pegué un respingo. — Me prometiste que no lo volverías a...

Lo que me faltaba hoy.

— Mamá, yo... Lo siento. Me tapé la boca con la mano, ahogando mis gemidos de dolor.

Ella me arrebató el mechero y lo tiró por la ventana, sin dejar de llorar.

— Te voy a llevar al psicólogo en cuanto antes. ¿Me oyes? No puedes volver a autolesionarte.— Se restregó las lágrimas que caían por sus dos mejillas.

— Ya qué más da.— Me bajé la manga del jersey, la herida me punzaba como si, AAGH.

Grité.

Me había reventado una vena.

—  Vamos al hospital, esto pinta muy mal.— Sus sollozos conseguían herirme más que recibir una bala en el corazón.

Las lágrimas de una madre nunca deberían ser derramadas por sus hijos.

Era una puta mierda de persona.

Mientras mi padre había ido a la cafetería para pedir algo para los dos, yo había preferido quitarme el dolor emocional con el físico.

Simplemente, quería dejar de sentir.

Quería...morir.

Cerré los ojos, oliendo el característico olor metálico de la sangre.



❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥



Adam

Me agaché para inspirar una raya más de cocaína.

Tenía a una rubia despampanante colgada de mi brazo derecho, y a una latina guapísima besándome el cuello.

A pesar de ello, sabía a ciencia cierta que no pasaría nada con ninguna de ellas.

Eric se estaba bebiendo su copa cuando su no-novia pelirroja se sentó encima de sus piernas.

La hermana de Marie me sorprendía en algunas ocasiones. Cuando quedábamos los chicos y yo, siempre se comportaba de manera elegante, fina y discreta, pero cuando le añadías el factor del alcohol...

Suponía un peligro mayor que cualquier muchacha de la Elitist Academy.

— Buscaros una habitación.— Les abucheé, silbándoles al par de tortolitos.

Su melena rojiza se giró en mi dirección, parecía un pelín cabreada.

— Tú cállate, que para una cosa que te pide Chloe, no se la das, mujeriego de mier-.— Quería pelea esta tarde la chiquilla, wow.

— Mimi, relax. —El rubio colocó ambas manos en su cintura.— Adam es uno de mis mejores amigos, no mi enemigo. No tienes por qué insultar...

Dulce odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora