Capítulo 8

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Se podría decirque casi ni veía.


Estaba en casa de los Trey a las nueve de la mañana con lo que se podría decir la legaña en el ojo de lo dormida que estaba.

Había pedido a mi madre que me levantara temprano para ir a la hora del desayuno a casa de Nicolas y cerrarle la boca de un puta vez.


Llevaba allí diez minutos tomándome un café con mi madre y la señora Trey hasta que escuché unos pasos que provenían de las escaleras.

Por aquel espacio se aproximaba Nicolas ya vestido con unos vaqueros oscuros, una camiseta blanca y una chaqueta negra.

Cuando cruzamos miradas me ofreció una sonrisa digna de una hostia y una vez bajadas todas las escaleras cogió las llaves para darlas una vuelta en su dedo y se quedar frente a mi.

-¿No decías ayer de ir a tu casa?- Me preguntó con una sonrisa de burla sellada en su cara.

-Me tengo que terminar el café.

-No te preocupes cariño, te lo puedes llevar a casa- Añadió la madre de fondo -Como si te quedas la taza, tenemos muchas.

Dicho eso,Nicolas y yo partimos hacia afuera de aquella casa y nos detuvimos cuando escuché una carcajada de parte del chico que se encontraba a mi lado.

-¿De qué te ríes ?- Pregunté un poco a la defensiva.

Se me quedó mirando en silencio aguantando la risa:

-¿Hace cuánto que no te levantas a esta hora en fin de semana?

-Pues no sé Nicolas, desde hace mucho- Le respondí en modo de queja mientras él seguía con su risa.

Si dijera que ese sonido era molesto mentía.

Estaba tan poco acostumbrada a eso que podía incluso denominarse como algún tipo de melodía.

Al escuchar aquella risa más liberada me le quedé mirando apreciando su perfil .Ya podría ser así más veces.

Se le veía más tranquilo. Tenía una sonrisa puntiaguda como si de un gato detratara. Cada que soltaba una nueva carcajada, la nuez de su garganta subía y volvía a bajar a su posición inicial, también se le movía su pelo despeinado que si le preguntaba seguramente me respondería que ni se había esforzado en peinárselo aquella mañana.

Si ya de por si su voz era ronca al estar recién levantado, no iba a hablar de su risa.Una de las risas más roncas y profundas que había escuchado.

Jo-der.

Después de toda esa aquella escenita solté una carcajada discreta para que él no la notara y continué hasta la puerta de mi casa.

Abrí la puerta y antes de entrar dejé espacio para que pasara Nicolas.

Lo primero que hizo nada más entrar a la casa fue echar un vistazo rápido y subir por las escaleras tras preguntar cuál de todas era mi habitación.

Le dirigí hasta mi cuarto y se quedó en el centro de aquella sala girando sobre si mismo poco a poco para ver todos y cada uno de los detalles de aquella habitación. Mientras él iba observando mi habitación, yo me senté en mi cama mientras respondía sus preguntas.

-¿Y estos son tus amigos?- Preguntó señalando una foto que había en la parte de arriba de mi espejo.

Era una foto grupal que nos hicimos hacía dos años. Mi foto favorita.

Un cigarro después de la muerteWhere stories live. Discover now