Jaque mate

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Liam y yo habíamos estado todo el día juntos, tal y como estábamos todos los días. Juntos. Ir al hospital todos los días después de clase se había vuelto una rutina, y aunque quizá estuviera mal pensarlo, no quería que se fuera de allí. Porque ya no tendría ninguna excusa para ir a verlo cada vez que me apetecía.

- Para quererme tan poco como dices, no eres capaz de estar ni un solo día sin venir a visitarme. - dijo, mientras movía un peón.

- Te visito porque estoy aburrida en casa. - Mentí. - Vas a perder si no te concentras, mi amor. - dije sin reprimir una sonrisa.

Conseguido. Jaque mate.

- A la próxima tienes que estar más atento. - Le advertí.

- Prefiero concentrarme en otra cosas.

Los días iban pasando, y la recuperación de Liam era cada vez más notoria. Apenas quedaban pequeños rasguños alrededor de su rostro, los cuales no tardaron demasiado en desaparecer. Ojalá fuera así de fácil, ¿verdad? Esperar a que la herida sane sola, sin necesidad de hacer absolutamente nada.

A Liam le dieron el alta del hospital unas semanas más tarde, aunque los médicos le recetaron algunos analgésicos para el dolor de cabeza.

- ¿Te importaría acompañarme a casa? - me preguntó Liam. Asentí con la cabeza. Al fin y al cabo, le debía el favor.
- ¿Es qué no conoces el camino a casa aún? Ya eres mayorcito. - dije, en tono irónico, mientras subíamos a su coche de última gama.
- ¿Es qué no te das cuenta de qué estoy intentando retrasar el hecho de tener que despedirme de ti?

El resto del viaje lo transcurrimos en silencio, que a diferencia de la última vez, no fue para nada incómodo. A medida que nos íbamos acercando a la vivienda, un sentimiento extraño se produjo en mi interior. Como si fuera una advertencia en forma de dolor. Entonces aparcó el coche, lo que me hizo despertar de mis pensamientos. Alcé la vista. No podía creer lo que mis ojos contemplaban.

- Tú... ¿vives aquí? - pregunté, con la voz temblorosa.

Asintió.

Mareo. Más tarde, cómo si un agujero negro de dolor me absorbiera. No recuerdo qué pasó después. Solo sé que desperté en una camilla de camino al hospital.

Una Nueva Vida En Las AfuerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora