Capitulo Seis

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—¡Esto es vida! –exclamó Liz sonriendo mientras se reclinaba en el

lujoso asiento del jet privado de los Thitiwat y saludaba a su hermana Laurie y a Fluke con un cóctel en la mano–. Brindo por el chico que ha roto todos los moldes, ha superado todas las expectativas y está a punto de convertirse en un príncipe.

–Seguro que has tenido que retroceder un par de siglos – protestó Laurie–. Yo brindaría por el poder de Fluke para llevar al altar a un príncipe con fobia al compromiso. Creo que ese el verdadero logro.

–Alexios... –le recordó Fluke en voz baja.

–Tu príncipe es lo bastante inteligente para haber evitado casarse, si hubiera querido –opinó Liz–. Te infravaloras.

–En la universidad, nadie era inmune al atractivo de Ohm. Las personas lo perseguían. Que yo sepa, eres el único al que él tuvo que perseguir y el único que lo abandonó –apunto Laurie.

Fluke les sonrió con todo el afecto del que era capaz. Le pesaba no poder ser tan sincero con sus amigas como solía. Se inclinó para sujetar bien a Alexios a su asiento, porque estaban a punto de aterrizar en Therckos. No se trataba de que creyera que sus amigas fueran a traicionarlo, sino que pensaba que debía proteger la intimidad de su hijo y los secretos de familia.

La verdadera historia de aquella boda, que se celebraría dos días después, se iría con Fluke a la tumba. Esperaba no sentirse nunca tan amargado como para explicarle a Alexios la crueldad de su padre. Al tener que elegir entre casarse con él o arriesgarse a perder la custodia de su hijo, Fluke había optado por lo primero.

Pero sería una boda a punta de pistola.

Por desgracia, frente a Ohm se sentía más débil de lo que debería. Lo había chantajeado, pero se seguía sintiendo atraído y fascinado por él, y se temía que siempre desearía más de lo que le ofrecía sentimientos, en vez de orgasmos. Aunque estos eran maravillosos, ansiaba una relación más intensa.

Solo habían transcurrido tres semanas desde la segunda visita de Ohm a la granja. Lo sucedido durante esas semanas había superado todas las expectativas de Fluke. Ohm lo llamaba todos los días, generalmente para preguntar por Alexios o para darle información sobre los preparativos de la boda.

Había llegado un abogado a la granja con un contrato prematrimonial para que Fluke lo leyera. Además, le recomendó que buscara un abogado para que lo aconsejara. Fluke se lo leyó de cabo a rabo. No halló nada inconveniente en las condiciones, salvo la intención de Ohm de dejarle la vida económicamente resuelta, con independencia de cómo se comportara, y el deseo de que Alexios, y por tanto su padre, vivieran en Therckos, incluso en el caso de que se divorciaran.

Era un documento práctico y lo firmó sin más preámbulos.

Una mujer de un importante estudio de moda voló desde París a casa de Clara para tomar las medidas a Fluke para el traje de novio y mostrarle los modelos y accesorios. Como madrinas de honor, Laurie y Liz también recibieron su visita en sus respectivos domicilios.

Clara recibió una invitación a la boda, pero prefirió no acudir. Dijo que disfrutaría más viendo las fotos de su ahijada y oyéndola contársela.

Como el esposo de Laurie estaba trabajando en el extranjero, esta sustituiría a Fluke para cuidar a Clara y ayudarla a mudarse a su nuevo hogar. Janine, la ambiciosa abogada tía de Fluke, le dijo que no tenía tiempo de ir a la boda. Fluke no se sorprendió. Lo más importante en la vida de Janine era su profesión.

–¡Mira qué playas! –exclamó Laurie. Fluke miró por la ventanilla y vio calas de arena dorada y reluciente y un mar azul turquesa.

La increíble opulencia del jet privado de Ohm, donde los tres habían recibido toda clase de atenciones, había sorprendido a Fluke, que no estaba acostumbrado a esa clase de trato. Había pasado de ser un adolescente con poco dinero a ser un adulto que ahorraba constantemente por si venían tiempos difíciles, y estos habían sido el embarazo y la paternidad, que lo habían dejado sin blanca.

Heredero escondidoWhere stories live. Discover now