Habían pasado dos días desde la última vez que Shoto había visto a Himiko. La preocupación comenzó a instalarse en su mente, Aunque sabía que ella era capaz de cuidarse sola, algo en su instinto le decía que algo no estaba bien. Las pequeñas señales que había notado en los días anteriores, la manera en que su voz había temblado en ciertas conversaciones, o cómo sus ojos habían brillado con una intensidad peligrosa cuando se mencionaba la sangre, todo ello le hacía temer lo peor.
La tarde avanzaba y Shoto se encontró inquieto, incapaz de concentrarse en nada más. Pensó en llamarla o enviarle un mensaje, pero dudó, sin saber si ella respondería. Finalmente, decidió que, si no tenía noticias de ella pronto, la buscaría personalmente.
Mientras tanto, en la escuela, Himiko estaba lidiando con algo mucho más oscuro. El día anterior, había sido testigo de una pelea brutal entre un compañero de clase y sus acosadores. La imagen de la sangre derramándose había sido demasiado para ella, y aunque intentó mantener el control, sentía que algo en su interior se rompía. La sed de sangre, ese instinto voraz que siempre había tratado de mantener a raya, comenzó a nublar su juicio.
El frenesí se apoderó de ella cuando, en un arrebato de ira y deseo, atacó al chico que había sido su objetivo desde que lo vio herido por primera vez. No fue un acto planeado, ni algo que pudiera justificar en su mente, solo una necesidad desesperada de sentir la sangre caliente fluyendo por su garganta.
La escena fue rápida, un borrón de movimiento y sangre, Himiko sintió cómo el calor de la vida se desvanecía bajo su toque mientras sus dientes perforaban la piel de su víctima. El sabor metálico la llenó de una satisfacción aterradora, pero también de un horror creciente al darse cuenta de lo que estaba haciendo, Al levantar la vista, vio los rostros aterrorizados de varios compañeros de clase que habían sido testigos de la brutalidad.
-¡¿Qué... qué has hecho?! -gritó una chica, su voz quebrada por el miedo.
-¡Alguien que llame a un profesor! -exclamó otro, retrocediendo lentamente, sin apartar la vista de Himiko.
El pánico se extendió rápidamente entre los estudiantes. Himiko, al ver las expresiones de horror a su alrededor, comenzó a comprender la magnitud de lo que acababa de hacer, El frenesí se desvaneció tan rápido como había llegado, dejándola con un sentimiento de culpa aplastante, Sus manos estaban manchadas de sangre, y el cuerpo sin vida del chico yacía frente a ella.
Sin pensar, actuó por puro instinto, Se levantó de un salto y salió corriendo, empujando a los estudiantes que intentaban detenerla. Corrió sin rumbo, sintiendo el peso de lo que acababa de hacer aplastándola con cada paso. No sabía dónde ir, solo que tenía que esconderse, escapar del horror que ella misma había creado.
Encontró refugio en un callejón oscuro, donde se dejó caer al suelo, respirando con dificultad. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, mezclándose con la sangre en sus manos. Estaba sola, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente perdida. No sabía cómo enfrentarse a lo que había hecho, ni cómo podría seguir adelante después de esto.
Mientras Himiko se escondía, Shoto sin saber nada de lo que había ocurrido. La inquietud en su interior crecía, y aunque no tenía ninguna prueba, algo le decía que debía encontrarla, que ella lo necesitaba más que nunca.
Al dia sguiente
Shoto se despertó esa mañana con una sensación de inquietud que no pudo sacudirse. No había visto a Himiko en dos días, y la preocupación empezaba a consumirlo. Mientras se vestía para ir a la escuela, no pudo evitar que su mente divagara, pensando en lo que podría haber pasado. Himiko era fuerte, pero también era vulnerable, y esa dualidad lo mantenía en vilo.
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Un Corazón Libre en la Noche
FanficEn una noche tranquila en Musutafu, Todoroki Shoto, tras una pelea con su padre, camina por una playa limpia para despejarse. Allí, descubre a Himiko Toga escondida en un basurero, huyendo. En ese momento de conexión silenciosa, ambos encuentran en...