𝑃𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑎 𝑟𝑜𝑠𝑎

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Era un día como cualquier otro en el servidor. El sol brillaba alto, los árboles susurraban suavemente con la brisa, y las criaturas se movían entre las sombras del bosque. Spreen había decidido tomarse un descanso de las constantes peticiones de ayuda y la tensión que había sentido con los demás. Quería encontrar un lugar tranquilo, alejado de todo, donde pudiera pensar y estar a solas consigo mismo. Había estado explorando una zona del mapa que no había visitado antes, un bioma oscuro y misterioso que parecía casi olvidado por el tiempo.

Mientras caminaba por un sendero apenas visible, algo llamó su atención. A lo lejos, entre la maleza espesa y las sombras proyectadas por los árboles gigantes, vio un leve brillo azul. Su curiosidad lo llevó a seguir esa luz. Al acercarse, lo que encontró lo dejó sin palabras.

Allí, en medio de un claro rodeado de árboles antiguos y rocas cubiertas de musgo, crecía una única rosa. Pero no era una rosa común. Sus pétalos eran de un azul profundo, casi irreal, con matices negros que se extendían desde el centro hasta los bordes, como si la rosa estuviera bañada en la luz de un eclipse lunar. El tallo era delgado, pero fuerte, y emanaba una fragancia dulce y misteriosa que parecía envolverse en el aire, creando una atmósfera mágica a su alrededor.

Spreen se acercó lentamente, casi con reverencia, como si temiera que un movimiento brusco pudiera hacer desaparecer la flor. Mientras se agachaba para observarla más de cerca, notó que había una pequeña inscripción grabada en una piedra a los pies de la rosa. Con cuidado, quitó un poco del musgo que la cubría y comenzó a leer.

"La Leyenda de la Rosa Azul".

La inscripción narraba una antigua leyenda, tan vieja como los propios bosques que rodeaban el servidor. Según la leyenda, hace muchos siglos, existía un reino oculto, donde vivían dos almas destinadas a encontrarse y amarse eternamente. Uno de ellos era un guerrero valiente y noble, conocido por su habilidad en la batalla y su corazón puro. El otro era un artista de espíritu libre, cuyas creaciones llenaban el mundo de belleza y esperanza.

El guerrero y el artista se encontraron un día en un claro del bosque, muy similar a donde ahora se encontraba Spreen. En el momento en que sus miradas se cruzaron, supieron que estaban destinados a estar juntos. Sin embargo, su amor estaba destinado a ser probado. Un poderoso hechicero, envidioso de su felicidad, les lanzó una maldición: si alguna vez se declaraban su amor, uno de ellos desaparecería para siempre, dejando al otro con el corazón roto.

Desesperados por encontrar una manera de romper la maldición, los amantes buscaron la ayuda de los antiguos dioses del bosque. Estos, conmovidos por la pureza de su amor, les ofrecieron una solución. En un lugar escondido en lo más profundo del bosque, crecería una rosa azul con tonos negros, la única de su tipo en todo el mundo. Si el guerrero lograba encontrar la rosa y entregársela al artista sin que nadie los viera, la maldición se rompería y podrían estar juntos para siempre.

El guerrero, con el corazón lleno de esperanza, se embarcó en la búsqueda de la rosa. Durante días y noches, atravesó montañas, ríos y desiertos, enfrentando peligros inimaginables. Finalmente, después de un largo y agotador viaje, encontró la rosa en un claro bañado por la luz de la luna. Con cuidado, la arrancó y comenzó su viaje de regreso.

Sin embargo, el hechicero, furioso por la tenacidad del guerrero, lo siguió en su camino de regreso. Cuando el guerrero estaba a punto de entregar la rosa al artista, el hechicero lo atacó, intentando arrebatarle la flor. Pero el guerrero, con sus últimas fuerzas, logró lanzarla hacia el artista. Al tocar la rosa, la maldición se rompió, y los dos amantes quedaron envueltos en una luz brillante. Cuando la luz se desvaneció, habían desaparecido, llevándose consigo su amor eterno a un lugar donde el hechicero no pudiera alcanzarlos.

Desde entonces, la rosa azul con tonos negros se convirtió en un símbolo de amor verdadero y sacrificio. Según la leyenda, quien encuentre la rosa y la entregue a su verdadero amor, conocerá un amor tan puro y profundo que ni el tiempo ni la distancia podrán romperlo. Sin embargo, solo aquellos de corazón puro y con un amor sincero podrán encontrarla, y aún menos lograrán entregar la flor sin que nadie más los vea.

Spreen se quedó mirando la rosa durante mucho tiempo, absorto en la historia que acababa de leer. El relato lo conmovió de una manera que no esperaba. Aunque siempre se había visto a sí mismo como alguien pragmático y directo, la idea de un amor tan puro y eterno resonó en lo más profundo de su ser.

Levantó la rosa con sumo cuidado, casi temiendo que se desintegrara en sus manos. Mientras la sostenía, no pudo evitar pensar en lo que había leído en la novela romántica que compró unos días atrás. La historia del joven que luchó por su amor y todo lo que ese sentimiento lo hizo sentir... ¿Podría él algún día experimentar algo así? Y si lo hiciera, ¿sería capaz de encontrar a alguien que realmente lo amara por lo que era, y no por lo que podía hacer?

Spreen decidió llevar la rosa de regreso a su habitación. La guardó en un cofre especial, asegurándose de que nadie más la viera. Durante los siguientes días, no podía dejar de pensar en la rosa y en lo que representaba. La historia de la leyenda y el amor inmortal de los amantes seguía rondando en su mente.

Cada vez que se encontraba con los demás miembros del equipo, sentía una mezcla de emociones. No podía evitar preguntarse si alguno de ellos podría ser su verdadero amor, esa persona destinada a recibir la rosa. Pero también dudaba, temiendo que todo lo que había experimentado hasta ahora solo fuera una ilusión, una serie de malentendidos y falsas esperanzas.

Dia, tras Dia, Spreen continuó reflexionando sobre la rosa y la leyenda. Se dio cuenta de que, aunque la idea de un amor eterno era hermosa, también conllevaba un gran sacrificio. ¿Estaba dispuesto a arriesgarlo todo por algo tan intangible como el amor? Y si lo hacía, ¿quién sería esa persona especial que podría recibir la rosa sin que nadie más lo supiera?

Poco a poco, Spreen comenzó a mirar a Roier de manera diferente. Aunque inicialmente lo había visto como un amigo cercano, alguien con quien podía ser él mismo, ahora se encontraba preguntándose si tal vez había algo más entre ellos. Roier nunca había tratado de halagarlo ni de obtener algo de él, y eso le daba un extraño sentido de seguridad.

Un día, después de una larga jornada de exploración y construcción, Spreen decidió hablar con Roier sobre la leyenda de la rosa azul. Le contó todo, desde el momento en que la encontró hasta la inscripción en la piedra. Roier escuchó atentamente, con una expresión que mezclaba curiosidad y algo más, algo que Spreen no pudo descifrar.

Después de que Spreen terminó de contarle la historia, hubo un largo silencio entre ellos. Finalmente, Roier sonrió y le dijo:

—¿Sabes, Spreen? Tal vez no necesitas buscar más. Quizás la respuesta ha estado frente a ti todo este tiempo—

Spreen lo miró, confuso, sin entender completamente lo que Roier quería decir. Pero algo en las palabras de su amigo le dio una extraña sensación de paz, como si, tal vez, todo lo que había estado buscando ya estuviera allí, esperando ser descubierto.

Aquella noche, mientras escribía en su diario, Spreen reflexionó sobre lo que había ocurrido. Aunque seguía sintiéndose inseguro y lleno de dudas, por primera vez en mucho tiempo sintió que tal vez, solo tal vez, estaba empezando a entender lo que realmente significaba amar y ser amado. Y aunque el camino hacia ese amor verdadero aún parecía incierto, sabía que no estaba solo en su búsqueda.

Guardó el diario, apagó la luz y se acostó, con la imagen de la rosa azul y la sonrisa de Roier grabadas en su mente.

𝙃𝔢𝑟𝔪𝑜𝑠𝑎 𝙍𝔬𝑠𝔞 𝙈𝔞𝑟𝑐𝔥𝑖𝑡𝔞 -ˢᵖʳᵉᵉⁿ ᵇᵒᵗᵗᵒᵐ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora