Parte 17

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Hermione se despertó lentamente, sintiéndose satisfecha y perezosa mientras se daba la vuelta en la cama. Su cuerpo dolía un poco, pero por alguna extraña razón se sentía bien. Sin querer abrir los ojos, abrazó la almohada cerca de su cuerpo, acurrucándose en ella. Hacía siglos que no tenía una noche de sueño decente. Podría haberse vuelto a dormir fácilmente si los sonidos de alguien haciendo ruido en su baño no la hubieran despertado.

Los instintos maternales ganaron. Preocupada de que Philip estuviera haciendo algo que no debía, Hermione se sentó, frotándose el sueño de los ojos mientras se giraba para mirar hacia la puerta abierta de su baño.

La noche anterior volvió a su mente cuando vio que no era Philip quien hacía ruido, sino Ron. Hermione inclinó la cabeza, sin estar segura de si estaba viendo bien. Había sacado todo del gabinete debajo del lavabo, creando un desorden bastante grande, pero él no parecía darse cuenta mientras yacía despatarrado de espaldas, con su torso superior oculto por el gabinete.

Hermione se levantó de la cama, demasiado curiosa como para molestarse en ponerse una bata. Miró el pecho desnudo de Ron, escuchando palabras maldichas en voz baja que salían de dentro del gabinete y no pudo evitar reírse.

–¿Qué demonios estás haciendo?

Ron se sobresaltó, obviamente asustado, y luego soltó otra serie de palabrotas, esta vez mucho más fuerte. Hermione escuchó el sonido distintivo de la cabeza de Ron golpeando algo y se inclinó para asomarse debajo del lavabo.

–¿Estás bien?

Ron frunció el ceño, con la mano agarrándose la frente. –No, me asustaste muchísimo. ¡Me golpeé la cabeza!

Hermione no pudo evitarlo y volvió a reírse. –Para ser un Auror, te asustas con facilidad.

–Es porque soy un Auror que me asusto con facilidad. ¡No te acerques sigilosamente!– dijo Ron, y luego retiró su mano de la frente y Hermione gritó.

–¡Oh, Dios mío, Ron! ¡Estás sangrando!

Él puso los ojos en blanco mientras su mano volvía a la frente. –¿Tú crees?

–Sal de ahí abajo–, dijo Hermione, agarrándole la mano y tirando de él. –¿Qué haces debajo de mi lavabo de todos modos?

–No puedo salir hasta que te muevas.

–Oh, claro–, dijo Hermione mientras se enderezaba y daba un paso al lado.

Ron se deslizó fuera del lavabo, lo que fue un poco incómodo mientras se sujetaba la frente. A la luz del baño, Ron era un desastre. La sangre corría por su cara, y Hermione agarró una toalla, se la lanzó mientras lo llevaba hacia el inodoro, obligándolo a sentarse y luego salió corriendo del baño para agarrar su varita de la mesita de noche.

No podría ser más de su suerte que Philip entrara en ese momento. –¿Mamá gritó?–

Hermione suspiró. –Está bien, cariño. Ve a jugar.

Philip, como de costumbre, no estaba escuchando y caminó hacia el baño, obviamente buscando a Ron. Exclamó –¡Oh, no... Rojo! ¡Rojo, mamá! ¡Sangre!

–Está bien–, dijo Hermione, agarrando los hombros de Philip para sacarlo del dormitorio. –Solo se golpeó la cabeza. Mamá lo va a arreglar ahora mismo.

–¿Duele?– preguntó Philip a Ron, sin dejarse distraer mientras se escapaba del agarre de Hermione y entraba al baño, inclinando la cabeza para mirar a su padre, quien ahora tenía la toalla presionada sobre la herida.

–Un poco, sí–, dijo Ron, dándole una sonrisa forzada. –Pero estoy seguro de que tu mamá lo arreglará.

–Ella lo besa para ti–, dijo Philip con sinceridad, mirándolo aún preocupado. –Eso lo mejora.

Más que Recuerdos (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora