El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Izzy, bañando todo en una luz suave y cálida. Sin embargo, no había nada de calidez en el nudo que se formaba en su estómago mientras se sentaba en la cama, abrazando sus rodillas contra su pecho. Los recuerdos de la noche anterior seguían vivos en su mente: la fiesta, la confrontación con Logan, y el inesperado encuentro con aquel extraño de ojos grises.
Había pasado la noche en vela, dándole vueltas a todo lo que había sucedido. Las palabras de Logan, su actitud posesiva, la violencia en su mirada, todo se mezclaba en su mente, formando un torbellino de emociones contradictorias. A pesar de todo, parte de ella aún lo amaba, o al menos, eso era lo que se decía a sí misma.
Justo cuando el reloj marcaba las diez de la mañana, el timbre sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Izzy se levantó con pesadez, como si cada paso que daba la arrastrara hacia un destino inevitable. Sabía quién estaba detrás de esa puerta, y aunque quería ignorar el sonido, la necesidad de confrontar la situación la empujó hacia adelante.
Al abrir la puerta, no fue ninguna sorpresa ver a Logan parado allí, con una expresión que oscilaba entre la culpa y la desesperación. Llevaba una chaqueta de cuero negra, que Izzy conocía bien, y sus ojos azules la miraban con una intensidad que ella ya no sabía cómo interpretar.
—Izzy —dijo él, su voz suave, casi suplicante—. Por favor, déjame hablar contigo. Lo siento tanto por lo de anoche. No sé qué me pasó, no soy así...
Izzy lo observó en silencio, la ira y el dolor aún presentes en su corazón. Pero, a pesar de todo, su corazón no era de piedra. Sabía que necesitaban hablar, y aunque parte de ella quería cerrarle la puerta en la cara, decidió darle una oportunidad.
—Entra —dijo finalmente, abriendo la puerta para que él pasara.
Logan entró en el apartamento, el ambiente entre ellos era tenso, cargado de palabras no dichas y emociones reprimidas. Izzy lo guió hacia la sala de estar, donde ambos tomaron asiento en el sofá. Ella mantuvo una distancia deliberada, no queriendo acercarse más de lo necesario.
—Anoche... —empezó él, buscando las palabras adecuadas—. Perdí el control, y no debí haberlo hecho. No hay excusa para lo que hice, y lo lamento de verdad. Tú sabes cuánto te amo, Izzy. Me dejé llevar por los celos, por la inseguridad, pero estoy dispuesto a cambiar. Solo dame una oportunidad para demostrarte que puedo ser el hombre que mereces.
Las palabras de Logan resonaron en la habitación, llenando el silencio que se había creado entre ellos. Izzy lo miró fijamente, intentando leer en sus ojos alguna señal de sinceridad. Y, por un momento, quiso creerle. Quiso pensar que la persona que tenía delante era el Logan del que se había enamorado, no el hombre que la había lastimado la noche anterior.
—Logan... —empezó, su voz apenas un susurro—. Necesito tiempo. Anoche me asustaste, y no sé si puedo simplemente olvidar lo que pasó.
Logan asintió, su expresión mostrando una mezcla de arrepentimiento y esperanza.
—Lo entiendo, Izzy. Y te daré todo el tiempo que necesites. Pero no quiero perderte. Sé que cometí un error, pero quiero arreglarlo. Por favor, solo dame una oportunidad más.
Izzy lo miró, sintiendo cómo su resolución empezaba a desmoronarse. Parte de ella aún quería creer que todo podría solucionarse, que podían volver a ser felices. Quizás, solo quizás, merecía otra oportunidad.
Justo en ese momento, Logan se levantó, mirando hacia el baño.
—¿Puedo usar tu baño un momento? —preguntó, con una sonrisa algo forzada.
—Claro —respondió Izzy, su mente aún luchando con la decisión que estaba a punto de tomar.
Mientras Logan se dirigía al baño, dejó su teléfono móvil sobre la mesa de centro, sin pensar en ello. Izzy lo observó, su mirada fija en el dispositivo. Algo en su interior, una intuición o un presentimiento, la hizo estirar la mano hacia el teléfono. Dudó por un instante, sabiendo que estaba cruzando una línea que podría cambiarlo todo.
Finalmente, decidió hacerlo. Con manos temblorosas, desbloqueó el teléfono de Logan. Sabía su contraseña, una combinación de números que había memorizado sin querer en el pasado. Al abrir la pantalla, lo primero que vio fue una notificación de mensaje. El nombre que aparecía en la pantalla hizo que su corazón se detuviera por un segundo: Emma.
Izzy tragó saliva, su mente luchando por no dejarse llevar por el pánico. Pero la curiosidad fue más fuerte. Abrió el mensaje y leyó:
"Qué bien la pasamos anoche. Dejaste tu chaqueta en mi casa. ¿Podemos repetir hoy?"
Las palabras parecieron golpearla como un puñetazo en el estómago. El nudo que había sentido toda la mañana se transformó en una mezcla de ira y dolor. Izzy sintió como si el suelo bajo sus pies se desmoronara, y todo lo que había estado tratando de mantener bajo control salió a la superficie en un torrente de emociones.
No podía creer lo que estaba leyendo. Las palabras se repetían en su mente, cada vez más crueles, más devastadoras. Logan había estado con Emma la noche anterior, mientras ella sufría por él, mientras intentaba entender si podía perdonarlo por lo que había hecho. Y no solo eso, sino que ahora quería repetirlo.
La puerta del baño se abrió, y Logan salió, con una expresión relajada, como si no hubiera nada de qué preocuparse. Cuando vio a Izzy sosteniendo su teléfono, su expresión cambió al instante.
—¿Qué estás haciendo con mi teléfono? —preguntó, su tono un reflejo de la sospecha que había estado intentando ocultar.
Izzy levantó la mirada hacia él, sus ojos llenos de lágrimas no derramadas, pero también de una furia contenida.
—"Qué bien la pasamos anoche. Dejaste tu chaqueta en mi casa. ¿Podemos repetir hoy?" —leyó en voz alta, cada palabra impregnada de dolor.
Logan se quedó helado, su rostro palideciendo mientras intentaba encontrar una excusa, alguna manera de salir de esa situación. Pero no había palabras que pudieran arreglar lo que acababa de suceder.
—Izzy, yo... no es lo que piensas. Emma solo es una amiga, eso no significa nada...
—¿Una amiga? —lo interrumpió, su voz subiendo de tono—. ¿Así es como tratas a tus amigas, Logan? ¿Es con ellas con quienes "la pasas bien" mientras yo estoy aquí, pensando en cómo perdonarte?
Logan intentó acercarse a ella, pero Izzy se alejó, levantándose del sofá con una expresión que mezclaba furia y tristeza.
—No te acerques a mí —dijo, su voz temblando—. No quiero escucharte. ¡No puedo creer que estuviera a punto de perdonarte, Logan! Después de todo lo que hiciste anoche, después de cómo me sentí... ¿Y tú estabas con ella?
Logan intentó hablar, pero Izzy no le dio oportunidad.
—Vete, Logan. Vete y no vuelvas más. No quiero verte, no quiero escuchar ninguna otra mentira.
Él abrió la boca para protestar, pero la expresión de Izzy lo detuvo. Sabía que había perdido, que cualquier palabra que dijera ahora no serviría de nada. Sin decir más, se dio la vuelta y salió del apartamento, cerrando la puerta tras de sí con un golpe sordo.
Izzy se quedó allí, en medio de la sala, temblando de rabia y dolor. Las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a caer, una tras otra, hasta que se derrumbó en el sofá, sollozando sin poder contenerse. Había perdido a alguien que, en algún momento, había pensado que era el amor de su vida. Pero ahora, todo lo que quedaba era un corazón roto y una sensación de traición que la quemaba por dentro.
Mientras las lágrimas caían, Izzy comprendió algo. Logan había revelado su verdadera naturaleza, y aunque dolía profundamente, también la liberaba de una relación que había sido tóxica desde hacía mucho tiempo. La liberaba de seguir luchando por alguien que no la merecía. Y en ese dolor, en esa tristeza, Izzy empezó a encontrar una nueva fuerza, una determinación que no había sentido antes.
No iba a permitir que nadie la tratara de esa manera nunca más.
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Entre Sombras y Deseos
RomansEn la vibrante y opulenta ciudad de Nueva York, Izzy Parker busca reconstruir su vida tras una dolorosa traición. Harta de las promesas rotas de su exnovio, Logan, Izzy acepta un trabajo como mesera en el exclusivo restaurante "La Rosa Negra". Es un...