27. Nuestro hilo va de otoño a invierno

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Apago el vehículo y salgo de él caminando de inmediato hacia el interior de la casa. Hoy no tenía planeado venir pero realmente estoy preocupado por la actitud de mi padre.

Desde el juicio, he intentado sobrellevar la situación lo mejor que puedo, aceptando que no está en mis manos lo que pasó y que simplemente, debo seguir mi vida. Pero en el caso de mi padre... su mente vaga en el espacio constantemente al punto de ni siquiera poder concentrarse en el trabajo.

Cuando escucho algunos ruidos en el jardín trasero, no dudo en ir hasta allá encontrándome con un hombre mayor mirando con preocupación hacia el patio. Una vez nota mi presencia, el jardinero se gira hacia mí y saluda.

—Disculpe, señor Michael. No sabía que vendría hoy.

—No se preocupe, no es algo por lo cual sentirse mal. —regalo una sonrisa intentando calmar la situación—. ¿Qué estaba mirando?

—Ah, bueno. Su padre... —cuando no logra explicarlo, me invita a mirar lo que estaba viendo antes —. Me pidió que me fuera a casa porque él haría el trabajo pero no sabía si debía hacerle caso. El señor no luce bien estos días.

Escucho sus palabras mientras no dejo de mirar a mi padre que mueve flores de un lugar a otro y hace otros tipos de trabajos de jardinería, pero su rostro luce agotado. Al darme cuenta de mi gesto serio, lo cambio de inmediato y me dirijo nuevamente a nuestro jardinero.

—Puede ir a casa tranquilo, yo cuidaré de él.

No parece muy seguro.

—Pero...

—Voy a pagarle el doble por haberlo hecho venir sin necesidad. Lo digo enserio, puede irse tranquilo.

Asiente y poco después empieza a alejarse, pero luego vuelve a mirarme.

—Señor. —me giro hacia él, dándole mi atención—. Quizá usted no lo recuerde, pero he trabajado en esta casa incluso antes de que usted naciera y yo, puedo asegurar que usted y su padre son buenas personas. Quizá no tenga el derecho de decir esto pero, sería bueno que usted pudiera recordárselo a su padre.

Sus palabras son totalmente agradecidas por mí y asiento.

—Lamento mucho si en el pasado tuve una actitud deplorable. —digo—. De ahora en adelante, usted y cualquier persona que trabaje en esta casa pueden venir aquí en cualquier momento, no tienen que preocuparse por mí.

El señor sonríe y también asiente, antes de marcharse definitivamente. Aprovecho el momento de soledad para ver a mi padre nuevamente y exhalar.

Abro la puerta que separa la casa del jardín y al escuchar mis pasos cerca de él, se gira, sorprendido por mi presencia.

Señalo lo que hace y sonriendo, pregunto:

—¿Puedo echarte una mano?

***

Cuando termino de mover el último tarro, sacudo el polvo de mis manos y tomo un poco de agua. Incluso después de una hora y el cansancio que ha provocado en mí, mi padre no parece dispuesto a dejarlo ir. Es por eso que cuando se acerca a una de las plantas más grandes y sostiene el tarro intentando moverla, voy de prisa hacia él y coloco mi mano sobre la suya, deteniéndo.

—No te tortures más.

Mis palabras lo dejan en silencio pero luego responde.

—Esa mujer está libre.

—Pero yo estoy bien.

—¿Realmente lo estás? —me mira mientras cuestiona.

Dejo su mano libre y ambos nos ponemos de pie correctamente.

Quizá, el próximo octubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora