La suela de sus zapatos pesados resonaban acorde avanzaba entre los pasillos de aquella estadía.
Su divagar se detuvo frente a las grandes puertas que se alzaban en su mirar. Enseguida, los grandes portones dieron paso a su presencia vigorosa dentro de aquella gran sala real, hundiéndose en replegó silencio callando los murmullos de los viejos ministros, realizando una reverencia a medida que avanzaba el rey.En cuanto llegó al trono, tomó asiento con su codo apoyarse en la reposabrazos y su mejilla ser sostenida sobre su mano. Sus orbes fulminaron a detalle a cada uno de los ministros con la cabizbaja, esperando dar por iniciado la reunión.
—Hablen. —la voz grave del rey sucumbió la sala alertando a los viejos despavoridos.
—¡Su majestad! —el primer ministro, se posó frente al monarca realizando una reverencia. —Me temo que la situación en el palacio podría empeorar si no acordamos una decisión. —inició. —La dinastía Lìang no dudará en tomar la posesión de Joseon con tal de sucumbir nuestro poder y extender el suyo. —añadió.
Jungkook pensó en ello, una guerra territorial no sería algo más que una pérdida de tiempo, aunque tampoco podía permitirse acceder tan fácilmente.
—¿Qué hay del acuerdo? —cuestionó el monarca. Hace un par de meses Jeon y el rey Shan se habían reunido para firmar un tratado de paz debido a conflictos pasados entre ambos imperios.
—Fue anulado, su majestad. —aclaró otro de ellos. —Semanas después el rey Shan pidió la escritura original para respaldarla. Sin embargo, nos enteramos que la reina madre había enviado una carta, confesando su total desacuerdo por el hecho de que su majestad cediera parte del territorio a la dinastía Lìang.
Jeon se alertó enseguida, sin la escritura estaba seguro de que su afán había sido en vano, puesto a que lo tratarían de traidor por arrebatar algo que había concedido.
—Estás diciendo... ¿qué la reina madre tomó la decisión de cancelarlo? —cuestionó entre dientes sintiendo la ira profanar sus huesos.
—Es justo lo que quiero decir, su majestad. —afirmó el viejo. —La dinastía Lìang esta por iniciar una guerra en contra del reino.
Los puños de Jeon ejercían fuerza hasta dejar viables sus nudillos blancos.
Young-Mi había hecho una total estupidez, al provocar un malentendido en el otro bando por su propia codicia.
—Entiendo. —el joven rey trató de reincorporarse, su paciencia estaba por terminar. —Primero, envíen una coartada al rey Shan explicando el motivo de la decisión, trataremos de evitar una situación más grave. —explicó Jeon, abandonado su trono y avanzar por medio de los viejos con la cabizbaja.
—Si, su majestad. —respondió el ministro, al ver al joven rey dirigirse hacia la salida con la mirada atenta.
—Está vez... —el paso de Jeon se detuvo a espaldas. —Asegúrense de que nadie se entrometa en ello, mucho menos la reina madre. —escupió el rey sobre su hombro, abandonando finalmente la sala real.
Sus pies descalzos se balanceaban al borde del pasillo, sentado con la mirada perdida sobre los árboles de cerezos danzantes por la fría brisa bajo el cielo nocturno.
Su cabeza solo podía pensar en lo ocurrido. Y aunque no quisiera admitirlo, se había acostumbrado al deplorable cambio de su vida, dejando de lado su afán y agonía por el que estuvo dispuesto a soportar. Ahora que anhelaba buscar una solución a su desgracia, había perdido el control de si mismo, abatiéndose entre las consecuencias de sus decisiones.
—¡Aahg! ¿Qué debería hacer? —se cuestionó, recordando el motivo por el cual decidió involucrarse en ese mundo.
Sin duda, había sido un total estúpido al pensar que podía concebir una mejor vida a su hermana, cayendo completamente en el vacío de aquel profundo mar, como si se tratase de un punto gris en el arte de una pintura desdichada.
—¿Qué haces aquí?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz dura y tosca del joven rey a sus espaldas, tomándolo desprevenido y colocándose de pie.
—Su majestad. —Jimin realizó una reverencia, congeniando su mirada decaída con la del monarca, quien parecía querer abatirlo con sus orbes profundos sin emoción alguna.
—¿Acaso no me escuchaste? ¿Por qué no estás en tu habitación? —cuestionó mordaz.
—Y-yo... —las palabras de Jimin salieron en un hilo, causando un suspiro pesado en Jeon.
En ese momento, Jungkook no quería lidiar con nadie, realmente su día había sido una total mierda en comparación a otros, sentía que su cabeza estaba por llegar al límite.
—Llamaré a Jung para que te escolte, hazme un favor y retírate. —soltó sin más, avanzando a un lado de Jimin.
Sin embargo, su paso fue detenido por el agarre en su brazo, sintiendo la calidez de dos regordetas manos sujetarlo.
—Lo siento...
Aquellas simples palabras profanaron su hablar, apaciguando su ira sin razón.
—Lo siento, su majestad. —repitió Jimin, sin atreverse a desafiar al contrario, alzando su rostro con la melancolía dibujada en ella, entrelazando sus orbes con el joven rey que se encontraba sin expresión. —Lamentó mucho haberle causado problemas. Entiendo que su majestad tiene asuntos más importantes que atender.
Jeon no se inmutó en absoluto.
—Si me lo permite, déjeme ayudarlo esta noche con sus heridas, se que durante la pelea, fue lastimado. —admitió Jimin, pues era verdad lo que decía. En el momento en que Jeon lo protegió, pudo ser testigo del roce de la espada filosa sobre la piel de su brazo, rasgando su hanbok.
Jungkook frunció el ceño, observando su brazo derecho confirmando la pequeña cortada en su piel ya seca por la sangre. En todo el camino no se había percatado de ello, tal vez estaba tan familiarizado con el dolor que ni siquiera se molestó por sentir tan siquiera un ardor ligero. Aún así, no estaba dispuesto a ceder ante la petición de la rubia.
—Por favor... permítame hacer algo por usted. —inquirió Jimin con la cabizbaja, esperando por el contrario.
Pero en cambio, solo pudo sentir una mano apartar su agarre, dándole a entender la repuesta a ello.
—Su majestad. —Jimin alzó su mirar.
—Regresa a tú habitación. —sentenció Jeon sin más, abandonando a Jimin sobre aquellos pasillos iluminados por la luna.
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The king's concubine
FanficCuando Park Eun-Ji es vendida al palacio, su hermano mayor Jimin se ofrece como remplazo a ello adentrándose a si mismo al reino haciéndose pasar como una doncella, sin tener en cuenta que eso tendría como fin contraer lazos matrimoniales junto al j...