𝐸𝑙 𝐿𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝐶𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜𝑛 𝑅𝑜𝑡𝑜...

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Spreen se encerró en su habitación, el aire de la estancia cargado de una pesada tristeza que parecía igualar el peso en su pecho. La pequeña rosa azul que había cuidado con esmero durante semanas y que ahora yacía marchita sobre su escritorio, era el símbolo más tangible de su propio desmoronamiento. Desde que había encontrado aquella rosa en el bosque cercano, había sido un símbolo de esperanza para él, un faro de belleza en medio de su tormentosa vida.

Sentado frente a la flor, Spreen observó cómo los pétalos se volvían crujientes y descoloridos. La culpa lo invadió con fuerza. Se dio cuenta de que había descuidado a la rosa de la misma manera que sentía que había descuidado su propia vida. El reflejo en sus ojos nublados con lágrimas era un espejo de su desolación. Se inclinó hacia la rosa, susurrándole un perdón con voz quebrada. -Lo siento, pequeña...fui un boludo primero dejar que te marchites...-

Con un leve temblor en las manos, tomó la rosa y la sumergió en un vaso de agua fresca, tratando de devolverle algo de vida. Sabía que no bastaría con esto, pero era un comienzo. Su mente estaba inundada de recuerdos, de sentimientos que había intentado sofocar pero que ahora surgían con más intensidad. El dolor y la soledad que sentía parecían irremediables.

Se levantó de su asiento y salió al bosque cercano, buscando un rincón de calma donde pudiera encontrarse con sus pensamientos más oscuros. La tranquilidad del bosque, el murmullo de las hojas y el aroma terroso parecían brindarle un respiro, aunque efímero. Encontró un claro escondido, un lugar que le parecía mágico y alejado del mundo. Decidido a devolverle la vida a la rosa, cavó un pequeño hoyo en el suelo y plantó la flor con cuidado. La rosa, con sus pétalos aún descoloridos pero con una nueva promesa de vida, reposaba en la tierra fresca.

Mientras plantaba la rosa, sus lágrimas caían incontrolables. La tristeza lo envolvía, y cada lágrima parecía caer como un símbolo de su dolor profundo. A través de sus lágrimas, la rosa parecía recibir una conexión especial. Se decía en una antigua leyenda que las lágrimas del corazón podrían conectar con la esencia de las flores, y en ese momento, Spreen sentía que tal vez la leyenda tenía algo de verdad. La rosa parecía responder a su tristeza, absorbiendo no solo el agua sino también la agonía que él sentía.

Spreen pensó en su pasado, en el dolor que había sufrido desde joven. Recordó la crueldad de su padre, quien no solo los maltrató a él y a su madre, sino que también los abandonó cuando la situación se volvió insostenible. Su madre, incapaz de soportar más, los dejó cuando él tenía solo seis años, buscando refugio en un nuevo hombre, uno que realmente la apreciaba. Pero el precio de esa decisión fue alto para Spreen. Él, como híbrido, fue visto como una carga, un recordatorio doloroso de una vida que su madre ya no deseaba.

Ese dolor se amplificó cuando su padre comenzó a abusar de él, tanto física como mentalmente. Recorría sus días con el peso de ese sufrimiento, sintiendo una creciente desesperanza. El escape que encontró fue el entrenamiento arduo, forjándose en la fuerza física y emocional para protegerse del dolor. Sin embargo, esa fortaleza también lo hizo más distante, más cerrado, y menos capaz de mostrar vulnerabilidad.

En el equipo, las tensiones crecían con cada día que pasaba. Las dinámicas del grupo eran cada vez más complicadas y su relación con Roier, que al principio había sido un refugio, comenzó a deteriorarse. Roier, distante y cada vez más inaccesible, parecía estar más involucrado con ElMariana, su compañero de base, lo que hizo que Spreen se sintiera cada vez más inseguro y usado.

Su esfuerzo por adaptarse y cambiar su apariencia para complacer a Roier, incluso transformando su cuerpo y su estilo, no logró llenar el vacío emocional que sentía. La transformación que había hecho, adoptando una imagen más femenina y atractiva, no parecía satisfacer a Roier ni mejorar la relación. Más bien, hizo que se sintiera más perdido, más desesperado por encontrar un lugar en el corazón de alguien que parecía no valorarlo.

Ahora, frente a la rosa recién plantada, Spreen sintió una mezcla de esperanza y desesperanza. La rosa parecía recobrar algo de su color, pero para él, la conexión era más simbólica que real. Las lágrimas que caían sobre la tierra no solo alimentaban la flor, sino que también representaban su propio dolor y anhelo de ser comprendido, de encontrar un amor verdadero y duradero.

El bosque estaba en silencio, como si el mundo entero hubiera detenido su curso para escuchar su lamento. Spreen sintió que la rosa comprendía su sufrimiento de una manera que nadie más podía. La leyenda hablaba de la conexión entre el guerrero y la flor, y en ese momento, él se sintió como el guerrero perdido, buscando consuelo en una rosa que también había sufrido.

Con la esperanza de que la rosa floreciera de nuevo, Spreen dejó el claro, y volvió a su base, cargado con una mezcla de resignación. Sabía que su viaje no había terminado, pero al menos, en ese momento, había encontrado un pequeño rincón de paz en la naturaleza y en sus recuerdos. Su lucha interna continuaba, pero también lo hacía su deseo de encontrar un propósito y sanar.

La rosa, ahora plantada y protegida por el bosque, simbolizaba la promesa de un nuevo comienzo, un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay esperanza para florecer nuevamente...


𝙃𝔢𝑟𝔪𝑜𝑠𝑎 𝙍𝔬𝑠𝔞 𝙈𝔞𝑟𝑐𝔥𝑖𝑡𝔞 -ˢᵖʳᵉᵉⁿ ᵇᵒᵗᵗᵒᵐ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora