Capítulo 4- Lluvia de meteoritos.

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Tal vez sería divertido si no me estuvieran
buscando por todo el público.

Cuando las luces se prendieron y los chicos comenzaron a tocar, yo estaba al borde de un ataque al corazón, me sentía agobiada y totalmente nerviosa, pero no era por la gran cantidad de personas que había en el lugar, sino que una de ellas me buscaba por todos lados, mi madre.

Desde el escenario, la miraba fijamente, dispuesta a no perderla de vista, e ahí, comencé a cantar.

Los chicos de repente se detuvieron, Eren era el único que seguía tocando la batería, pero de una forma pasiva, esta era mi parte—Desata tus cadenas, simplemente sé libre— cambié las palabras antes de cantar, dando una indirecta, el grupo me miró confundido, pero toqué el suelo con mi talón varias veces.

Rápidamente ellos me entendieron y comenzaron a tocar, por otro lado, logré ver cómo mi madre nos veía, al parecer detuvo su búsqueda para escucharnos, sabía que palabras como esas detendrían sus acciones. Comencé a cantar de forma suave, pero a la vez intensa, en unos que otros momentos llegaba a alargar las vocales, casi llegando a un grito. La melodía era intensa, pero transmitía fuertes sentimientos y gran emoción por todo el público.

Mis ojos no se despegaban de mi madre, ella me miraba perpleja, a la vez que su cabeza se movía al frente y hacia atrás, al ritmo de la música. En un momento determinado miró a su alrededor, para verificar si estaba por algún lado del público, pero volvió a posar su mirada en mí.

No quería que me descubriera.
Mucho menos que me castigara por esto.

Comencé a caminar por el escenario a medida que cantaba, posé mi mano en mi pecho para verificar mi ritmo cardíaco de forma disimulada, pero este estaba normal, por lo que podía aguantar un rato más sobre el escenario, bajo esta presión que estaba sobre mí en estos instantes, todo por la preocupación.

Mi voz retumbaba el lugar, la mayoría de personas alzaban sus manos, moviéndolas hacia ambos lados, al ritmo de la canción.

Bajo mi máscara, había una sonrisa y
felicidad indescriptibles.
Pero todo era cubierto por la preocupación,
la cual no me dejaba en paz.
Sentía que moriría en cualquier momento.

En un instante me detuve y Jean y Connie comenzaron a improvisar el coro, tal como lo habíamos ensayado en el salón de música, y después de eso, un fuerte grito de Eren se hizo escuchar por todo el lugar, estábamos casi al final de la canción.
Todo el público gritó junto a Eren, cosa la cual me emocionó debido a que no fue parte del ensayo, pero quedó justo en el momento perfecto.

Ambos compartimos miradas en el acto, un brillo sobresalía en sus verdosos ojos, la adrenalina, la emoción, miles de sentimientos parecían atacarlo, no lo culpo, igual me sentí así. Sonreíamos a la par, cuando nuestras miradas estaban conectadas, podría pensar que nuestros corazones también bombeaban a la par, se sentía algo extraño, era una sensación nueva para mí, pero me hacía feliz.

Rato después, terminamos la canción, todos salieron de sus lugares, acercándose a mí e hicimos una reverencia ante el público, los aplausos, silbidos y gritos no se hicieron esperar, pues llegaron a nosotros con suma emoción y fuerza. Las luces se apagaron nuevamente y todos salimos del escenario, directo hacia el camerino.

No podía mentir, cada segundo que pasaba
estaba más asustada.

Le devolví la remera a Jean y dejé las cosas que había tomado justo donde estaban.

Los lazos del ocaso (Eren x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora