Oscuridad Total
La oscuridad era tan densa que parecía que podía tocarse. Elias no tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que entró por primera vez a la Torre de los Olvidados. El tiempo ya no tenía sentido, reemplazado por una sensación constante de incertidumbre. El aire estaba tan cargado que era difícil respirar, y el suelo crujía con cada paso, como si estuviera a punto de romperse.
El joven, con el cabello revuelto y los ojos llenos de dudas, avanzaba despacio, sintiendo cómo la realidad misma parecía desmoronarse a su alrededor. Las paredes de ese lugar, si es que había paredes, estaban cubiertas de un musgo negro que absorbía la poca luz que se veía. Elias sabía que tenía que seguir adelante, pero cada paso lo llevaba más cerca de la locura.
De repente, un susurro muy sutil llegó a sus oídos. No era más que un murmullo, pero se sentía enorme, como si viniera desde lo más profundo del olvido. Elias se detuvo, alerta, tratando de averiguar de dónde venía el sonido. El susurro se hizo más fuerte, convirtiéndose en una mezcla de voces que repetían palabras sin sentido.
"¿Quién... quién está ahí?", preguntó Elias, con la voz temblando. Pero no recibió respuesta, solo el eco de su propia voz.
Siguió caminando, y pronto, la oscuridad empezó a moverse a su alrededor, formando sombras líquidas que giraban como un manto vivo. Las sombras comenzaron a tomar forma, y Elias se dio cuenta de que no estaba solo.
Delante de él aparecieron figuras difusas, hechas de sombras líquidas, flotando en el aire como si no obedecieran las leyes de la física. Eran los Espectros del Olvido, criaturas nacidas de la misma esencia de la torre, destinadas a devorar los últimos vestigios de identidad de quienes entraban allí. Sus formas cambiaban constantemente, y sus rostros, si se les podía llamar así, no tenían rasgos definidos, solo oscuridad.
Elias retrocedió instintivamente, con el corazón latiendo rápido. Las criaturas se acercaban, y con cada paso que reducían la distancia, los susurros en su mente se volvían más fuertes y desesperados.
"Elias..." La voz era suave, casi conocida, pero distorsionada por el eco interminable. "Olvida... olvida quién eres..."
"¡No!", gritó Elias, apretando los puños. Sabía que si cedía, perdería todo lo que le quedaba de sí mismo, aunque no supiera exactamente qué era eso.
Las sombras lo rodearon, y Elias sintió una presencia oscura invadiendo su mente, tratando de arrancar sus recuerdos. Vio imágenes rotas, momentos de su vida que apenas reconocía: una aldea, unos padres, un templo oscuro... todo estaba borroso, pero sabía que eran suyos.
"No... puedo... olvidar...", murmuró, aferrándose a esos recuerdos, aunque le dolieran. "No debo..."
La presión en su mente aumentó, y Elias sintió como si su cabeza fuera a estallar. Los Espectros del Olvido estaban tan cerca que casi podía sentir su frío abrazo. La desesperación lo invadió, pero también una determinación feroz. No se rendiría. No ahora.
Elias cerró los ojos, concentrándose en un único pensamiento: debía avanzar, debía salir de ese abismo. Con un esfuerzo enorme, logró romper el vínculo mental que lo ataba a los Espectros y dio un paso adelante. Luego otro. Y otro más. Con cada paso, sentía que parte de su esencia se desvanecía, pero no podía detenerse.
Finalmente, las sombras empezaron a retroceder, como si fueran repelidas por una fuerza invisible. Los susurros se desvanecieron, y Elias se encontró solo otra vez, jadeando por el esfuerzo.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero siguió su camino hasta que llegó a un puente estrecho que se extendía sobre un abismo sin fin. Las voces que antes lo acosaban se habían callado, pero ahora aparecieron susurros familiares, voces de personas que alguna vez había conocido, aunque sus rostros se mezclaban en su memoria.
"Elias... Elias, ven con nosotros...", le decían, con un tono dulce y tentador.
"Salta, Elias... déjalo todo atrás... olvida..."
El puente se balanceaba peligrosamente con cada paso que daba, y las voces se volvían más insistentes, más demandantes. Elias apretó los dientes, ignorando el deseo casi irresistible de detenerse, de rendirse al olvido.
El abismo a su lado parecía llamarlo, prometiendo liberarlo del dolor y la confusión que lo atormentaban. Pero Elias sabía que no podía rendirse. No mientras tuviera la fuerza para seguir adelante.
"¡Cállense!", gritó, sintiendo cómo sus propias dudas comenzaban a manifestarse en las palabras de las voces. "¡No me detendrán!"
Cada paso en el puente se hacía más difícil, como si el peso de sus decisiones y sus recuerdos lo aplastaran. Pero Elias siguió adelante, arrastrándose si era necesario, hasta que finalmente llegó al otro lado.
Cuando pisó el suelo firme, las voces se callaron y el abismo se cerró detrás de él, como si nunca hubiera existido. Elias se desplomó de rodillas, agotado, pero sabiendo que había ganado una pequeña victoria. No sabía cuánto más podría resistir, pero por ahora, había sobrevivido.
Este capítulo es solo una prueba y puede cambiar. Podría considerarse un piloto; no es el producto final. El concepto de la historia está avanzado y podría empezar a publicarse pronto. La portada también cambiará. Todo esto es provisional.Gracias por leer esta pequeña historia de prueba. Espero tener la oportunidad de profundizar más en la narrativa y agradeceré mucho su apoyo para continuar desarrollándola. Esta historia no se contará así. La veremos desde el punto de vista de Elias. Lo que él sabe, ustedes lo sabrán; lo que él descubra, ustedes también lo descubrirán. Espero que esto les haga sentir atrapados y parte de este pequeño mundo y quiero que se sientan cercanos al personaje principal y a sus problemas. Esta será una historia de dark fantasy, así que no evitaré tratar temas sensibles y algo de gore.
Estoy abierto a cualquier consejo o idea que puedan darme.
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La Torre de los Olvidados
Mystery / ThrillerElias, un joven marcado por un pasado que no recuerda, despierta en la base de la Torre de los Olvidados, un lugar sombrío donde el tiempo y la realidad se entrelazan en una danza macabra. A medida que asciende por la torre, Elias debe enfrentar des...