Parte 10

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Deane intentó apartar la mirada, pero no pudo evitar sentir que las palabras de Rowan se arrastraban en su mente como una sombra persistente. La promesa de un tormento prolongado no era algo que pudiera ignorar, y la intensidad de la mirada del vampiro la hacía sentir como si estuviera atrapada en un sueño febril y cruel.

Rowan, con su expresión de calma casi zen, comenzó a acercarse a la mesa con los objetos oscuros y enigmáticos. Deane observó con una mezcla de horror y curiosidad mientras el vampiro examinaba meticulosamente cada instrumento, como si estuviera decidiendo cuál sería el más adecuado para su propósito.

Finalmente, Rowan tomó un pequeño frasco de vidrio con un líquido oscuro en su interior. Lo sostuvo frente a Deane con una expresión de seriedad calculada. El líquido parecía moverse con una viscosidad extraña, y su color profundo evocaba imágenes inquietantes. La mirada de Rowan se posó en Deane con un brillo de anticipación.

—Esto es solo una muestra de lo que puedo hacer —dijo Rowan suavemente, su tono revelando una satisfacción oscura. —No es veneno. Es algo más sutil, algo que trabajará con tu mente y tu cuerpo de maneras que no puedes siquiera imaginar.

Deane se estremeció ante la mención de ese "algo más sutil". El miedo se apoderó de ella mientras intentaba discernir el propósito de Rowan. Su mente se llenó de imágenes de torturas inimaginables, y la sensación de impotencia se intensificaba con cada segundo que pasaba.

—A veces, la verdadera tortura no proviene del dolor físico —dijo Rowan, su voz un susurro casi íntimo. —Sino del temor constante de lo que vendrá. De la incertidumbre que te consume lentamente, como el fuego que se propaga en la oscuridad.

El líquido oscuro en el frasco reflejaba la tenue luz de la habitación, creando destellos que parecían danzar en el aire. Rowan lo sostuvo frente a Deane, su mirada imperturbable observando cada una de las reacciones de la joven. Sin decir una palabra, el vampiro se acercó, y Deane sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Rowan, por su parte, la sujetó con firmeza por la mandíbula, obligándola a mirar hacia arriba. La fuerza de sus manos era fría y firme. 

Con habilidad, Rowan retiró la tapa del frasco y acercó el borde al rostro de Deane. Un par de gotas del líquido oscuro cayeron cerca de sus labios, el aroma era penetrante y extraño, una mezcla de algo agridulce y químico que la hizo sentir aún más inquieta. Rowan no tardó en forzar el frasco contra sus labios, obligándola a beber.

El líquido entró en la boca de Deane con una viscosidad perturbadora. Su sabor era desagradable y repugnante, una mezcla de amargor y algo que parecía estar corrosivo. Deane intentó retener la bebida, pero Rowan, con una fuerza implacable, inclinó el frasco para asegurarse de que tragara cada gota. El líquido descendió por su garganta, dejándola con una sensación de ardor y un retortijón inquietante en el estómago.

—Eso es solo el principio —dijo Rowan con un tono que denotaba satisfacción. —Este elixir tiene un efecto que va más allá del dolor físico. Te llevará a un lugar donde el sufrimiento y la desesperación se entrelazan de maneras que jamás has imaginado.

Deane trató de resistir la sensación creciente que se apoderaba de su cuerpo. Su estómago empezó a revolverse, y el líquido parecía causar una reacción interna que se manifestaba como una sensación de calor extremo seguido de escalofríos. La angustia mental se sumó al dolor físico, mientras la presencia de Rowan seguía siendo una constante amenaza en la habitación.

Rowan observó con interés las reacciones de Deane, su mirada llena de una mezcla de crueldad y curiosidad. El vampiro sabía que el verdadero tormento no solo residía en el impacto inmediato del elixir, sino en el anticipado efecto que tendría en la mente de Deane.

Besos de Color CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora