Capitulo Diez

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Mientras Ohm se alejaba para refugiarse en la habitación que usaba como despacho, Fluke se quedó inmóvil en el vestíbulo, con los perros jugando a su alrededor. ¿Cómo podía la trágica muerte de Desmond ser culpa suya? ¿Cómo podía pensar de ese modo?

Ohm levantó la cabeza cuando Fluke apareció en la puerta, mirándolo con cara de perplejidad. Él sabía que lo que había dicho no tenía sentido para Fluke. Sabía que no lo entendía y el peso que llevaba sobre los hombros se hizo insoportable.

–Alex y yo hemos sido enemigos durante mucho tiempo

–le confesó.

Fluke recordó entonces las palabras de la hermana de Alex en la boda. Había pensado preguntarle, pero lo había olvidado por completo.

–¿Por qué?

Ohm se puso rígido.

–Porque Alex violó a mi hermana.

Fluke dio un paso adelante para tocarlo, pero Ohm se apoyó en el escritorio, pasándose una temblorosa mano por el pelo.

–Todo estaba en su diario. Eso es lo que descubrí hace cinco años.

Fluke recordó, horrorizado, el violento asalto de Alex.

–Debió de ser una pesadilla para ti.

–Alex ha sido acusado antes de violación, pero todas sus víctimas retiraron los cargos –dijo Ohm con tono seco–. Su padre es un hombre muy rico y poderoso. He investigado las denuncias... una de ellas la retiró y ahora tiene un puesto en el consejo de administración de su empresa. Subió en la escala social de forma meteórica y ahora es una mujer rica que se niega a hablar del tema.

–Crees que le pagaron de ese modo –dijo Fluke.

–La policía, los abogados y los jueces fueron sobornados.

Otras víctimas pasaron de la pobreza a la prosperidad... me imagino que era su forma de compensarlas. Pero Sofia murió –dijo Ohm con ferocidad–. Ella era pobre e indefensa y no podía soportar la idea de contarme lo que ese canalla le había hecho.

–Cuéntame lo que pasó –lo animó Fluke.

Estaba atónito al recordar el ataque de Alex y, de repente, se lo tomaba mucho más en serio. Al parecer, no había sido una momentánea falta de control o el caso de un hombre que no sabía lo que hacía.

Sofia, descubrió, no había tenido las ventajas que tuvo Ohm gracias a su abuelo y había tenido que trabajar en una variedad de empleos antes de estudiar secretariado. Por fin, había conseguido trabajo como auxiliar en la oficina de Alex en Atenas y un día, cuando estaba en recepción, Alex se había fijado en ella.

Fluke miró la foto que Ohm sacó de la cartera. Su hermana había sido una chica guapísima.

–A Alex le gustan las vírgenes. Mi hermana era mayor que sus víctimas habituales, pero era inocente –la frente de Ohm se cubrió de sudor mientras le contaba que Alex la había invitado a tomar café un par de veces y en una ocasión a almorzar, pero siempre le pedía que no hablase de esos encuentros con sus compañeros de trabajo.

–Supongo que fue entonces cuando tu hermana empezó a sospechar –dijo Fluke.

–Sofia era muy ingenua. Me imagino que se sentía halagada por las atenciones de un hombre rico y supuestamente amable y, cuando le pidió que fuese a su apartamento una noche para trabajar en privado, aceptó.

–¿Y fue entonces cuando...? –Fluke apretó los labios–. ¿Sofia acudió a la policía después?

–Después de haberse duchado porque no sabía que no debía hacerlo –respondió Ohm–. Los médicos encontraron hematomas y heridas, pero le dijeron que no eran pruebas suficientes. Alex insistía en que había sido sexo de mutuo acuerdo y lo creyeron. A ella le dieron a entender que se lo había inventado. Mi hermana se sintió humillada porque la policía no la creyó... eso fue lo que la empujó a quitarse la vida.

Mucho más que venganzaWhere stories live. Discover now