Capítulo 20

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Pete ya tenía alrededor de diez minutos despierto, había pensado en levantar a Ae también, pero se veía tan lindo durmiendo que no se atrevió a perturbar sus sueños.

Había muy poca luz, el sol aún estaba oculto tras las nubes por lo que la luz que se filtraba por la ventana era casi nula. De hecho, el día pintaba para estar nublado todo el tiempo.

La habitación había adoptado unos tonos grises y una ligera luz blanca, Ae tenía la sabana cubriendo hasta sus caderas, con la espalda descubierta, su cara apoyada sobre sus brazos y el cabello despeinado. Se veía tan tranquilo, como si por primera vez en mucho tiempo estuviera descansando. Su ancha espalda subía y bajaba con el ritmo de su respiración y sus labios entreabiertos le daban un toque adicional a su belleza.

Pete había conocido a muchos chicos guapos, pero ninguno como Ae. Nunca encontraría a alguien como él.

Se tomó el tiempo de contar sus lunares y en el proceso descubrió cicatrices que no había visto antes, no eran muchas ni eran grandes, pero el trasfondo de cómo llegaron ahí era algo que a Pete le daba miedo preguntar.

-Buenos días.

La voz somnolienta de Ae sacó a Pete de sus pensamientos. Ae bostezó una última vez y cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, miró detenidamente el rostro de su bello novio. Definitivamente no había nadie más hermoso que Pete.

- ¿Llevas mucho tiempo despierto? —preguntó Ae.
-No mucho, perdón si te desperté.
-Descuida, me desperté solo.

Ae se enderezó y besó la frente de Pete antes de entrar al baño. Pete apartó la cara al ver como a Ae le importaba poco caminar desnudo delante de él. Se ruborizó al instante y sonrió travieso.

Estiró la mano en el lugar vacío de Ae, sintiendo su calor aun ahí. Escuchó como la puerta del baño se abrió y este salió con un pantalón corto para subirse a la cama para besarlo. Sabía a menta. 

- ¿Dormiste bien? —preguntó acomodándose a su lado.
-Muy bien, ¿y tú?
-Jamás había dormido mejor.

La sonrisa coqueta surgiendo en la comisura de su boca lleno las mejillas de Pete de un color rojo, forzándolo a apartar la mirada.

- ¿Cómo puedes ser tan tímido aun después de todo lo que ha pasado? —se burló Ae.
-Tú me vuelves tímido.
-Anoche no parecías nada tímido.

Pete arrojó una almohada a su cara e inmediatamente se escondió debajo de las sábanas. Ae intentó quitárselas de encima, pero Pete solo se encogió más y se aferró con fuerza.

-Estoy bromeando—dijo mientras se reía—Me gusta que seas tímido, pero solo puedes serlo conmigo.

Pete asomó los ojos por el borde de la sabana y asintió con la cabeza para volverse a esconder. 

-Sal de ahí antes de que te quedes sin oxígeno.

Ae tomó la sabana con fuerza y la apartó por completo del cuerpo de Pete, admirando su desnudez y procurando no reír al ver como Pete intentaba cubrirse la cara y ciertas partes de su cuerpo.

Ae tomó sus manos y las apartó, Pete tenía los ojos cerrados con fuerza y su cara estaba más roja que nunca. Hundió su nariz en su cuello y aspiró su delicioso aroma, jamás tendría suficiente.

-Pete ¿me perdonas por desearte tan temprano?

El cuerpo de Pete tembló y Ae lo deseo más.

-Puedes... Puedes hacerlo Ae.

Ae se inclinó lentamente hasta besarlo. Los suaves labios de Pete envolvían los suyos con ternura y amor. Un amor que no había experimentado nunca y por el cual haría lo que fuera.

Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora