Capítulo 22

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Tal y como lo habían sospechado, había comenzado a llover. Ae y Pete tuvieron que correr de vuelta a la habitación de Ae, aceptando que no había manera de evitar empaparse. No era tan malo, ambos entraron con la ropa y el cabello húmedo a la habitación, riendo como dos niños que habían ido a jugar un rato.

-Déjame guardar las cosas—dijo Ae mientras tomaba las bolsas de las cosas que habían comprado y ponía las flores de Pete en agua.

Mientras Ae hacia todo eso, Pete se encamino hasta la habitación. Estaría completamente a oscuras de no ser por la luz de la luna que entraba por la ventana.

La luz señalaba la cama como enviándole una señal divina que resultaba divertida. Se acercó y pasó una de sus manos por la colcha, sintiendo inesperadamente un cosquilleo en el cuello. Cómo una señal.

Escuchó la puerta abrirse y vio a Ae cerrarla, este se recargó en la puerta y lo miraba diferente. Pete pudo reconocer el deseo en sus ojos, pero iban cargados de algo mucho más profundo.

- ¿Cansado? —preguntó Ae.
-No ¿y tú? —respondió Pete.
-No.

El silencio se hizo en la habitación. Ninguno apartó la mirada y si Ae no se hubiera movido, tal vez Pete se habría quedado ahí de pie sin hacer nada. Se sentía raro, pero en un buen sentido.

Ambos chicos quedaron de frente y Ae levantó una mano que acarició el rostro de Pete con la delicadeza que siempre procuraba usar con él. Sus dedos sintieron la suavidad de su piel y recorrieron desde su pómulo hasta el largo de su cuello, notando como se erizaba.

Ae se aceró despacio hasta que sus bocas se encontraron. Fue un beso suave, sin prisa. Dejaron que sus sabores se mezclaran y que sus lenguas danzaran un buen rato. Las manos de Pete viajaron hasta el pecho de Ae y comenzaron a desabrochar su camisa, botón por botón hasta que estuvo completamente abierta. 

Pete sintió como Ae lo arrojaba a la cama y se terminaba de quitar la prenda. Se colocó encima de él y la luz le mostró su amplio pecho el cual subía y bajaba más rápido que antes. Pete estiró su brazo hasta llegar al rostro de Ae y repetir su acción, solo que él llegó más lejos que su cuello. Sus dedos continuaron bajando, grabando con su tacto todo el trayecto de su tórax, sintiendo sus músculos firmes y escuchando el latido de su desenfrenado corazón.

-Tan fuerte, tan firme, tan mío.

Pete levantó la mirada y el deseo en los ojos de Ae envió una descarga por todo su cuerpo. Ae no parecía él mismo, se veía como si estuviera haciendo uso de toda su fuerza para no devorarlo.

Ae tomo las manos de Pete y las aprisiono a un lado de su cabeza. 

-Estas volviéndome loco—susurró Ae sobre su boca.

Besó a Pete con ferocidad y Pete mordió su labio para hacerle ver a Ae que no era el único excitado. Ae procedió a despojar a Pete de su ropa y se quedó un momento admirando su cuerpo. Las gotas de lluvia que golpeaban la ventana adornaban con su sombra la desnudez de su amante, si hubiera podido tomar una fotografía de esa vista, lo hubiera hecho.

-Ae—jadeo—No me mires así.
-No puedo mirarte de otra manera.

Ae volvió a iniciar sus besos y paseó su boca por todo su cuerpo. Deslizó su lengua por su garganta y la detuvo en sus pezones para consentirlos un poco. Los pequeños gemidos que salían de entre los labios sellados de Pete solo hacían su erección más grande y latente hasta el punto de que dolía.

Pete tomó la cara de Ae para alejarlo de su pecho y lo empujó para ponerse encima de él.

-Tú también mereces atención—susurró en su oído mientras una de sus manos tocaba su entrepierna.

Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora