Capítulo 26

45 11 2
                                    

Hace dos semanas que los alfas habían abandonado la base para someterse a una serie de experimentos que determinarían qué es lo que pasaba con ellos. Ae, Tin y Tum se preguntaban cuando terminarían para volver.

Los tres extrañaban a sus respectivas parejas y deseaban con el alma estar de vuelta.

Les habían asignado una habitación en donde la mayor parte del tiempo reinaba el silencio. Ninguno tenía nada que contar ya que pasaban todo el día juntos, pero cuando decidían hablar, los mismo nombres salían de sus labios.

- ¿Qué creen que estén haciendo ahora? —preguntó Tum.
-Son las diez de la noche, así que supongo que estarán dormidos—respondió Tin.
-No—contradijo Ae—Estoy seguro de que Pete sigue despierto.

No necesitaba verlo para saber cómo se sentía. Sabía perfectamente que, si él no podía dormir, Pete tampoco podría.

-Estoy seguro de que Can está durmiendo—comentó Tin—Probablemente lo que no haga sea comer. Por alguna razón, cuando esta triste o enojado no puede comer. Lo cual es raro ya que le encanta.

Ae contuvo las ganas de reír, su amigo se había vuelto demasiado observador y se alegraba por él. Can en serio que lo había convertido en una mejor versión de él.

-Tar probablemente se haya adueñado de la cocina—la voz de Tum indicaba que estaba sonriendo—Cuando algo lo molestaba, se la vivía en la cocina.

Ae pensó en lo que haría Pete y la respuesta apareció en su mente casi de inmediato.

-Pete hará lo mismo de todos los días, porque siente que si no lo hace me enojaré con él.

Siempre hacia lo mismo. Seguía su rutina y trataba de hacerla lo mejor posible, todo con tal de que Ae se sienta orgulloso de él.

Todos acertaron. Tar casi suplantaba al cocinero de la base, Can intentaba comer, pero nada tenía buen sabor para él y Pete aprovechaba cada oportunidad que tenía para ver si alguna camioneta traía de regreso a Ae.

Su cuerpo había comenzado a resentir la ausencia de Ae. Ya era la segunda ocasión que visitaba la enfermería por estar a punto de enfermarse.

Siempre era lo mismo: ChaAim le sacaba un poco de sangre para realizarle estudios y asegurarse de que todo estuviera bien (aunque era obvio lo que Pete tenia, era parte del protocolo) y al final solo le daba vitaminas. Vitaminas que no servían de nada porque lo que Pete necesitaba estaba lejos de él. Y quién sabe cuándo volvería.

No había hablado con Ae desde que se fue. No sabía qué hacía, si estaba bien o qué estaban haciendo con él. La preocupación lo atormentaba, sobre todo en las noches.

La última semana, había decidió agotar esas energías entrenando. No era lo mismo sin Ae, pero no tenía otra opción. Además, quizás cuando Ae volviera, Pete podría darle una buena sorpresa mostrándole que en serio era dedicado con su entrenamiento.

Pete no sabría decir cuando tiempo tenía golpeando ese saco de boxeo, pero de lo que si estaba seguro era de que todo, absolutamente todo el cuerpo le dolía horrible. 

- ¿Así es como te hiciste tan bueno?

Una voz al fondo del gimnasio lo hizo dar la media vuelta del susto, todo para encontrarse con Eric recargado en la puerta.

- ¿Qué haces aquí? —preguntó Pete.
-Pasaba por aquí y escuche ruidos. ¿Tú que haces aquí?
-No podía dormir.

La respuesta de Pete fue simple, además, no es como si fuera a darle explicaciones al tipo en quien menos confiaba.

Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora