Tanto la santa Elizabeth, como el caballero aprendiz Johan. Se emocionaban por cada encuentro que tenían en la sala de oración, era el único lugar exclusivamente privado de la santa.
Sin embargo, aunque su amor era puro, pronto la santa empezó a desear más de Johan, ¿Se había vuelto codiciosa? Eran preguntas que no la dejaban dormir bien por la noche.
Un día, mientras ambos estaban abrazados y tomados de la mano bajo uno de los árboles, la santa comenzó a hablar en voz baja.
—Johan, ¿Crees que soy una mala mujer?
—¿Por qué lo pregunta? Usted es el ser más noble de todo este reino.
Contestó con una voz muy cariñosa mientras la abrazaba, mientras que la santa bajó la mirada.
—Siento que tengo pensamientos que como santa no debería tener.
Mientras decía esas palabras, puso su mano sobre el pecho de Johan y comenzó a masajearla de forma suave.
—Tengo miedo, y me siento asustada, cada día quiero más y más de ti, ¿No va eso en contra de mis enseñanzas?
Unas cuantas lágrimas salieron de sus brillantes ojos, mientras hacía contacto visual con Johan. Él se sintió conmovido y abrazó a la santa con todo su ser.
—Me he sentido de la misma forma, de verdad lo siento, si eso la hace sentir como una mala mujer, entonces yo también soy un pecador.
Ambos se abrazaron con fuerza, para después separarse levemente y desprenderse de sus prendas. Las luces del lugar, los árboles, los hermosos ventanales y las estatuas, eran los únicos testigos de su muestra de amor más profundo.
Pero también, desde ese día, la barrera divina que protegía el reino había sido destruida. Esa misma tarde, los sacerdotes de mayor rango fueron a visitar a la santa.
Preguntaron que estaba pasando con la barrera, pero al ver que no hubo respuesta de ella, imaginaron que es lo que había pasado y ese día ella recibió su primera bofetada.
—¡Zorra!
—¡Ve con el papa y pide misericordia por tu pecadora alma!
La santa había quedado consternada, Johan ya no estaba allí, había vuelto a los campos de entrenamiento.
Mientras la sujetaban con violencia y la arrastraban hacia donde estaba el papa, ella se alegró de que no vieran a Johan con ella, haría lo que fuera para protegerlo.
Cuando llegaron al salón del papa, obligaron a la santa a arrodillarse y este la interrogó nuevamente, la santa finalmente habló.
—¿Es necesario hacer esto?
—¡Es necesario! ¡Por tus deseos carnales condenaste a todo un reino a la destrucción de los demonios!
La santa se enfureció al escuchar el fuerte regaño del papa y se puso de pie nuevamente.
—¡Eh servido a este templo y a este reino toda mi vida! ¡También soy un ser humano! ¡Tengo derecho a buscar mi felicidad!
Apenas terminó su frase, recibió un golpe fuerte de un bastón en su cara, lo que hizo que parte de su boca sangrara, al mismo tiempo, provocando una fuerte inflamación.
—¡No eras solo un ser humano! ¡Eras la santa!
Gritó el papa muy enojado.
—Pero elegiste revolcarte con un hombre que defender a tu pueblo, esa es una traición al pueblo, algo que solo una asquerosa bruja haría.
Luego caminó hacia su asiento nuevamente y dio un golpe con su bastón en el piso.
—¡Encierren a esta pecadora! ¡Haré una reunión de emergencia con su majestad y llegaremos a un veredicto!
Los sacerdotes amarraron las muñecas de la santa por la espalda y se la llevaron a la fuerza hasta el calabozo del lugar. Pronto en todo el templo ya sabían el pecado que había cometido la santa y como el reino estaba en peligro por su culpa.
En menos de un día, pasó de ser una santa a ser una bruja que entregó un reino a los demonios por sus deseos carnales.
Una semana había pasado para que se llegara a una decisión sobre que hacer con ella. En esa semana, la santa fue horriblemente torturada por sus guardias, quienes se aprovecharon de ella, abusando de su cuerpo día y noche.
La santa había quedado totalmente irreconocible, su hermoso cabello dorado había sido opacado por la suciedad, lo habían cortado y su cuerpo estaba lleno de cicatrices de golpes, maltrato y por el acto de violación que ejercieron los guardias.
El papa y el rey estaban en la plaza pública, ambos sentados juntos, mientras que más adelante había una hoguera. En ese entonces, todo el reino sabía cuál era su pecado.
La santa estaba siendo forzada a caminar hacia la hoguera, mientras caminaba, los ciudadanos le tiraban piedras mientras le gritaban obscenidades.
—¡Quemen a esa perra!
—¡Por tu culpa todos vamos a morir!
—¡Vuelve al infierno maldita!
La santa estaba llena de resentimiento al ver como las personas a las que cuidó y curó por tantos años, la trataban de esa manera sólo porque le entregó su cuerpo a alguien de quién se había enamorado.
Mientras caminaba a la hoguera, entre la multitud, hizo contacto visual con un joven a lo lejos, se trataba de Johan, quién estaba llorando al ver a su amada de esa manera.
Pero contrariamente a defenderla, solo lloró más fuerte y le dio la espalda, mientras corría lejos de ese lugar. El miedo a ser tratado de la misma forma fue más fuerte que el amor que tenía por ella.
"¿Con que así va a ser? ¿Solo por entregarme a alguien así es que estoy sufriendo todo esto?".
Fueron sus pensamientos mientras ya estaba en frente de la hoguera, su cuerpo sangraba por todas partes a causa de las piedras que tiraban los ciudadanos.
Luego mientras era amarrada en la hoguera, vio al cielo que estaba despejado y sus lágrimas habían brotado nuevamente.
"¿Acaso también fui abandonada por ustedes? ¿Por qué me dieron esta bendición si también me iba a abandonar?".
Fueron sus palabras internas hacia los dioses, pero por mucho que quisiera, no había respuesta.
—Enciendan el fuego.
En cuanto el rey dio la orden, los sacerdotes encendieron el fuego en la paja que estaban bajo sus pies. Elizabeth no resistió más y gritó con todo lo que pudo, para que su voz fuera escuchada a todo público.
—¡¡Toda mi vida serví a los dioses, al reino y al templo!!, ¡¡Pero a pesar de eso, por un error ahora me están haciendo esto, no es justo!!
Las personas gritaban con más ganas que quemaran a la bruja, nadie estaba de su lado, nadie la escuchaba.
—¡¡Desearía jamás haber servido toda mi vida a personas tan miserables como ustedes!!, ¡¡Si hubiera sabido que sería traicionada de esta manera, me habría suicidado antes que servir a malditos como ustedes!!
Las llamas del fuego comenzaron a rozar su piel, lo que fue abismalmente doloroso para ella. El dolor, el grito de las personas en su contra, todo parecía irreal para ella.
En ese momento tuvo una epifanía, no solo esas personas eran las despreciables. Si los dioses no le hubieran dado su "bendición", esa situación jamás habría pasado.
Antes de ser totalmente quemada, levantó su mirada hacia arriba, con sus ojos inyectados en sangre.
—¡¡Esta es una promesa, voy a destruirlos a todos, esto no va a quedar así, lo juro!!
Gritó hasta que su garganta quedó casi destrozada, juró que no importaba si después moría, iba a vengarse de los dioses por haberla abandonado, por haber hecho que su vida fuera miserable.
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El camino de un héroe
FantasyEn el vasto continente del norte, el Reino de Reveire se alza como un bastión de justicia y prosperidad. Sin embargo, una anomalía mágica desencadena la aparición de grietas infernales, liberando hordas de demonios que sumergen al reino en un caos i...