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Después del gratificante encuentro entre Jimin y su mayor, los mensajes del chat habían aumentado y los sentimientos de ambos por igual, intensificandose. Lo cual podría parecer ridículo para el resto que los rodeaba, dos hombres adultos que apenas llevaban un mes de conocerse, envueltos ya en una burbuja de fantasía después de un solo beso que ni siquiera incluyo lengua, sin aún aclarar lo que ambos esperaban el uno del otro.

Pero hasta el momento, uno de ellos no creía que todo esto fuera ridículo.

Y era Min Yoongi.

El mayor se había decidido a cortejar a Jimin de una manera aún más seria después de ese beso, el menor le gustaba demasiado, su sonrisa, su risa, su personalidad, su manera de hablar, de expresarse y su peculiar aura de misterio que incluso si llegaba a resolver, no quisiera irse, querría quedarse solo para tener su dichosa compañía, y para el eran suficientes razones para llegar a algo más formal.

Es por eso que no sabe que está haciendo ahora, o mejor dicho, lo que le estan haciendo.

Jimin podría culpar a su imprudencia pero, lamentablemente está venía pegada a el.

Park no habia planeado nada de lo que está ocurriendo en estos momentos. Se había levantado feliz para culminar su última sesión de fotos para la empresa de Yoon, con la esperanza de escaparse en un descanso para verlo pero no pudo.

No fue hasta el final que terminó su trabajo que subió a ver a Min a su oficina. Fue fácil localizar su sitio al ver las grandes letras en la puerta con su nombre escrito.

En resumidas cuentas, Jimin solo quería saludar al hombre y recordarle su cita que tendrían en un par de semanas por sus horarios ocupados.

Solo eso.

Solo quería verlo una última vez antes de separarse por dos largas semanas en las que solo se dedicarían a chatear y tener videollamadas sin poder oler la fragancia del hombre mayor.

Pero Park no espero ver a Yoongi sin su saco, con su camisa blanca desarreglada y una vez más su cabello negro sin gel.

Exactamente como la última vez que se vieron en persona.

La última vez que Jimin había puesto toda su fuerza de voluntad en no hacer nada más allá que simplemente besarlo delicadamente pero, eso podía irse muy a la mierda después de ver las clavículas descubiertas de Yoongi, tentativamente llamándolo desde que había entrado a la habitación.

El menor no negaba que su comportamiento fuera el de un animal.

Tenía al pálido sentado en uno de los sillones negros de cuero de su espaciosa oficina, estaba a horcajadas sobre el, una de sus manos estaba dentro de sus pantalones subiendo y bajando por su miembro lubricado, completamente excitado.

Las muñecas de Yoongi estaban juntas sobre su cabeza, pegadas al duro sofa por la mano libre de Park.

El palido no dejaba de repetir que esto aún no debía de pasar, no si quería que las cosas siguieran un curso serio, pero el peso de Jimin sobre el se sentía tan bien que se le dificultaba actuar con claridad.

Incluso cuando intento negarse solo logro que Park atara sus manos con aquellas manitas que creyó que eran adorables.

Jimin observaba con detenimiento la cara de su mayor, mantenía sus ojos cerrados, sus labios se mordían mientras su respiración era pesada y fuerte. No gemía, lo cual era un total castigo para el menor, pero por la forma en que se retorcía podia deducir cuales eran sus puntos débiles.

Yoongi soltó un jadeo logrando que su boca se abriera pero tragándose el ruido que estaba por lanzar, los pantalones de Jimin se apretaron al ver su expresión e imaginarse el sonido que Min estaba a punto de emitir.

Park fue a su oído para susurrar.

—Puedes gemir, no te contengas— Jimin lamió el lóbulo de su oreja haciendo su respiración mas pesada —hazlo tan alto para que todos en la oficina sepan que no soy tu puto amigo— Yoongi sintió un pequeño temblor al escuchar esas palabras.

Después de unos minutos más en los que Yoon termino sobre la mano del menor este lo mantuvo sobre su regazo impidiendo que se fuera.

Lucho por controlar su respiración para poder hablar.

—Yo— sus miradas se encontraron después de que el palido mantuviera sus ojos cerrados —no quiero algo casual— en su voz había una connotación de advertencia.

Si el transcurso había cambiado, igual sus planes de ir "despacio y lento".

El pelinegro prefería poner las cartas sobre la mesa y que si ambos no esperaban lo mismo, acabara aquí, ahora, antes de que pudiera enredarse más con el atractivo chico que tenía arriba de el, y las cosas terminaran en otro casi algo.

Jimin se acercó y depósito un beso sobre su nariz finalizado con una suave mordida. Justo como en su primera cita.

—Estamos en la misma sintonía, bonito—

—Estamos en la misma sintonía, bonito—

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̶I̶ ̶w̶̶a̶̶n̶̶n̶̶a̶ ̶b̶̶e̶ ̶y̶̶o̶̶u̶̶r̶̶s̶ 𝘔𝘢𝘬𝘦 𝘠𝘰𝘶 𝘔𝘪𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora