𝐖𝐀𝐒 𝐓𝐇𝐀𝐓 𝐑𝐄𝐀𝐋𝐋𝐘 𝐘𝐎𝐔 𝐍𝐄𝐗𝐓 𝐓𝐎 𝐌𝐄?┊Atrapada en un romance virtual dentro del vibrante mundo de "Love and Deepspace", Ashaely se enfrenta a la aterradora realidad de no poder escapar. Mientras su corazón se inclina hacia uno de l...
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─Deberías saber que no hay amor más puro que el mío.
Un susurro. Una voz gruesa y sensual.
Un silencio inquietante la envolvía. Solo el trino de los pájaros matutinos, el leve tictac del reloj y el susurro del viento contra la cortina rompían la quietud. Su cuerpo, inerte, no respondía a sus órdenes. Aunque no estaba atada, algo la mantenía inmóvil. Su cabeza, como despertando de un sueño profundo, se movió con lentitud, explorando el dormitorio con cautela.
Discos de vinilo, apilados con cuidado, decoraban los estantes. Cortinas negras, como una barrera contra el mundo exterior, cubrían las ventanas. Un cuervo mecánico, de metal negro, descansaba sobre un soporte de palo, con la mirada fija en un punto desconocido. Una fotografía, amarillenta por el paso del tiempo, reposaba sobre la mesita a su lado. En ella, un chico y una chica, pero sus rostros se habían desvanecido, como borrados por el olvido.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir un líquido viscoso cerca de su mano. Con un movimiento brusco, la apartó, tragando saliva con dificultad. Sus ojos, húmedos de miedo, siguieron el rastro del charco hasta llegar a la otra orilla de la cama, girando su cabeza. Un grito se atragantó en su garganta al ver la espalda de una persona, un cabello plateado manchado con el mismo líquido espeso.
Un terror helado se apoderó de ella. Intentó girarlo, tratando de ver el rostro de la persona en la cama, pero su mano se congeló. Algo la detuvo, como si su cuerpo le advirtiera que era mejor no hacerlo. Lágrimas amargas brotaron de sus ojos, llenando sus mejillas con un dolor profundo. Un nudo se le formó en el estómago, oprimiéndole el aliento.
Sin poder controlarse, se deslizó de la cama, con un movimiento lento y torpe. Retrocedió, impulsada por el miedo, el pánico.
Una presencia detrás de su espalda, su respiración en su oído, caliente y embriagante.
Más cerca. Caliente, tan caliente y familiar.
Quemaba. Ardía tan bien.
─Cariño.
─¡No! ¡No! ¡No puedes! ¡No!
Un torbellino de preguntas mentales, afiladas como esquirlas de vidrio, la acometían sin tregua. Se sentía asediada, incapaz de encontrar respuestas en la maraña de interrogantes que la asfixiaban.
Anhelaba la tierra, que la engullera y la escupiera lejos, a un lugar donde la vergüenza que la abrasaba se disipara. La sangre le subía a la cara, tiñendo su cuello de un rojo intenso, mientras reconocía el ambiente del hospital Akso. Centenares de miradas la observaban, la convertían en un objeto de estudio, un ser sometido a la inspección de doctores y enfermeras, seguidos por un cortejo de estudiantes.
