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Alicent

Mi respiración se agitaba. Esto no es correcto. No soy idiota, esto tendría consecuencias, y no serían buenas para nadie, menos para mí. Sabía que los rumores eran rápidos y lo que Daemon haría.

cDebo irme —me alejé de ella con la mayor determinación—. Esto no es correcto y no es bueno ni para mí ni para ti. —Me di la vuelta y caminé hacia la puerta. Sentí su mano fría tocarme.

—Alicent, si te vas... —No la dejé terminar.

—Créeme, esto no es correcto. Te conozco, te arrepentirás, Rhaenyra. Sin contar que tienes un marido que mataría a un reino entero por ti. —Ella rió bajando la cabeza.

—¿Desde cuándo eres tan correcta? Según se rumoreaba, tú tenías un amante después de la muerte de mi padre —la miré, tratando de decir algo—. Así que no hables de ser correcta.

—Soy humana, tenía necesidades.

—Como yo las tengo. Si te vas, no habrá vuelta atrás.

—Créeme, lo deseo, pero no es correcto. Nadie lo vería correcto. Además, soy la madre del que quiere usurpar el trono.

—No me importa —tiró de mi cintura hacia ella—. Alicent, solo déjame encargarme —su voz era segura, sabía que hablaba en serio; siempre obtiene lo que desea.

—Daemon...

—No se enterará —dijo antes de besarme. No puse ninguna resistencia. Podría parecer una idiota justo ahora, pero ¿qué haría? Siempre quise estar con ella y no con su padre. Siempre desee ser Laenor, Daemon o Ser Harwin; deseé ser cada uno de ellos para estar con ella. Tal fue mi odio porque ellos tuvieron hijos con ella y yo no. Por eso estuve con Corlys; no era por gusto, sentía envidia de que él estuviera con ella.

Cada beso era como una súplica de más. No podía dejarla; era adictivo, era difícil alejarse de ella.

—Su majestad —tocaron una vez, haciéndome alejar de ella. Entró Anthony—. La señorita Helaena busca a Alicent —su mirada fija en mí lo delataba.

—Dile que puede esperar.

—De hecho, puedo ir. Aprovechando, Sir Anthony me acompaña —Helaena nunca solía buscarme en las noches.

—Yo te llevaré luego. —Sir Anthony asintió y salió.

—Creo que deberíamos...

—Yo no creo nada —volvió hacia mí, dándome un beso.

—Podría entrar alguien —ella no dijo nada.

—Que entren —me separé de ella.

—Helaena tal vez me busca porque necesita mi ayuda. Ella desea que sus hijos sean resguardados del peligro con los tuyos.

—No puedo hacer eso, pero podría mandarlos a otra parte.

—¿En serio no puedes?

—Mis hijos son lo más sagrado para mí, Alicent, y no los pondré en riesgo. Así que podríamos ver dónde llevarlos.

—Mis nietos no son un riesgo.

—Lo sé, pero no lo haré. Tengo mis razones, pero ayudaré a tus nietos.

—Necesito irme, quiero informarle a Helaena.

—Te acompaño.

—No es necesario, tal vez un guardia me acompañe.

—Insisto, Alicent. Helaena entenderá si yo le explico mejor.

—Como ordenes. —Salimos de la habitación, nadie dijo nada. El silencio se apoderó de nosotros al llegar donde estaba Helaena.

—Madre... —caminó para darme la mano; podía notar su preocupación—. Hermana...

—Tu madre me contó que desea proteger a tus hijos de la guerra. Puedo ayudarte a llevarlos a un lugar seguro, pero necesito tiempo para buscar gente de confianza; encontrar un lugar seguro será complicado.

—Pueden ir donde permanecen tus hijos.

—No, Helaena, no pueden. Eso es otro tema, pero créeme, te ayudaré, lo prometo —ella agarró con más fuerza mi mano.

—Amor... —acaricié su cabello—. Créeme, los protegeremos —ella asintió.

No dijo nada más que se despidió para ir a dormir con los niños.

—Está cansada —dije. Ella no me respondió—. Podrías llevarla lejos con los niños.

—La necesito.

—No la necesitas. Ella no quiere pelear.

—Ella sabe cosas de Aegon, además tiene un dragón.

—Ella lo hace por sus hijos —salió sin más, dirigiéndose a su habitación, sin decir nada más.

—Rhaenyra... —llegamos a su habitación.

—Tienes que alejarte de esto, Alicent. Ella nos ayudará, tal vez no en la guerra, pero sí en la estrategia.

—No lo desea.

—Debiste pensar eso antes de empezar esto. —No dije nada; a veces, solo callarse era mi única opción—. Mira, solo no te metas en esto, compláceme —dijo antes de acercarse y darme la mano y acercarse a mi nuestras cabezas se juntaron cerré los ojos solo podía sentir su respiración

"Tu me perteneces"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora