-Oh, vamos Natty. Daniel te encanta. No me lo puedes negar.
-Pues te lo niego. No, no y no.
-¿Seguro? -levanta las cejas Daniel.
Me giro para verle. Y es que tiene una cara tan aww. No se que es lo que hizo, pero me mordí el labio.
-Si..., SI. -digo aclarando su respuesta.
-Lo ves. -dice afirmando Nini- Te muerdes el labio cada vez que algo te encanta.
-Eso es mentira. -niego rotundamente.
-Uy, queda un bollo en la bolsa,..
-¡En serio! Aw -me muerdo el labio- ¡Damelo! -reclamo.
-Lo ves, los bollos te encantan y te muerdes el labio. Daniel también te encanta y por eso te muerdes el labio.
-Si es que soy irresistible. -sonríe victorioso Daniel.
-Tu lo que eres es tonto. -le hecho un mirada asesina.
-Ey, Daniel. Que tu tampoco te libras. -levanta una ceja Jesús.- Tu estas demasiado pillado por Natt. Se te nota en como la miras. En como sonríes cuando estas cerca de ella. En como te brillan los ojos cuando ella sonríe. O como te rallas todas las noches pensando en ella. Si ella no te importara te la hubieras tirado, y un para de líos y ale, a por otra tía. Te estas encaprichando de ella. Y no lo puedes negar.
-Yo... -dice Daniel , temblando.- No, es mentira. Yo nunca me ha enamorado de nadie, y tampoco lo voy a hacer ahora.
-Oh, vamos. Venga ya. Si la has traído aquí, donde nadie, pero nadie nunca a entrado. Hasta te ha dado la valentía para entrar en esta terraza. La cual has tardado dos años en entrar. Ella te da fuerza.
Yo estaba demasiado sonrojada y también nerviosa. No podía articular palabra.
A lo mejor si..., si que siento algo por él...
No, Natalia, no. Todos son unos capullos. No vas a ser la tonta que se enamora del primer tonto con una perfecta sonrisa, y del que te pierdes en sus ojos cuando le miras...
Eh... ¿Pero que digo? Esto no puede estar ocurriendo.
-¿Natt? -me zarandeaba Nini.
-Eh, que, ¿que pasa?
-Te has quedado empanada. -se ríe.
-Bueno, que, ¿vamos a comer algo? Estoy hambriento. -reprocha Jesús.
-¿Que hora es? -pregunto.
-Las dos y media.
-Uy, pues a comer se ha dicho. -respondo tocándole la barriga.
-Por cierto Nini.
-Dime. -responde esta.
-Te voy a matar por no traerme unas deportivas. Ahora tendré que andar con estos tacones.
Se hecha a reír.
-El Karma. Por no admitir que te gusta Daniel. Cuando lo admitas se te irá.
-Eso no va a pasar.
-Ya veremos...
Me calzo los tacones y bajamos los cuatro las escaleras de aquel edificio.
Salimos por una puerta. Pero no me suena nada. Esa puerta da a un callejón.
-Soy yo, ¿o por aquí no habíamos entrado antes?
-Aquí se entra por un sitio y se sale por otro. -me responde Jesús.
Este edificio es un tanto raro. Es diferente. Laberíntico, y con contraseñas extrañas para abrir puertas.
-Yo sigo todavía un poco flipada.
-Y que lo digas. -dice Nini con mi misma cara de sorpresa.
Los gemelos se miran entre ellos y se ríen.
-Tenéis la misma cara que pusimos nosotros la primera vez que entramos aquí. -apunta Daniel.
-Al final vais a acabar demasiado intrigadas, y vais a querer entrar cada dos por tres. -sonríe Jesús- Todavía no habéis visto todo el edificio.
-Ahora si que me esta entrando hambre. -interrumpo.
-Tía, que yo quiero saber mas de este lugar. ¿No tienes curiosidad?
-Puede, pero tengo más hambre que curiosidad.
-Está bien, esta bien. Vamos a comer. -dice al fin Daniel.
-Pensaba que nunca lo dirías. -digo comenzando a caminar.
Al fin llegamos a un Vips.
Yo me pedí una hamburguesa. Al igual que todos.
Y me la termine en menos que canta un gallo. Incluso le robé un mordisco a la de Dani.
-¡Oye! -rechistaba, mirándome desafiante.
-A sido Jesús. -sonrío como sonríen los niños pequeños cuando le culpan de algo que ha hecho mal.
-Que metirosa... -se rie Jesús.
-Vale, vale. A sido Nini. -digo señalándola.- Lo siento, me han descubierto, no puedo seguir protegiendote Nini.
-Claro, y que más.
Se ríen todos.
-Wee, el postre. -decía sonriente al ver que ya lo traían.
La camarera deja dos helados de chocolate y dos de vainilla.
Yo me cojí uno de vainilla. No me gusta el chocolate negro.
Unto mi dedo en el helado y...
-Dani.
Se gira para mirarme. Y yo le mancho la nariz de helado.
-Oye, eso no vale. -se pono bizco al intentar mirarse la nariz. A lo que estallo en carcajadas.
Él unta su dedo en el helado de chocolate negro y me lo esparce por mi mejilla.
-Agg. -digo quitandomelo con la mano.- ¿Se me ha quitado ya?
-No. Haber dejame. -dice Daniel cogiendo una servilleta.
Se acerca a mi y me limpia la mejilla con ella.
Esta tan cerca de mí que no puedo evitar mirarle a los ojos. Y veo que el también me mira. Me muerdo el labio instintivamente, pero sin darme cuenta.