Prólogo 1 - Una princesa extranjera

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Los Madrigal estaban preparando la mesa para almorzar, estaban felices por haber recuperado sus dones hace unos días, al menos la mayoría. Dolores había disfrutado la reconstrucción de Casita más que nadie, oírlo todo suena atractivo hasta que escuchas los pedos de las vacas desde donde sea que estés. Entonces escuchó algo que la sacó de sus lamentos, una voz desconocida, lejana.

- Escucho a alguien en las montañas - tan pronto como su advertencia salió de sus labios dejaron sus conversaciones y salieron de Casita para "darle la bienvenida" a la forastera que de algún modo logró esquivar las montañas.

Elsa subió la montaña con facilidad gracias a su magia, sin imaginar que se trataba de una cordillera que rodeaba un pueblo. "¿Cómo llegaron ahí en un primer momento?" se preguntó.

Tal como subió la montaña la bajó, junto a sus provisiones. No sabía cuánto le quedaba para encontrar la fuente de la magia, sólo pudo sentirla durante un momento y todo lo que tiene para orientarse son las imprecisas ecuaciones de su hermana y cualquier rumor que pueda encontrar en este pueblo.

Mientras caminaba hacia el pueblo intentó mantener una buena imagen, el viaje había sido largo y cansado y las sombrillas de hielo protegen contra el calor, pero no contra el sol. Estaba roja como un tomate. Anduvo en dirección a la casa más llamativa. Fuera de la misma había una familia mirando en su dirección, era evidente que no están acostumbrados a los forasteros.

Después de lo que se sintieron horas tanto para la familia como para la princesa, Elsa llegó hasta la casita Madrigal. Intentó presentarse pero en cuanto abrió la boca para hablar la abuela la interrumpió.

- ¡Julieta! Tráele algo a esta niña que parece que se va a quedar sin piel.

Casita se adelantó, rápidamente movió sus azulejos desde la cocina hasta el jardín y le lanzó una arepa a Elsa. Elsa dudó por un momento, pero mordió la arepa. Su piel dejó de picar, volviendo a su color de siempre y se sintió renovada.

- ¿Magia? - creía que este pueblo iba a ser una de muchas paradas - No creí encontrarla tan pronto.

- ¿Quién pregunta sobre la magia, exactamente? - después de saciar su instinto protector la abuela volvió en sí y sintió desconfianza.

- Dejad que me presente apropiadamente - Elsa hizo una pequeña reverencia - Soy Elsa, princesa de Arendelle y guardiana del Bosque Encantado.

- Oh, que modales los míos, su majestad. Familia, preparadle un asiento en la mesa - Elsa quiso decir algo pero Alma estaba hablando con los adultos de la familia - No habléis sobre la magia ni el milagro, no sabemos si es de fiar. Bruno, ven conmigo, necesito una visión - la abuela arrastró a su hijo hasta su habitación.

- Su majestad... - dijo Julieta notoriamente tensa.

- Por favor, llamadme Elsa, dejemos las formalidades de lado.

Mientras la familia sentaba a Elsa en la mesa y le preguntaban sobre Arendelle para evitar hablar sobre el milagro, un remolino de arena encerraba a Bruno y la abuela.

Entre la arena vieron la cara de una Mirabel adulta, sosteniendo el milagro.

- ¿Esto que tiene que ver con la princesa?

- Paciencia, ma'.

Mirabel se agachó a la altura de un niño. El pequeño tocó la vela, se acercó a una puerta y al tocarla se iluminó.

- No tiene sentido.

Justo cuando dijo eso, dos mujeres sonrientes levantaron al niño, lo besaron con cariño y luego se dieron un beso en los labios. Ambos ahí presentes reconocieron a la pareja a pesar de la edad y el cambio de peinado.
La profecía terminó, dejando un cristal verde en las manos de la abuela. Lo observó con incredulidad, negando el futuro.

- Isabela... - murmuró.

Clavel Antártico [Elsa x Isabela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora