Capítulo I

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A pesar de haber nacido y crecido en el lujo y el esplendor, acostumbrarse por completo a él nunca es fácil. Incluso sin estar plagado por la lucha de no poder servir una comida caliente al menos dos veces al día, era fácil llegar a una saturación total de fiestas y bailes formales, tanto que uno albergaba un profundo malestar. Era una jaula dorada de finas sedas y perlas de la que Sakura intentaba escapar cada vez que se le presentaba la oportunidad. Como aquella noche.

Ya había perdido la cuenta de cuántas cenas se celebraban en el lapso de una sola semana en la mansión Haruno y a las que ella, por supuesto, tenía que asistir y de las que no podía escapar. Ya tenía quince años; era hora de que tomara parte activa en la vida social, que, en contra de lo que pudiera pensarse, era esencial para la buena marcha de los negocios. Era mucho más fácil llegar a un acuerdo provechoso cuando las barrigas estaban llenas y las copas vacías, y, sobre todo, cuando había una hermosa doncella próxima a la edad núbil de la que presumir, toda sonrisas y buenos modales.

Sakura podía considerarse mucho más afortunada que sus compañeras, al menos. Por mucho que se le exigiera que fuera capaz de mantener conversaciones con posibles futuros pretendientes, su padre no tenía intención de obligarla a casarse con alguien sólo para poder beneficiarse de ello. Nada de matrimonios concertados para ella, le había anunciado con orgullo. Se casaría cuando estuviera preparada y, sobre todo, por amor, igual que las desgarradoras historias con las que se entretenía en sus horas de estudio, cuando estaba demasiado distraída para hacer malabarismos con la música y el bordado.

Ni siquiera en aquel momento pudo renunciar a uno de los últimos libros a los que había dedicado toda su atención. Segura de haber hecho un buen trabajo en el gran salón con los invitados de su padre, Sakura había decidido escabullirse cuando la fiesta había llegado a su clímax, refugiándose en su querida estantería, con la nariz hundida en las páginas de la que ahora podía proclamar como su novela favorita.

Inmersa así en la lectura, no se percató de la puerta abierta ni de la figura que se acercaba lentamente a ella, no hasta que estuvo lo bastante cerca como para hacer sombra a las lámparas de aceite y privarla de la luz necesaria. Levantó la mirada, las cejas arqueadas por el asombro, en su corazón la esperanza de que no fuera Shizune, su ama de llaves, que sin duda no perdería el tiempo en recordarle lo descortés que era abandonar una fiesta cuando ella era la anfitriona.

"Sabía que te encontraría aquí", dijo el moreno, frunciendo el ceño como de costumbre, la compostura a la que se veía forzado iba fallando poco a poco, aunque no de forma explícita. Sólo podía reconocerse por la forma en que sus hombros se relajaban, despojados del peso de la etiqueta, y sus manos iban espontáneamente a esconderse en los bolsillos. "Alguien ya se ha dado cuenta de que no estás. Pronto vendrá a buscarte tu ama de llaves".

Sakura suspiró resignada, cerrando su preciado libro con un ruido sordo y hundiéndose muy poco agraciadamente en la silla. No había necesidad de parecer expeditiva en aquel momento. No había nadie que pudiera juzgarla impropia o indecorosa.

Conocía a Sasuke prácticamente de toda la vida. Sus padres habían sido socios comerciales incluso desde antes de que ellos nacieran y sus madres amigas íntimas, al menos antes de la triste y prematura partida de Mebuki Haruno.

No era raro que el moreno pasara mucho tiempo en su mansión o que fueran ellos los que visitaran al Uchiha y, al tener la misma edad, ambos pasaban horas juntos jugando mientras los adultos discutían sus asuntos. Eso fue hasta que ambos llegaron a una edad en la que sus deberes y educación diferían. Dejando atrás las sesiones de cazar o esconderse en las vastas tierras de sus familias, su amistad se había enfriado un poco. Sin embargo, eso no le impedía sentirse cómoda en su presencia, quizá precisamente porque Sasuke era el único con quien podía aflojar figuradamente su corsé.

Almas Ardientes - SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora