Fragmento | 01

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《 Wildest Dreams 》

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《 Wildest Dreams 》

La música retumbaba en las paredes del club nocturno, creando un ambiente vibrante y lleno de energía. Luces de colores parpadeaban al ritmo de la música, iluminando la pista de baile donde la gente se movía al compás de la noche.

Entre la multitud la intrépida y encantadora Isabela Montenegro, danza al ritmo de Limbo, mueve sus caderas de un lado a otro alzando los brazos con gracia y soltura. Sus ojos brillan con una mezcla de alegría y determinación, reflejando la pasión que siente por la música y el baile.

Su mejor amiga, Eva Clark admiraba profundamente la destreza de Tatiana en la pista de baile. Desde su lugar en la barra del club, Eva observaba con una sonrisa orgullosa a su amiga, sabiendo que Tatiana era única en su estilo y elegancia. Eva admiraba no solo la habilidad de Tatiana para el baile, sino también su fuerza interior y su carácter intrépido que la hacían destacar.

Mientras la música seguía sonando y las luces parpadeaban en el club nocturno, Eva sentía una mezcla de alegría y gratitud por tener a una amiga tan especial y talentosa como Tatiana a su lado. Juntas, compartían momentos inolvidables y se apoyaban mutuamente en cada paso de sus vidas, formando un lazo de amistad indestructible que nada ni nadie podría romper.

— Ev, ven a bailar. ¡Acompáñame!

— Issa, sabes que no me gusta bailar. — un quejido brota de su boca

La menor de los Montenegro ignoró el comentario de Eva y, en cambio, tomó su antebrazo y lo guió hacia la pista de baile, comenzando a bailar al ritmo de la canción No Me Acuerdo.

Mientras tanto, en la imponente mansión de los Montenegro, una abrumadora reunión familiar mantenía a Saul Montenegro en un estado de agitación, perturbando la tranquilidad de sus hijos y nietos en la sala de estar.

Ninguno de los presentes se atrevía a hablar, paralizados por la mirada sombría que el patriarca cargaba en sus profundos ojos marrones. Con un leve golpe de su bastón en el frío azulejo del suelo, relajó su ceño tenso y gestiona con sus labios un pequeño susurro lleno de repudio.

— Idiotas.

Con elegancia, Saul Montenegro pasa el bastón de su lado izquierdo a su frente, juntando sus manos en un puño sobre el reluciente pomo de plata. Desvía sus profundos ojos marrones hacia su hijo mayor, quien, junto con los demás, mantenía la cabeza gacha, revelando el temor que su padre inspiraba en ellos.

— ¿Dónde se encuentra Isabela, Osvaldo? — preguntó Saul con un dejo de inquietud.

— No lo sé, padre. Esta tarde salió y aún no ha regresado — respondió Osvaldo con preocupación.

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⏰ Última actualización: Oct 14 ⏰

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