sin querer...

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Después de una larga jornada de trabajo en aquella aburrida oficina, decidí salir a tomar el aire y despejarme un poco; y que mejor que algo dulce para ello?

—Un café cortado y— se queda pensativa pensando que comer— y un croissant, por favor—
—Por supuesto, son 3,20–

En cuanto me dio el cambio salí de la cafetería directa a sentarme en un banco para poder almorzar tranquila. En aquel momento me llamó mi mejor amiga, susana.

—Tía , he conseguido entradas para el concierto de måneskin para dentro de una semana—
—No jodas susana— digo emocionada— como las has conseguido si están super agotadas?!
—Aaahh?? no se sabe— dice con una risita pícara a través del teléfono—

En aquel momento estaba tan concentrada e ilusionada por la conversación con mi amiga que no me di cuenta que un hombre se acercaba a mi. Sin darme cuenta y de la emoción se me cayó el café, cayó justamente en los pantalones de aquel hombre. No le quería ni mirar a la cara por la vergüenza que me iba a causar esa situación.

—Ostias! pero mira por donde vas, ten más cuidado.
—Uff perdona es que no te había visto venir y— estaba tan nerviosa que no me salían las palabras—pero ha sido sin querer, lo juro.
—Joder!! pero tú sabes cuanto vale este traje?

En aquel momento por fin me digné a mirarle a la cara y ni si quiera podía creer que acababa de vertir mi café en el traje de Damiano David! Él seguía con una expresión enfadada esperando una respuesta por mi parte, ya que con la impresión de haberle visto en persona me había quedado paralizada.

—p-pperdoname, si es necesario te lo pago, de verdad.
—Lo primero, no hace falta y lo segundo es que este traje ha costado más de 400 euros—dice con una pequeña sonrisa de orgullo—
—Pues perdóname que te diga pero podría pagarlo perfectamente.
—Y por que tanto orgullo?— dice con una sonrisa pícara— en este momento cualquier chica estaría pidiéndome mi numero, acaso no lo quieres?
—Y por que me iba a hacer falta?, por ser famoso no eres el centro del mundo. Pero aún así me veo obligada a pedírtelo para pagarte el traje.
—No eres tú muy creída?—dice con un tono juguetón y se ríe— anda toma, amore

Me reí porque no supe hacer otra cosa, Damiano me había llamado amore y yo tan tranquila. Pero aún así no iba a dejar que él creyese que soy una facilona. Cogí el papelito con su numero y me limité a despedirme con un simple adiós. Aún que por dentro seguía sin asimilar lo que me había pasado.

por accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora