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Si Gael pretendía ser silenciosa fallo estrepitosamente, se tropezó con una gran pedazo de raíz que sobresalía de uno de los árboles que había en el bosques de los dioses. Cregan que estaba arrodillado frente a un arciano se volteó a mirarla y cuando se dio cuenta de quién era rápidamente se puso de pie para ayudarla.
—¿Estás bien? —el le preguntó suavemente limpiando los restos de nieve en la mejilla de su amiga.
La niña lo miro detenidamente. Apenas habían pasado algunas lunas desde la última vez que se vieron el el nido de Águilas, pero Cregan ya había crecido y le sacaba casi alrededor de una cabeza de altura y su voz se había vuelto más gruesa. Sus ojos aún seguían siendo tan grises como siempre pero ahora estaban tristes y su expresión fácil lo hacía parecer más mayor de que realmente era.
—Yo estoy bien —ella dijo amablemente, tomándolo del brazo con fuerza— la pregunta es ¿Cómo estás tu?
Cregan alzó los hombros restándole importancia y cuando se aseguro de que Gael no se volvería a caer la soltó y volvió a dónde antes había estado arrodillado. La princesa lo guió en silenció.
El final de invierno se había llevado la vida de Beron Stark y Lord Stark parecía que iba seguir a su hijo menor muy pronto por el estado en el que se encontraba. Gael voló tan rápido como se lo permitieron para consolar a su amigo, pero no llegó lo suficientemente rápido como para estar a su lado durante el funeral de su hermano menor.
Gael no sabía que decirle, nunca había perdido a un ser querido y sabía que lo que fuera que diría tampoco se lo devolvería, así que tímidamente se arrodillo frente al arciano junto con Cregan y le tomo la mano en silencio.
El arciano en Desembarco del Rey no tenía rostro, por eso este en Invernalia la perturbó, más no dijo una palabra para no faltarle el resto a su amigo en base a sus creencias.
Gael creía en las catorce llamas, no militaba la fe de los siete como su madre y no sabía nada sobre los dioses antiguos.
—¿Cuando llegaste? —Cregan le preguntó casi en un susurro.
—Acabo de llegar.
Ella no mentía, tan pronto como encontró un lugar seguro en donde dejar a Boash y el hermano del señor Stark le indico dónde estaba su sobrino, ella corrió hacia el.
—¿Tienes frío?
Gael, aunque estaba vestida con ropa adecuada para el frío, sentía sus huesos congelados y extrañaba el calor que emitía el cuerpo de su dragón, pero lo oculto muy bien.
—No.
Ambos se quedaron en silencio mirando el rostro del arciano. No se conocían hace mucho tiempo y no era lo mismo escribirse a través de cartas que hablar en persona. Gael no era una persona tímida, pero Cregan era tranquilo y ella no deseaba molestaban su calma con el bullicio. Pero para su sorpresa el fue en primero en hablar.
