Único

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Entre risas y vítores, el anticristo abandono el salón principal del castillo en donde se llevaba la fiesta del milenio y se dirigió a las mazmorras.

Satán al verlo grito por sobre el ruido:

-Antes de dormir que alguien te vea esas heridas, hijo.

Jungkook asintió y se alejó.

Uno de sus cuernos estaba quebrado y había perdido la punta, sus alas negras como las de un cuervo estaban maltrechas y aunque ya se había limpiado la sangre aun sentía el sabor metálico en su boca, algo que seguro nunca dejaría de sentir, pero el ya no sentía dolor ni en el pecho donde fue apuñalado, ni en la espalda donde las flechas lo habían tocado, poco a poco se iban sanando y pronto solo serian otras cicatrices del montón.

Tampoco planeaba dormir.

Avanzo por el castillo, los sirvientes se acercaban a él pendientes de las heridas de su cuerpo, pero Jungkook los desestimaba con un movimiento de mano, quería estar solo.

Bueno, no tanto, sus pasos lo llevaban a las mazmorras, ahí donde estaba su premio.

Las celdas estaban vacías, excepto por una.

La puerta brillaba como si estuviera echa de perlas, sobre ella tenía inscripciones en un idioma tan antiguo, igual que la tierra misma. A Jungkook no le impedía entrar, tampoco salir, pero al ser que se encontraba dentro le hubiera llevado cinco milenios y más en traspasar esas puertas.

Jungkook sonrió al entrar.

Lo primero que escucho fue el ruido de las cadenas seguido por un jadeo. El anticristo encendió las farolas con sus dedos, aún tenía una sonrisa de satisfacción cuando volteo a mirar al ángel encadenado.

-Así que aquí te pusieron.

El ángel no respondió, una mordaza de metal cubría sus labios, pero si las miradas mataran, Jungkook sabia con certeza que esos lindos ojos marrones ya lo hubieran matado mil veces.

El anticristo se dedicó a contemplarlo.

Unas cadenas lo mantenían sujeto del techo, apenas podía tocar el suelo con sus pies, tenía la toga blanca manchada de sangre y echa tirones, sus alas blancas se encontraban muy dañadas, Jungkook supo al instante que no podría volver a volar.

-De todas formas- dijo señalándolas-. No las vas a necesitar

El ángel se removió sobre las cadenas, que rasgaron sus muñecas más de lo que ya estaban, pero aun orgulloso le devolvió una mirada desafiante con aquellos ojos marrones.

Jungkook rio y se acercó a él.

-Quién diría que el general de la primera división celestial terminaría encadenado como un pajarito. ¿No, Taehyung?

Taehyung se removió tratando en vano desprenderse de las cadenas.

-No sigas, lindo-Jungkook lo tomo por los hombros-, solo vas a seguir lastimándote.

La mandíbula de metal se movió, ningún sonido logro salir.

-¿Que es lo que quieres decir? ¿Me quieres felicitar por ganar la guerra entre el cielo y el infierno?

Jungkook vio venir la patada en el estómago, el pequeño ángel aún tenía fuerzas, así que cuando Taehyung alzó la pierna, el anticristo solo tuvo que tomarla en el aire.

-Suaves...-susurró pasando el pulgar por la piel del tobillo y sin pudor llevó la mano hacia arriba, por los muslos.

Taehyung volvió a removerse alarmado. Parecía estar gritando algo, Jungkook tenía curiosidad, ni en sus mejores batallas había visto la frente del ángel tan arrugada por fruncir el ceño

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⏰ Última actualización: Aug 23 ⏰

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