Capítulo 7

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La cámara se aleja de Harry y Sally mientras se funden en un beso de Nochevieja bajo una lluvia de confeti.

Poco después empiezan los créditos.

⁠—¿Lo ves? —⁠dice Beau, dándome un toque en la rodilla con la suya⁠—. Un clásico, ¿sí o no?

Inclino la cabeza a ambos lados.

—No está mal.

—Eres un crítico muy duro, Clark.

La verdad es que la película me ha gustado más de lo que esperaba, pero creo que ha sido por ver a Beau partirse de risa con los chistes de Sally y poner una sonrisa soñadora en las escenas más bonitas.

Se empiezan a encender las luces sobre nuestras cabezas y Beau se echa hacia atrás, estirándose y extendiendo los brazos.

—Tendrás que ir a casa, ¿no? —⁠me pregunta, bostezando.

Miro mi móvil, que ahora tiene el triple de mensajes y llamadas perdidas que la última vez que lo miré, cuando estábamos en la playa. Tras echar una ojeada, compruebo que son los mensajes habituales de pánico que recibía siempre que me desviaba de la rutina.

Solo destaca uno de ellos.

Es de Sadie, enviado hace una hora:

Te necesito.

Eso... no es propio de ella.

¿Me necesita? Todos los demás mensajes de mamá, papá y Blair suplican que vuelva a casa o que por lo menos les diga que estoy bien. Me devano los sesos intentando recordar lo que pasó los días anteriores al bucle para encontrar un contexto al mensaje de Sadie y darle sentido.

Pero sus 19 de septiembre siempre han sido estupendos. Ha salido con sus nuevos amigos y ha cenado en casa su comida favorita (espaguetis caseros Mr. Green). ¿Por qué iba a necesitarme ahora?

—Tu familia tiene que andar histérica —⁠me dice Beau al verme mirar fijamente el móvil⁠—. ¿Tienes que llamar a alguien?

Me planteo hablar con Sadie por FaceTime, pero sé que me queda muy poco tiempo con Beau y me siento mal gastando parte con otra persona a la que sé que volveré a ver el día 311. Sí, es un mensaje raro, pero cosas más raras me han pasado cuando me he apartado de la rutina.

—Puedo quedarme —⁠le digo, guardando el móvil y sonriendo para subrayarlo⁠—. ¿Tú?

Se le ve gratamente sorprendido.

—Emery dijo que luego echaban La princesa prometida. ¿Nos quedamos?

Asiento. No nos movemos del sitio.

Minutos más tarde, las luces vuelven a atenuarse.

⁠—¿No viene nadie a revisar la sala y limpiar entre las películas? —⁠le pregunto a Beau cuando vuelven a aparecer en pantalla los mismos tráilers de antes.

—Si con nadie te refieres a Emery, no. No viene —⁠declara, acabándose las últimas palomitas.

Me acomodo en el asiento. No me concentro en la peli por el mensaje de Sadie, pero se está bien en el cine a oscuras, con Beau al lado, y me dejo llevar por la felicidad de mi día 310.

Me despierto parpadeando, soñoliento, y veo los créditos finales de La princesa prometida por la pantalla.

Mierda. Me he quedado dormido a la mitad.

Miro a mi alrededor, nervioso, porque Beau ha desaparecido.

Me levanto y salgo corriendo de la sala uno. Me encuentro a Emery solo en el vestíbulo, centrado en los papeles que tiene en las manos y en la música de sus cascos otra vez.

Drops of Time TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora