Capítulo 8

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CASSIA

Coloco una capa de máscara de pestañas marrón, aparto el producto y veo hacia el espejo. Compruebo que todo está en orden. El maquillaje es sútil. Las prendas de vestir, sobrias. Llevo un sencillo sweater verde inglés y un pantalón de mezclilla de corte recto. Después de varias pruebas de peinado, opté por una media cola sujeta por un moño negro. Recojo el bolso —del mismo color— que se encuentra en el perchero de la habitación, salgo y desciendo con prisa las escaleras. Me dirijo hacia la cocina en busca de una taza de café con leche. La directora del instituto me citó a las diez de la mañana en su despacho. El día anterior, por la tarde, me acerqué a dejarle el curriculum y todo ha salido de maravilla. Creí que se tomaría un tiempo para pensarlo o algo así, pero enseguida me dio una cita para la entrevista.

Aún no lo puedo creer.

Ni siquiera se lo conté a Debra. Mucho menos a mi padre. Supongo que es un pequeño secreto que saldrá a la luz en caso de que consiga el empleo. En la cocina, Rhys está bebiendo un vaso de agua, apoyado ligeramente sobre la mesada.

—Buen día —sonrío. Él está serio.

—Buen día.

—¿Café?

—Que sea con leche, por favor.

La máquina está a su lado. En seguida la pone en funcionamiento.

—¿Vas a salir?

Asiento con entusiasmo. Bajo la voz para responder.

—Tengo una entrevista de trabajo —digo—. Es un secreto, eh.

—Patrick se pondrá como loco —advierte—. ¿Estás segura?

—No te preocupes. Lo arreglaré.

Rhys me extiende el café listo. Le doy un par de sorbos mientras permanecemos en silencio. Él es una persona de pocas palabras y nunca me he sentido incómoda. Aprecio a las personas que solo hablan cuando tienen algo importante qué decir. Sobre la mesa, suena y vibra el celular, la pantalla se enciende y aparece una llamada.

Es Jared.

—Cielo, ¿por qué no lo atiendes? —pregunta mi padre que acaba de ingresar a la cocina—. Tienes que darle la posibilidad de expresarse.

—No quiero oír a Jared. No quiero saber nada sobre él.

—Ten un poco de consideración. Es tu prometido —insiste—. Todos podemos equivocarnos y somos merecedores de una segunda oportunidad. ¿No estás de acuerdo, Rhys? Vamos. Dile que no sea tan dura.

Rhys mira de reojo siendo evidente que está incómodo.

—Cassia tomó una decisión, debo respetarla. Lo lamento, señor.

—Papá, es suficiente. Rhys no tiene nada que ver en esto, no lo comprometas —intervengo frustrada—. No quiero hablar con Jared. De hecho, lo voy a ignorar tanto que un día se agotará de llamar y dejará de hacerlo. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer.

Dejo la taza dentro del lavavajillas y envío a Rhys una mirada repleta de agradecimiento.

—No vas a quedarte aquí por mucho tiempo, Cassia. Echarás tu vida a perder en este pueblo miserable.

—Está bien. Me iré de la casa, puedo buscar otro lugar para vivir —pronuncio con seguridad—. Que yo sepa, no eres el dueño del pueblo para decidir quien puede quedarse o no.

—Cariño...

—Lo siento. Tengo que irme.

En el coche, Jared interrumpe mis pensamientos. Me preocupa su estabilidad. Mi padre ha dicho que he sido dura con él y sí, quizá tiene razón. El contacto cero es una medida severa. Es, prácticamente, como matar a una persona en vida. Desaparecer. Tal vez para mí sea un poco más «fácil» porque fui quien tomó la decisión. Puede que para Jared esté siendo un terrible caos porque en un parpadeo lo abandoné para siempre. Deshice la vida que teníamos juntos, rompí las rutinas, eché a la basura los planes y, como una impredecible catástrofe natural, arrasé con todo. Si bien él tenía una vida social en su trabajo, sé que también estaba solo; no tiene una buena relación con su familia, tampoco amigos, ni siquiera una mascota. Al final del día, éramos él y yo. El uno para el otro. Al principio fue un paraíso que con el paso del tiempo se transformó en un infierno entre cuatro paredes. Abrumador y asfixiante.

«Tienes que seguir adelante. 

No puedes volver con él. 

No puedes».


•✦• ❀ •✦•


—¡Cassia Ferguson! No puedo creer que tengamos a la hija de Patrick aquí —menciona Margot, la directora—. Bienvenida. Ponte cómoda —me invita a su despacho. Dejo el abrigo y la cartera en el perchero y me ubico en la silla frente a su escritorio—. He leído tu historial. Estoy encantada.

—Oh, ¿de verdad? Es un honor que alguien como usted diga eso.

—No es para menos. Su trayectoria universitaria fue brillante. He visto que has hecho prácticas en un instituto de la ciudad.

—Sí. Hice pasantías en una preparatoria.

—Fantástico. ¿Te ves dictando clases en décimo grado?

—Sí. Claro. Siempre he creído que los adolescentes son curiosos y creativos. Me gusta organizar clases dinámicas que despierten el interés.

—Perfecto. Me agrada tu forma de pensar, Cassia. Tengo dos propuestas para ofrecerte. Si aceptas, llevarías la materia lengua inglesa pero, además, el curso electivo de escritura creativa —observo asombrada—. Puedes tomarte unos días para pensarlo, imprimí una copia de cada programa para que puedas analizarlo con tranquilidad.

—Entonces... ¿solo depende de mí?

—Absolutamente. El puesto ya es tuyo, Cassia. Bueno, depende de si aceptas o no, claro.

—En caso de aceptar, ¿cuándo empezaría?

—El próximo lunes.

¿Qué está sucediendo?

No tengo demasiado que analizar. En realidad solo quería un empleo y es justo lo que me están ofreciendo. La emoción se instala en medio de mi pecho. Después de recibirme, esta será mi primera vez ejerciendo la profesión oficialmente.

Estoy en el cielo.

—De acuerdo. Está bien, lo tomo. Este puesto es lo que estaba buscando, no puedo pedir más.

Margot sonríe con júbilo.

—Todos estarán encantados contigo, Cassia. En serio. Es un honor tener a alguien de tu calibre en este instituto —halaga nuevamente—. Te enviaré al correo los detalles del puesto. Días, horarios y demás formalidades. ¿Te parece bien?

—Sí. Perfecto. Estaré pendiente —prometo.

No sé por qué papá está obsesionado con llamar a este pueblo «miserable» o por qué está empecinado en verme fuera. Todo lo que sé es que incluso en los lugares más pequeños y recónditos, podemos hallar oportunidades grandiosas.

Tengo la corazonada de que este empleo es una de ellas.

Las heridas que sanamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora