El miedo es una emoción compleja que se manifiesta cuando percibimos una amenaza que pone en peligro nuestra tranquilidad, ya sea física, emocional o social. Desde una perspectiva psicológica, el miedo puede ser visto como una respuesta adaptativa ante situaciones que representan un riesgo. Sin embargo, también puede convertirse en una trampa mental que nos paraliza o nos lleva a tomar decisiones que consideramos seguras, pero que en realidad están condicionadas por el temor.
La paradoja del miedo radica en que, aunque lo sentimos como una fuerza incontrolable, en muchos casos tenemos cierto control sobre a qué le tememos y cómo reaccionamos. Decidir no cruzar la calle cuando el semáforo está en rojo es un ejemplo de una decisión impulsada por el miedo a un accidente o a enfrentar consecuencias legales, como la cárcel, que implican un temor profundo a la exclusión social. Así, nuestras decisiones, aunque matizadas por múltiples factores, muchas veces están motivadas por el miedo, aunque podamos romantizar otros motivos.
Cuando Fina llegó a su casa, el miedo se apoderó de ella. Es el mismo miedo que la detuvo de huir de su pueblo, pero también es el mismo que, en un momento dado, podría hacerla salir corriendo. Entonces, ¿qué se hace cuando todas las opciones generan miedo? En general, optamos por la que consideramos menos temible, aunque ese juicio esté influenciado por otros factores que ayudan a delimitar qué es lo menos aterrador o qué consecuencias serían más soportables.
Las decisiones que tomamos ante el miedo están moldeadas por nuestras experiencias. Una persona podría preferir escapar lejos de una red de mentiras, amenazas, muertes y otras atrocidades. Sin embargo, otra podría pensar que es peor dejar las cosas como están, porque hay más en juego: una vida que proteger, un padre en delicada salud, o incluso Marta, que podría ser un motivo significativo para quedarse. Al reflexionar sobre todo esto, nos damos cuenta de que cada persona enfrenta el miedo de manera distinta, y lo que es la opción correcta para una, puede no serlo para otra.
¿Quién es Fina en todo esto? Fina sabe quién es. A pesar del miedo que la impulsa a querer huir, también reconoce que hay razones poderosas para quedarse. No es solo el miedo lo que la define, sino también su sentido de justicia, su deseo de hacer las cosas bien y desenmascarar a los tiranos, mentirosos y corruptos. Pero el miedo está ahí, ineludible. Jesús, al romper la barrera de lo personal al tocarla, ha cruzado un límite importante. Esa invasión de su espacio personal lleva el miedo a otro nivel. Fina ahora se enfrenta a un dilema donde el miedo no es solo una emoción, sino una fuerza que podría dictar su próxima acción.
Mientras se dirigía a su oficina, una mezcla de emociones la envolvía, y un nudo de miedo se apretaba en su estómago. Jesús había cruzado un límite al tocarla, rompiendo una barrera que hasta entonces había mantenido intacta. A pesar de ese miedo, sabía que tenía motivos para quedarse. Tal vez era el deseo de hacer las cosas bien, de desenmascarar a los que la rodeaban, o quizás era el simple hecho de que no quería huir. De una manera u otra, el miedo la mantenía atrapada en ese lugar.
Cuando llegó a la oficina, intentó poner buena cara. Saludó a Claudia, quien se levantó para recibirla con una sonrisa amable. Como de costumbre, Fina trajo los cuatro cafés, pero esta vez, con el peso del miedo y la preocupación en su mente, solo entregó los cafés sobre el escritorio de su secretaria para que lo entregara a quienes les correspondían. Se dirigió a su despacho con la mirada perdida.
Al entrar y cerrar la puerta detrás de ella, sus ojos se posaron en la planta que Esther le había regalado. Por un momento, sintió una chispa de esperanza, como si esa planta fuera un símbolo de que no todo estaba perdido. La colocó con cuidado sobre su escritorio y, mientras meditaba en dónde ponerla para que todos pudieran verla, sonrió con satisfacción. La movió al lado de la puerta, asegurándose de que estuviera bien visible. Limpió sus manos, que habían quedado ligeramente sucias de la tierra húmeda del macetero, y se dirigió hacia su escritorio.
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Toledo, 1958.
FanfictionEn 1958, Fina Valero, con el esfuerzo de su padre, se traslada a Barcelona a los 18 años para estudiar Finanzas y Contabilidad. Diez años después, regresa a su pueblo natal sin entusiasmo, obedeciendo la solicitud de su padre, con la intención de qu...