Prefacio

0 0 0
                                    

Algunos amores no nacen para ser, sino para enseñarnos quienes somos y que queremos. Su amabilidad me hizo saber que podía ser digno del cariño de alguna mujer mientras buscaba mi camino a casa, o ese paso que diera certero en la existencia. La soledad me ahogaba, leía más de lo que comía, soñaba con una mejor vida, con ser más fuerte, poder alguna vez merecerte. Su acidez luego me demostró que debía seguir intentando, que aún así escuece la herida, que si buscas algo en el camino son inevitables las espinas.

Lo que nunca sabría es que en el camino a ser la persona que mereces para alguien, esa persona probablemente dejará de ser la persona que merezcas, vas a merecer más y va a llegar. Por eso sigue buscando amor o lo que sea, que la sangre en tus rodillas sean medallas de la odisea. Que tus gritos de llanto se vuelvan gritos de guerra, no pares hasta que el obstáculo o tú dejen de respirar en la tierra y seas el jardinero de las rosas que quieras.

Rosas como tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora