XVI

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Capitulo Dieciséis.

   ISABELLA SWAN se removía inquieta en una de las sillas hechas completamente de madera

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   ISABELLA SWAN se removía inquieta en una de las sillas hechas completamente de madera. Su pierna no paraba de temblar mientras llevaba nerviosamente los dedos a su boca, mordiendo sus uñas con fiereza.

  Cualquier mínimo ruido, ya sea el leve canto de los pájaros, pisadas que se oían a lo lejos o simples voces de los elfos cerca de ella, hacían que la humana girase su cabeza con temor, tratando de ver cada objeto con claridad y minuciosidad. Su pánico escalaba cada vez más, pareciendo incómoda e irritable con el pasar del tiempo.

  Hacía pocos minutos que había salido de la sala de enfermería, siendo acompañada por una elfina trabajadora de allí hasta la habitación que utilizaba la familia Cullen.
  A comparación de lo que muchos pensaban, Isabella no había sufrido daños severos, solo simples rasguños y heridas mínimas, algo que descolocó levemente a quiénes la atendieron debido a que les habían avisado que se trataba de un caso grave. Obviamente, la humana se encargó de actuar de una forma tan adolorida e inocente que logró hacer que aquellos elfos sientan lastima por la morocha, viéndola como alguien débil a quién debían de brindarle atención.

  Estar en aquella sala tal vez había sido una pérdida de tiempo, al menos eso creía ella ya que mientras las horas pasaban Bella no podía esperar a salir de aquel lugar, conseguir lo que tanto siempre había anhelado y separarse de una vez por todas de lo que alguna vez ella creó en el pasado.

  Incapaz de mantenerse sentada dió un brinco en el asiento, parándose y caminando hasta la gran puerta que estaba frente a ella; tuvo que implementar mucha fuerza para lograr abrir la puerta, haciendo exageradas muecas de dolor cuando hacía a los músculos de sus brazos trabajar.

  Con sus manos en los bolsillos de la chaqueta, caminó a paso rápido y torpe por los anchos pasillos, deteniéndose de vez en cuando para corroborar que seguía por el camino adecuado.
  Miraba con una mezcla de extrañeza y curiosidad a los elfos y elfinas que pasaban junto a ella; estando en su mundo, tarareando por lo bajo o hablando con otro de su especie animadamente.

  Para Isabella Swan los Elfos eran seres sumamente raros, con características mínimamente extravagantes. Comparado con lo que ella sabía del mundo sobrenatural, aquellas criaturas eran como un cofre sin llave; lucían como personas arraigadas a miles de misterios y misticismo, cada paso que daban, cada vez que el viento chocaba sus caras haciendo que su cabello baile parecían seres sacados de libros de fantasía, frente a los cuales era inevitable sucumbir ante sus encantos, ante la poderosa e inquietante belleza que poseían.

  Para la humana ver a uno de aquellos seres cubiertos con ropajes negros hasta el cuello era una clara señal de peligro, temiendo que alguno de dichos guerreros por alguna extraña razón le hiciera algo indebido.
  Por otro lado, le era más cómodo que los elfos encargados en el área de salud o cocina hablaran con ella o interactuaran más que tener que estar siquiera parada a un lado de un o una guerrera; le resultaba inquietante, la forma en que parecían portar la suficiente confianza como para sentir que con su mera presencia la aplastaban, sintiéndose pequeña a un lado de ellos.

°THE BOY IS MINE°   ||   Edward Cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora