nota: no hice la segunda parte sobre el salto en el tiempo por que me parecía suficiente :), aunque recuerda que puedes pedir los pedidos que quieras (y todos los que lean la historia).
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Vi y su pandilla (Claggor y Mylo) habían decidido llevar a Powder a una misión. Violet había decidido que estaba preparada, así que allí se encontraban, los cuatro encima de una azotea, mirando atentamente la ciudad de Piltóver.
Las misiones eran aburridas cuando no hablaban (algo que casi nunca sucedía, pero se dio el caso), así que esta vez Mylo inició una conversación con la pelirroja.
— Oye, Violet — la llamó él.
— No van a pillarnos — dijo, cansada de repetirlo tantas veces —. Confiad en mí.
— No era eso. — Mylo se aclaró la garganta —. ¿Conoces a una tal ___? Vive al lado de La última gota, siempre la veo con Vander en el local. Tiene el pelo corto, ¿te suena?
— Mmmm — pensó —. No, no me suena. ¿Por qué?
— Yo sí que la conozco — interrumpió Powder —. Es la hija de un camarero, siempre ayuda en el local. Él está muy agradecido y le da un sueldo extra.
— Ah, sí, la niña que vino a traernos las cajas. ¿Se llamaba ___? — entrecerró los ojos, sin poder recordar su nombre.
— Espera, ¿la conoces? — le preguntó Mylo a Powder.
— Claro, a veces jugamos juntos — contestó —. Ekko y yo nos llevamos genial con ella, es supergraciosa — rio.
— ¿En serio?
— Un segundo — lo cortó Violet —. ¿Por qué quieres saberlo?
— Ah, am... — se aclaró la garganta —, bueno, solo curiosidad. Creo que es buena para que se una al grupo.
— ¿No me digas? — dijo con ironía.
— Creo que Mylo está enamorado — se burló Claggor. Todos rieron.
— ¡Cállate! Claro que no, solo tengo curiosidad — dijo, cuando bajó al balcón de la casa que iban a robar.
— Dejemos ya el tema y ponte las pilas. Aquí dentro tiene que haber un buen botín. Abre la puerta — ordenó Vi.
Mylo no tuvo tiempo para rechistar y sacó los artilugios para abrir la puerta. Estuvo a punto de conseguirlo mientras todos esperaban pacientemente, observando el perímetro por si había algún guardia a la vista.
— Sigo preguntándome por qué cierran los balcones... — se quejó él en un suspiro.
Pero, de repente, las manetas de la puerta bajaron de golpe y las dos puertas se abrieron de par en par. Todos se quedaron petrificados al pensar que serían los dueños de la casa, pero al ver a ___ al otro lado, Violet se calmó y suspiró.
