Capítulo 15

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El aire estaba impregnado con el polvo de los escombros y el olor metálico de la sangre. La noche, ahora rota por el caos, parecía infinita. Bakugo se despertó lentamente, su cabeza latiendo con un dolor agudo que lo obligaba a entrecerrar los ojos. A su lado, la azabache, Momo, respiraba con dificultad, intentando controlar el temblor de su cuerpo. Bakugo notó el pálido resplandor de la luna filtrándose a través de las ruinas y, al levantar la vista, vio a Daki, la demonio, parada sobre un tejado en ruinas, mientras su hermano Gyutaro avanzaba pesadamente hacia ellos.

El corazón de Bakugo palpitaba con una mezcla de miedo y adrenalina. Aunque el miedo intentaba paralizarlo, el instinto de proteger a sus compañeras prevaleció. Con un tono bajo pero firme, le ordenó a Momo:

—Toma a Setsuna y colóquense detrás de mí.

Pero la azabache estaba demasiado aterrada para reaccionar, su respiración se aceleraba sin control. Los ojos de Bakugo se ensancharon, y sin poder contenerse, le gritó:

—¡Momo, hazlo ahora!

La voz de Bakugo resonó en la noche, y Momo, aunque temblando, obedeció. Tomó a Setsuna, aún inconsciente, y se colocó detrás del rubio, mirando aterrada cómo Gyutaro se acercaba cada vez más. Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, el demonio la agarró del cabello con una fuerza brutal, levantándolo como si fuera un muñeco de trapo.

Bakugo sintió un tirón en el cuero cabelludo que lo hizo soltar un grito de dolor, pero lo contuvo, su mirada llena de furia se encontró con la de Gyutaro. Con una voz que destilaba veneno, el demonio habló:

—¿Realmente crees que puedes protegerlas? Eres solo un niño asustado.

—¡Cállate! —escupió Bakugo, forcejeando inútilmente para liberarse—. ¡No necesitas hablar mierda para asustarme!

Gyutaro soltó una carcajada llena de desprecio, acercando su rostro desfigurado al de Bakugo.

—Eso es lo que me gusta de los humanos... Su desesperación y esos momentos de resistencia inútil.

Bakugo aprovechó la cercanía, y en un movimiento rápido, extrajo un cuchillo oculto en su manga y lo clavó en la pierna del demonio. Gyutaro dejó escapar un alarido de dolor y sorpresa cuando sintió el líquido del cuchillo que comenzó a ralentizar su capacidad de regeneración.

—¡Maldito seas! —rugió Gyutaro, mientras Bakugo revelaba una katana que había mantenido oculta debajo de su camisa.

El demonio, aún aturdido por el dolor, sintió la hoja afilada rozando su cuello. Daki, desde su posición, observó horrorizada cómo su hermano estaba a punto de ser decapitado. Sin pensarlo dos veces, lanzó sus afiladas cintas hacia Bakugo, pero antes de que pudieran alcanzarlo, un rayo de luz y acero cortó el aire, destruyendo las cintas en un instante.

—¡Ni lo sueñes! —gritó Mirko, apareciendo de repente y lanzándose al ataque contra Daki con una velocidad impresionante.

Momo y Setsuna, ahora más conscientes y con la adrenalina impulsándolas, se unieron a la lucha, cada una con sus espadas en alto, buscando una oportunidad para arrancarle la cabeza a Daki. La batalla era un torbellino de acero y gritos. Mientras tanto, Bakugo seguía luchando para completar la decapitación de Gyutaro, pero el demonio, en un acto desesperado, logró arrancar el cuchillo de su pierna y con un poderoso golpe, alejó a Bakugo, lanzándolo contra el suelo.

Bakugo, herido y casi derrotado, apenas pudo alzar la vista cuando Gyutaro se giró hacia su hermana. El demonio quedó paralizado al ver la cabeza de Daki caer al suelo, cortada por la fuerza combinada de Mirko, Momo y Setsuna. La furia y desesperación inundaron su ser. Con un rugido lleno de odio, tomó a Bakugo por la camisa, lanzándolo con una fuerza brutal hacia las chicas. La intención era clara: matarlos a todos de un solo golpe.

Bakugo, Momo y Setsuna se prepararon para lo peor, empuñando sus espadas para defenderse. Pero Gyutaro, movido por una rabia incontrolable, se movía con una velocidad impresionante, sus guadañas alzadas para el golpe final. Justo cuando una de las guadañas estaba a punto de cortar a Mirko y Momo, una figura se interpuso.

—¿Cómo mierda estás aquí? —exclamó Gyutaro, sus ojos llenos de sorpresa y temor al ver a Deku bloqueando su ataque con sus espadas—. ¡Yo vi cómo tu corazón se detenía! ¡No puede ser! —Después de analizarlo un poco abrió los ojos con impresión —Detuviste tu corazón...

Deku, con la sangre recorriendo su cuerpo, apenas podía mantenerse en pie, pero su mirada era desafiante.

—Y ahora, voy a terminar lo que empecé. Esta vez ganaremos, y yo seré quien te mate.

—Eso es imposible... —Gyutaro soltó una risa nerviosa antes de lanzarse al ataque.

La batalla que siguió fue feroz. Deku esquivaba los cortes de las guadañas con una precisión casi sobrehumana, sus espadas chocaban contra las de Gyutaro, creando destellos de luz que iluminaban las calles destruidas. Momo, Setsuna, Bakugo y Mirko observaban la lucha, incapaces de creer lo que veían. El choque de metales resonaba por todas partes, y el suelo temblaba con cada impacto.

A pesar de su valentía, Deku estaba en desventaja. Gyutaro, con su habilidad de regeneración, mantenía la delantera, pero Deku no cedía. Con un grito de furia, el demonio lanzó un corte que atravesó el pecho de Deku, desde el lado izquierdo hasta el ombligo, pero Deku no se detuvo. Con un movimiento rápido, cortó el brazo del demonio, que respondió rascándole el ojo con su guadaña.

Deku, con el ojo ensangrentado y la visión borrosa, aprovechó una apertura y atravesó a Gyutaro con una espada, mientras colocaba la otra en la nuca del demonio, preparándose para el corte final. El veneno de las guadañas comenzaba a hacer efecto, debilitándolo, pero justo cuando Gyutaro estaba a punto de liberarse, Rumí apareció, su espada cortando con fuerza la cabeza del demonio.

Gyutaro y Daki cayeron al suelo al mismo tiempo, sus cabezas separadas de sus cuerpos. Momo dejó caer la cabeza de Daki mientras Gyutaro, aún consciente, comenzó a convulsionarse. Con un último esfuerzo, liberó una explosión de cortes alrededor, un ataque de desesperación. Momo, Bakugo y Setsuna bloquearon los cortes que iban hacia ellos, mientras Deku, usando lo último de su fuerza, cubría a Rumí con su cuerpo, recibiendo tres cortes profundos en la espalda.

Finalmente, Gyutaro se desvaneció en la nada, sus cenizas esparciéndose con el viento. Deku, agotado y herido, apenas pudo mantenerse en pie. Con una sonrisa débil, susurró:

—L-Lo logramos...

Y cayó inconsciente sobre el pecho de Rumí, quien lo atrapó justo a tiempo. Miró el rostro ensangrentado de Deku, y un extraño sentimiento comenzó a crecer en su interior. La imagen de este hombre, que había arriesgado su vida no solo para protegerla, sino para salvar a todos, se grabó en su mente.

Mientras los cuerpos de los demonios desaparecían, varios cazadores de nivel bajo llegaron al lugar para atender a los heridos. Rumí, aún con Deku en sus brazos, no pudo evitar mirarlo con un nuevo interés, preguntándose quién era realmente este hombre que había enfrentado lo imposible con tanta determinación.

Las primeras luces del amanecer comenzaron a despuntar en el horizonte, iluminando los restos de la batalla. La noche había sido larga y cruel, pero el sacrificio y la determinación de los cazadores habían prevalecido. Y aunque la batalla había terminado, el impacto de lo sucedido apenas comenzaba a sembrar nuevas semillas de cambio en sus corazones.

**Fin del Capítulo**

Izuku el de las 5 respiraciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora